" 𝑳𝒂 𝒄𝒂𝒛𝒆𝒓𝒊̀𝒂 "

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El bullicio de las calles, pregones en cada esquina, así era el despertar de la gloriosa Tebas, cada día resplandecía más gracias a Month deidad de Tebas.

Los honrados campesinos, aquellos robustos hombres con su piel cobriza marchaban hacia sus respectivas labores, algunos a la pesca y caza de patos salvajes y gansos que se hallaban ocultos entre las hierbas a orillas del Nilo, otros a la cría de ganado, las tierras egipcias no son muy fértiles solo en las épocas cuando el Niño se desborda se considera apropiado realizar la siembra y cosecha de cultivos.

Las mujeres sin embargo eran más eficaces en la elaboración de pan, costuras testiles, la danza para el entretenimiento y la elaboración de cerveza, una exquisita cerveza.

En algunas épocas del año se celebraban distintas actividades para el júbilo de la población y sobre todo del faraón quien era el centro de atención.

Varias lunas atrás el faraón Tutmés a tan solo sesenta y siete años de edad había enfermado, ningún sacerdote pudo salvarlo de ser llevado por Anubis al mundo de los muertos, todo fue muy repentino, su muerte nadie la esperaba.

Con premura se realizaron los preparativos para el viaje al más allá del faraón, tanto así que al mismo tiempo se celebró la coronación de su hijo mayor Apophis III nuevo faraón de Egipto, no podíamos permitir un imperio sin soberano.

De eso hace tres lunas.

Después de tener a toda la ciudad movida todo regreso a la calma, todo volvió a hacer como antes.

En una de las viviendas de una calle menos transcurrida despertaba una soñadora y trabajadora jóven, Neferet, que todas las mañanas con el primer fulgor de Rá despertaba lista para su labor.

Un bostezo escapó de sus labios siendo sustituido por una sutil sonrisa, siempre era así, nunca en los veinte años que lleva con vida había perdido esa esperanza y positividad en su alma, después de todas las adversidades por las que tuvo que pasar cualquiera viera la vida de otro modo, pero no ella.

Retiró unos mechones azabaches que se habían acoplado a su rostro, sus luceros esmeraldas se abrieron macanudo al reconocer a Rá en lo más alto del cielo, se había quedado dormida. Su rostro era un manojo de emociones donde predominaba el dilema, nunca había llegado tarde a realizar sus labores y hoy no iba a hacer la exepción.

Con celeridad salió de su cama sin importarle nada más que no sea su atavío que consistía en una falda larga y alta por encima de ombligo de dónde salían dos anchos tirantes que cubrían sus senos y su peluca, condujo sus manos a su largo cabello mientras hacía una trenza para ocultarlo con la peluca.

No tenía amigas ni amigos, todos en la sociedad la miraban sobre el hombro, aún con veinte años no había concebido nupcias y eso era mal visto cuando la edad adecuada oscila entre catorce y dieciséis años. Algunas personas cotilleaban que le gustaba su mismo sexo o que tenía un miembro entre sus piernas entre otras cosas desagradables más, pero Neferet hacía oídos sordos, porque, aunque no lo supieran había cierto hombre que se apoderó de su corazón.

Bomani

Hombre honrado y trabajador pescador de treinta años, piel atezada, notable estatura, no era muy fornido pero aún así su presencia llamaba la atención entre las mujeres tanto solteras como casadas, unos enormes ojos negros expresivos, pómulos marcados y fuerte mandíbula, deslumbrante sonrisa, amable y correcto en todos los sentidos.

Así era como lo deslumbraba Neferet, pero no todo es perfecto ya que Bomani es casado y tiene una hermosa familia, aún así Neferet no pierde la esperanza de que un luna él se declarará ante ella su amor.

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