"Nuestro secreto"

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- Abraham, de verdad entiendo que la chica es muy bonita. Pero, quiero descansar. ¿Podríamos apresurarnos?.

- Cállate y espérate.- dijo entretenido en el escrito.

Yo me empezaba a poner nerviosa. Y algo dentro de mi me decía que debía quitarle la libreta. Pero al mismo tiempo quería que supiera lo mucho que me gusta. Pero en cuanto le dió la vuelta a la página, por fin me decidí. El escrito no abarcaba más de media hoja.

- Lo siento- dije mientras le arrebataba la libreta.- Pero ya es todo, no hay más que leer. Así que si me permites, seguiré mi camino.

- Ey, ¿En que te vas a ir?

- Tomaré el bus.- señale la parada con mi mirada.

- Estúpida idea, sube.

- No, gracias. Puedo ir en el bus de verdad.

- Ok, me parece una estupidez que teniendo el mismo destino quieras tomar el bus. Así que sube en este instante si no quieres que te suba yo.- dijo con una mirada de diversión.

- Bien.- sonreí. Me abrió la puerta del copiloto, mientras la mujer se quedaba ahí parada, como en señal de que le explicara algo.

- Espera, yo debería ir ahí. ¡Soy tu madre!- reclamó.

- Uno, no lo digas en frente de nadie más. Dos, es mi camioneta y subo a quien quiera dónde quiera. Y tres, si quieres puedes subirte atrás, si no. A la salida está la parada del bus, puedes tomar uno. O pedir un taxi.

Rodó los ojos y subió en la parte trasera de la camioneta. Abraham cerró la puerta y luego se dirigió al otro lado para subir. La camioneta aún seguía encendida, por lo que únicamente metió reversa y arrancó.

Nos dirigimos a la casa, pero al llegar el no apagó la camioneta como esperaba..

- Eh... Llevaré a Emilia a un hotel, o algo así. En seguida vuelvo.

- ¿No puedo ir con ustedes?. Sabes que mis padres llegan hasta después de las siete, no quiero está sola.- hice una pequeña mueca de súplica.

- Ok, pero ya sabes mis reglas.- dijo mirando directamente al volante.

- Si.- dije luego de ponerme nuevamente el cinturón.

Avanzo dos calles más y luego giro a la derecha. Unas cuadras más adelante, paro en una tienda de abarrotes. Bajo y compro algunas cosas. Paso la bolsa al asiento de atrás.

- Eso es tuyo, es para que tengas que comer mientras estás ahí.- dijo mirando por el retrovisor a Emilia

Abraham

Estaba algo fastidiado y un poco cansado. Hoy fue un día bastante pesado para mí. No tuve mucho tiempo de descansar. Y para ser sinceros solo dormí apenas cuatro horas. Así que, ni si quiera yo sabía cómo es que seguía despierto y como si nada.

- ¿Es verdad?- rompí el silencio.

- ¿Qué?.- respondió Jenny

- Lo que dice tu libreta.- la mire de reojo sin perder la vista del frente

- Eh...- la noté un poco nerviosa, y por su actitud, fue más que comprobable que era más que cierto.

- Está bien si no quieres responder. No pasa nada.- dije dándole una pequeña sonrisa de ánimo.

- ¿Alguien me puede explicar que es esto?- preguntó Emilia.

- ¿Que?- respondí pensado que se refería a algún producto que compre

- Pues esto, la forma en la que se ven y se hablan. ¿A caso, ustedes son algo?.

- No, ella es hoja de la mejor amiga de mi madre, vivimos juntos. No hay nada más que una amistad.

- Mmmm.- respondió insegura de mi respuesta

Dos cuadras adelante estaba el hotel, y en cuanto llegamos baje del auto. Abrí las dos puertas al mismo tiempo, ya que estaban del mismo lado las dos. Bajaron casi al mis tiempo.

- ¿De verdad crees que yo me voy a quedar aquí?

- No es una opción, es esto... O que pidas un taxi y te vallas a uno de cinco estrellas si quieres.

- Ash, bueno. Creo que podré sobrevivir una semana en esta posilga.

Entro y reservó una habitación, cargo sus cosas y la vimos desaparecer entre las escaleras de aquel lugar. Mire a Jenny que permanecía en la puerta de la camioneta. Estaba tan linda, que no pude evitar sonreír.

- ¿Que?- pregunto con una sonrisa

- No se, no te creía capaz de escribir algo así.- rei ligeramente.

Rodó los ojos y entro de nuevo a la camioneta.

- ¿Podemos simplemente imaginar que jamás leíste eso?.- dijo una vez yo estuve dentro de la camioneta.

- No lo creo posible. Toda la escuela me lo estará recordando.- la mire unos segundos con una sonrisa y luego encendí la camioneta.

Arranque y tomé dirección a la feria. Sabía que ella tenía muchas ganas de ir, pero sus padres eran algo estrictos y, por lo tanto, no la dejaban salir a casi ningún lado.

- ¿A dónde vamos?- preguntó un poco angustiada.

- Tranquila, no pienso robarte. Solo vamos a la feria un rato.- la mire y Vi justo cuando una pequeña sonrisa iluminaba su rostro.

- Mis papás nos matarán. ¿Estás consciente de eso?.

- Si, mucho. Y tal vez hasta nos revivan para volver a hacerlo, pero igual lo haremos. No me perderé esta oportunidad por nada.

- Bien, al menos no moriré sola - sonreí ante su comentario y luego le tome la mano.

- ¿Que haces?.- dijo tratando de soltarme. Pero la tomé fuerte para que no lo hiciera. Pero con la delicadeza que se merece.

- Nada, solo... Tenía mucho que tomada tu mano.- la mire unos segundos y luego regresa la vista al frente.

Llegamos y estacione la camioneta cerca de la entrada. Baje y le abrí la puerta, la tomé de la mano y comenzamos a caminar. En ningún momento le solté la mano. Era la mejor decisión que había podido tomar.

- Abraham, ¿Me puedes explicar, por qué haces esto?.- señaló nuestras mano con la mirada mientras la elevaba un poco.

- Si, solo te estoy tomando de la mano. No es nada malo, es solo como amigos. Tranquila, solo no quiero que te pierdas. Siempre lo haces.- dije para luego reír un poco.

- Ja ja, que gracioso. Ya no soy una niña estúpido.

- Intento cuidarte, ¿Si?.

- No es necesario, puedo hacerlo sola.

- ¿A, si?. ¿Y por qué no te defiendes de Ashley y su pandilla?

- Ok, lo admito. No puedo hacerlo. Pero igual no me pierdo, se andar por aquí, ¿Ok?.

- Por si las dudas.- dije mientras ingresabamos a la feria.

Estuvimos ahí al menos por cinco horas. Los juegos eran bastante divertidos, y debo admitir que en su compañía aún más, los dos teníamos los teléfonos en silencio. No queríamos molestias de ningún tipo.

Nunca sentí que ninguno de los dos sonara. Porque si, yo traía los dos. Mientras comíamos algo de fruta caminábamos por el lugar. Y en eso sentí que uno de los celulares comenzó a vibrar.

- ¿Si?.- respondí sin ni si quiera ver quién era, ni si quiera sabía cuál celular había respondido.

- Abraham, ¿Que haces tú con el celular de Jenny?.

- Oh, señora Velázquez, estamos en la feria. Y es que yo guarde los teléfonos en la sudadera, para que no se perdieran o se calleran.

- Mira, se que eres capaz de cuidarla bien. Pero necesito que regresen aquí de inmediato, son casi las diez. Y su padre está más que molesto.

- Entiendo, vamos en camino.- dije y colgué.

El HuéspedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora