❝This action will have consequences. . .❞
¿Te imaginas que un grupo de amigos se juntan en una cabaña en la montaña para divertirse y pasar el rato, pero las cosas se salen de control y terminan viviendo un evento traumático?
Pues eso es lo que vive...
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"¿Ash, qué haces? Vamos, es peligroso quedarse aquí arriba. Ya escuchaste al tipo del lanzallamas."
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Narra Elena
—Muy bien. Que todo el mundo se tranquilice. Vayan para allá. Muévanse y dejen que les diga lo que les vine a decir.—hablo el tipo del lanzallamas mientras empujaba a Mike y Chris hacia nosotros.—Vine para advertirles del peligro que corren al haber vuelto a esta montaña. No deberían haber regresado. No se como se les ocurre después de lo que ocurrió el año pasado.—
—¿Hablas de lo de Hannah y Beth?—pregunto Ash.
—Si. ¿Como sabrías algo sin ser culpable?—añadió Chris.
—¿O responsable...?—continuó Sam.
—No tan rápido. No me hace ninguna gracia que unos mocosos como ustedes estén en mi montaña.—se defendió el desconocido.
—¿Tu montaña? Los Washington se sorprenderían al porte decir eso.—hablo Mike haciendo que el extraño riera.
—Bueno, es cierto. Esta montaña no me pertenece. Pero tampoco les pertenece a los Washington. El dueño de esta montaña es el Wendigo.—respondió el tipo del lanzallamas.
—¿Quien?—
—¿De que está hablando?—
—¿Que mierda es un Wendigo?—acotaron los chicos uno detrás de otro.
—Será mejor escucharlo.—sugirió Sam.
—No tenemos otra opción.—dijo Mike.
—Se los voy a decir una sola vez. Me da igual si me creen o no. Tengo mis motivos y quiero soltarlo todo..—hablo el extraño.
—¿Ves? ¡Te lo dije! ¡Es culpable! ¡Culpable de algo!—acusó Mike mientras lo señalaba con su dedo.
—¡Shhh! ¡Cállate Mike!—protestó Sam.
—Hay...una maldición que vive en estas montañas. Cualquier hombre o mujer que recurra al canibalismo en este bosque invocará al espíritu del Wendigo.—continuo el tipo del lanzallamas.
—Oh, mierda..—hablo Mike, y mientras estaba metido en su propio mundo yo hablé.
—Eso..es cierto. En las minas, con Emily, los vimos.—hablé recordando nuestra pequeña estadía allí abajo y el momento en el que el extraño nos había salvado el pellejo.
—Tendrán que encontrar un lugar seguro.—dijo el extraño.
—El sótano podría servir..—habló Sam.
—Ok. Pues vayan ahí abajo ahora todos. Y esperen.—
