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Marinette estaba desconcertada. ¿Qué había hecho mal? Chat había estado tan ansioso como ella de hacer el amor.

Entonces, ¿por qué había salido tan rápido de la cabaña cuando apenas habían terminado? Si él hubiera permanecido dentro de ella solo un
momento más, habría alcanzado un segundo clímax.

Ella se enojó por lo que no sabía. Lo que sí sabía era que no tenía la intención de
permanecer en la cabaña y enfadarse, o detenerse a pensar que vio morir a dos hombres hoy. Se ajustó rápidamente la ropa y salió por la puerta esperando ver a Kim u otro guardia estacionado allí. Cuando ella no vio a ninguno, sonrió. Estaba sola no sabía por
cuánto tiempo, y tenía la intención de disfrutar de su libertad.

No le tomó mucho tiempo decidir a dónde iba. Primero, recuperaría la canasta que había dejado en la casa de Alix y luego iría a ver cómo Alya y el bebe habían superado todo esto.
Unos cuantos guerreros heridos se demoraron alrededor de la casa de  Alix
su turno para ser atendidos. Parecía que solo había heridas menores que necesitaban atención. Marinette no quería estar en el camino, así que agarró su canasta, caminó hacia la
parte trasera de la casa y se dirigió a ver a Alya.
Ella había dado unos pocos pasos cuando la agarraron del cabello y la cintura. Luchó contra su agresor torciendo y lanzando golpes que le hicieron perder su agarre y tropezar. Cuando vio que era Xavier, luchó aún más fuerte. Él le había causado
sufrimiento y no había manera de que ella dejara que la lastimara de nuevo.
Ella no podía gritar, pero podría ser capaz de...

Ella se retorció rápidamente en sus brazos y cuando él fue a golpearla, ella agarró su brazo y le metió los dientes con fuerza. Hizo exactamente lo que ella esperaba que hiciera y lo que ella no podía hacer... gritar.

Chat se había unido a Felix en el escalón superior de la fortaleza cuando escuchó el grito. Ambos hombres se volvieron para ver de dónde venía y vieron a los guerreros en la cabaña de Alix corriendo hacia atrás. Chat y Felix volaron de los escalones.
Chat no pudo evitarlo, su primer pensamiento fue Marinette.
Se había ido enojado, no con ella sino a consigo mismo. No podía dejar que el amor interfiriera con los compromisos que tenía que cumplir. Ni siquiera se creía capaz de amar. Había convertido su corazón en hielo hacía mucho tiempo y no tenía intenciones de
ablandarlo con nadie.
La mera idea de que Marinette posiblemente podría haber roto el hielo, y haberse colado dentro lo llenó de temor. Ella sería la que sufriría si él se permitiera amarla y él no lo permitiría.
Chat corrió delante de Felix siguiendo hacia la parte posterior de la cabaña de Alix, donde se podía escuchar toda la conmoción.

— ¡Te mataré, perra!

La furia corrió a través de Chat cuando vio que Xavier había inmovilizado a Marinette en el suelo, con las manos apretadas alrededor de su cuello y sus hombres luchando por sacarlo.
Chat soltó un rugido vicioso y corrió hacia Xavier, golpeandolo con tal fuerza que el golpe arrancó a Xavier de Marinette, y volcó a dos guerreros también. Chat se estabilizó, se puso sobre Xavier, y antes de que pudiera ponerse de pie, en un ágil movimiento, rompió el cuello de Xavier y dejó que su cuerpo sin vida cayera al suelo.

—Ponlo donde los animales puedan darse un festín con él—ordenó Chat y dos guerreros hicieron lo que le ordenaba, llevando el cuerpo al bosque.

Se acercó a Marinette.
— ¿Qué demonios estás haciendo yendo a cualquier lugar sin guardia?

Marinette apenas había recuperado el aliento, apenas había tenido tiempo de registrar lo que acababa de pasar cuando Chat volvió a enfadarse. Ella había tenido suficiente. Ella había presenciado la muerte demasiadas veces hoy para olvidarlo tan fácilmente.

Y luego estaba la cuestión de que Chat había hecho una salida apresurada, después de lo que había sido para ella una unión mutuamente concensuada. Ahora él estaba insinuando que era su culpa que ella la hubieran atacado porque se había ido sin guardia.
Ella estaba furiosa y le dio un golpecito en el pecho, sacudió la cabeza y luego le dio otro golpecito en el pecho. Frunció el ceño

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