III

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ODA DE TRIQUET

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ODA DE TRIQUET

Tatyana despertó gritando

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Tatyana despertó gritando. El corazón le latía acelerado y una gota de sudor frío se deslizó por su frente.

Aún agitada, se pasó las manos por el cabello enmarañado y respiró profundamente, intentando relajarse.

Tenue luz se filtraba por la ventana. La puerta se abrió lentamente al ritmo de la canción de cumpleaños que su nana entonaba con gran emoción.

—Татьяна, с днем ​​рождения! —pronunció la mujer, rodeando con gran afecto maternal a la muchacha.

Ambas se miraron e intercambiaron sonrisas.

—Ven Tatyana, ¡debemos alistarte para la gran noche!

Tatyana sonrió y levantándose de la cama, fue rodeada por su madre y Olga quienes también entraban a la habitación, acompañadas de un hermoso vestido de baile en color crema con flores bordadas en verde pasto.

Durante la tarde, madame Larina se encargó de completar los preparativos de la fiesta, mientras Olga y Tatyana continuaban arreglando sus peinados, maquillaje y vestidos, todo con ayuda de su nana, una mujer con la que tenían tanta cercanía que bien podría pasar como su abuela materna.

Tras varias horas de espera, Tatyana al fin bajó al salón de baile, donde los invitados esperaban su gran entrada triunfal. Ella sonriente, lucía como una princesa de libro.

Recibió a sus invitados, conversaba con ellos a ratos, siempre en compañía de su nana. Hasta que el poeta Triquet se acercó a darle su regalo de cumpleaños, unos versos inspirados en ella:

«Vi, como el sol brillante

Con una sonrisa en los labios.

La belleza de mi sueño»*

Mientras tanto, Olga buscaba frenéticamente a su prometido, preguntaba por él, siendo la única respuesta que recibía: "todavía no".

Comenzaba a desesperarse y acudiendo a su hermana, trató de calmar el ansia comiendo uno de los aperitivos. Tatyana la consoló, diciendo que no tardaría y que no se preocupara por él, entonces sucedió.

—Tatyana... —Escuchó la voz del poeta Lensky.

Ella dio media vuelta y se encontró con el prometido de su hermana, elegantemente vestido con su frac negro, sosteniendo bajo el brazo su sombrero cilindro mientras que en la otra mano, un libro de poesía.

—Vladimir —respondió ella ampliando aún más su bella sonrisa.

—¡Feliz cumpleaños! —dijo el poeta entregándole el presente.

La chica asintió.

Olga llegó hasta donde ellos, se acercó al poeta e hizo una pregunta que causó conmoción en la mayor de las hermanas.

—Vladimir, ¿sabrá si nuestro vecino nos acompañará esta noche?

«¿Vecino?», se preguntó. ¿Tan absorta se encontraba en sus pensamientos que no estaba al tanto de la noticia del recién llegado al pueblo?

—¡Oh por supuesto! —respondió el poeta—, sin embargo, le he dicho que solo será una reunión con...

—¿Algunos parientes cercanos? —Una segunda voz masculina se escuchó al otro lado de la estancia.

Tatyana al darse vuelta para recibir al invitado, palideció.

«Onegin...», escuchó esa palabra que fue inaudible para el resto de las personas.

¿Él era el vecino nuevo? No era posible. Ese hombre tan apuesto, bien parecido y educado no podría ser el mismo al que repetidas veces había visto en sueños, ni mucho menos durante la noche de Iván Kupala, más no ponía en duda el parecido físico que compartía con aquel que ahora denominaba: el demonio.

Vladimir Lensky se adelantó y presentó ante todos al invitado: Eugene Onegin.

Onegin. Tatyana tragó saliva al escuchar ese nombre en labios del poeta.

¿Acaso sería el mismo Onegin? ¿Por qué? ¿Qué era lo que ese nombre provocaba en ella? Trató de mantener la calma.

¿Quién era Eugene Onegin?

El susodicho se acercó a Tatyana y le entregó un presente. Ella aún sin habla lo aceptó conteniendo el poco aliento que le quedaba. Tras susurrar un débil "gracias", Olga se la llevó para dejar los regalos sobre la mesa.

Mientras tanto, Onegin se acercaba al poeta Lensky, para reclamarle el engaño con el cuál le había convencido a ir a una fiesta en donde no conocía a nadie más que a su amigo:

—Vladimir, ¿parientes cercanos? ¡El pueblo entero se encuentra aquí! —recriminó.

El poeta estaba por defenderse, cuando Olga se acercó a ellos y con disimulo se llevó a su prometido con ella.

Se diría que todo en ese baile en honor a la cumpleañera resultó perfecto, pero no fue así, al menos no para Tatyana.

De un momento a otro, y tras bailar con varios caballeros, la joven Larina se encontraba compartiendo un vals con el recién llegado, moviéndose entre nubes y perdiéndose en su profundos ojos oscuros que penetraban hasta el fondo de su ser.

Ella tragó saliva, sonrojada, intentó despertar de su ensoñación, pero no pudo. De pronto, ambos se encontraban bailando en medio de un bosque cuya iluminación se debía a una gran luna que irradiaba luz azul, mágica, única.

La música cesó y por fin pudo reaccionar. Pero se encontraba sola en medio del salón de baile, no veía a Eugene por ningún lado. Atribuyó que todo había sido un producto de su imaginación.

 Atribuyó que todo había sido un producto de su imaginación

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*Estrofa de la canción Ода Трике del musical Демон Онегин

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*Estrofa de la canción Ода Трике del musical Демон Онегин

Tras el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora