1. Aiko-Anarchy

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La noche era más fría que de costumbre y yo iba lo suficientemente abrigada para soportar el frío que recorría las calles de Tokio.

Mi celular no paraba de sonar pero no lo iba a revisar a mitad de la calle. Quería llegar a casa rápido pues las noticias de la mañana informaban desapariciones y homicidios por parte de pandillas.

Ya había pasado tiempo desde que me distancié de ese mundo, después de... Mi cumpleaños.

Y todo lo que pasó ese día, fue culpa de una persona, Shuji Hanma.

Mi celular vibraba como loco y eso me ponía más nerviosa de lo normal. Me harté y me encaminé a un callejón para revisar rápidamente mi celular.

Desconocido
Hola Aiko, sabes, te hemos
extrañando mucho.

Desconocido
¿Cómo has estado?

Desconocido
Está bien, esperamos una cálida bienvenida.

Chifuyu
¿En dónde estás? ¿Estás bien? Contesta.

Chifuyu
Dime qué estás bien, él te está buscando, ya ha venido a mi casa para amenzarme, vete de Tokio y no vuelvas, por favor.

Contesté primero a Chifuyu.

Yo
¿De qué rayos hablas?
¿Quién me busca?

Chifuyu
Hanma está trabajando con Kisaki, ellos te buscan, vete por favor, te podrían hacer daño.

Yo
No tengo a donde ir,
¿Que se supone que haga?

Chifuyu
Le diré a Nahoya que
te consiga en departamento
en los Estados Unidos, no te preocupes.

Yo
No, esos idiotas
están locos si creen
que me pueden lastimar,
los mataré antes de que
me toquen un cabello.

Chifuyu
No hagas una estupidez,
por favor, cuídate mucho,
te lo pido, te iré a buscar
en la mañana.

No había duda de que el desconocido de los mensajes era Kisaki o Hanma. Por su forma de escribir era Kisaki.

Ví mi casa y con cuidado tomé un bate de béisbol que escondía entre mis arbustos y entré a mi casa mirando a todos lados pero no había rastro de nadie. Entré a mi habitación y un olor a perfume caro se hizo presente.

— Estás igual de preciosa como la última vez que te ví, nena.

Su voz era más adulta y estaba segura de que se veía muchísimo más atractivo, Hanma.

Dí la vuelta rápidamente y le lancé el bate a la cabeza pero lo esquivó y me dió un golpe a la cara dejándome mareada.

— Te has vuelto débil, mi preciosa Aiko.

— Yo no soy débil, idiota.

Me agaché y le dí una patada en sus piernas haciéndolo caer contra mi mesa de noche.

— Vaya, aún sigues siendo la Aiko Hori que recuerdo. — susurró Hanma con pocas fuerzas.

— Sé que Kisaki también está aquí, ¡Sal ahora, imbécil!

Una risa se escuchó e hizo que me dieran escalofríos, Kisaki me daba escalofríos siendo adolescente, me mataría de un susto siendo adulto.

— No contestaste mis mensajes, bonita.

— Eso se escucha asqueroso viniendo de tu boca. — él ni siquiera sé inmutó por el golpe que se aproximaba de mi parte y solo cayó al suelo.

— Que astuta eres, muñeca — Hanma ya estaba de pie y con un cuchillo en mi garganta. —. Lamento que tú suerte se acabara.

Él cambió el cuchillo de mano, tomó mi cuello y me estrelló contra la pared, acción que me hizo gemir de dolor.

— ¿Qué qui-quieren de mí? — dije con lágrimas, lágrimas que la presión en mi cuello causaban.

— Queremos muchas cosas de tí. — desabrochó mi abrigo y subió mi playera pasando el cuchillo por abdomen. — Queremos que la Anarquía regrese.

— Yo no quiero que regrese, esto es su culpa y lo saben.

— ¿Nuestra culpa? — habló Kisaki levantándose — No te hagas la santa, Aiko — me dijo —. Muevete. — le dijo a Hanma y ahora Kisaki es quien me estaba estrangulando.

— Bien sabes porque hicimos lo que hicimos, por tí, ¡lo hicimos por tí! — gritó Kisaki enojado — ¿O no éramos mejores amigos?

— No es mi culpa — las lágrimas está vez eran de tristeza —. Ustedes...

— ¿Nosotros? Nosotros no éramos los líderes de la Anarquía, nosotros no matamos a Akiro. Adivina quién sí ¡Tú! — me gritó Hanma y lloré más.

— ¡Son unos mentirosos! — grité con las fuerzas que me quedaban — Ustedes me manipularon, yo no...

Kisaki me soltó y me dió una bofetada seguida de un jalón de cabello por parte de Hanma.

— ¿Manipularte? Que tonterías dices mi querida Aiko. — Hanma se acercó a mi boca y me besó.

Justo después de que se separara le escupí en la cara.

— Eres un demonio. — le dije intentando calmarme.

— Y tú eres el diablo, Aiko. — respondió con una sonrisa.

— No lo soy.

— Lo eres y cometería un pecado para estar contigo siempre.

Pecado ;; Hanma ShujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora