Ciudad Gris

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El brillo del sol nunca llegaba, la población cada vez se sentía más triste, algunas señoras dejaban de comprar perfumes caros, los hombres pintaban sus carros rojos a color negro.
Los niños se dejaban crecer el pelo tan largo como las muñecas Barbie, las niñas, empezaron a usar pelucas canosas. Muchos de esos niños y niñas empezaron a perder el color rosa de sus mejillas.

- Don Vito, deme el diario de esta mañana por favor.

- Querido Damián, lo lamento, pero esta vez solo tengo una revista de puzzles.

- ¡Que tragedia!

Por muchas razones obvias, algunos valientes se aventuraban en huir a otros destinos, se dice, que muchos de ellos, estaban perdidos en islas gigantes, sin árboles ni comida, con poca agua y mucho calor.
Los policías dejaban a los ladrones robar, los carniceros regalan patas de conejo y los oficinistas tiraban papeles por las ventanas de sus edificios.

El alcalde, furioso, despachó sus mejores planes ante sus funcionarios.

- ¡Debemos traer un circo! - Exclamó el empresario Robert.

- ¡No, traeremos flores exquisitas de tierras lejanas! - Interrumpia Meliodas.

- Calmense caballeros, tenemos que volver a traer el brillo de esta Ciudad Gris - El alcalde, empezó a escuchar a la joven Luciana.

Así mismo, ocurrieron los preparativos en la escuela técnica de ingeniería, los alumnos optaron por crear una máquina que ilumine el cielo como el sol.
Tomaron a los mejores estudiantes y científicos de la región, podian llenar una piscina olímpica en pocas horas con el sudor que emanaban sus cuerpos agotados.

- Marco, deja de pensar en ganarle al tiempo, debemos hacer brillar esto.

- Déjame Mateo, tenemos que contruir esto lo más rápido posible.

Mientras tanto, en las afueras del instituto, miles de obreros se asentaron en las calles principales para que haya luz solar de nuevo, estaban cansados del frío viento en las alturas, contruir un edificio no solo conlleva arduo cansancio, sino también, bajas temperaturas.

- Deja pasar maldito obrero.

- Nuestros derechos primero, su auto de lujo puede esperar.

Quizá, no debieron ser tan violentos entre ellos, total, son de la misma ciudad ¿No?

- Y así, queridos ciudadanos, gracias a las decisiones de mí comitiva y el trabajo de los científicos, hoy, por fin, brillaremos.

Más de un millar de personas estaban llenando calles y casas al rededor del instituto, esperando que la máquina brille y de paso a la tan preciada luz.

Encendió, dejó pasar poco a poco un aura de color amarilla que dejaba pasar rayos de calor, la población empezó a aplaudir, pero, por el poder de los gritos hicieron explotar la delicada máquina, quebrando el techo de la escuela, donde, poco a poco salieron grietas, dejando ver una luz de la explosión que duro un instante.

Y así, la ciudad gris, volvió a ser la misma.

- Vito ¿Tienes otro libro de puzzles?.

- No Damián, tengo el diario de hoy.

- ¡Que tragedia!

[Historias creadas por mí]

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