Dulce

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Fíjate, ahí va, coqueteando con los muchachos, alguno que otro le regala flores, dulces y hasta algún reloj. Tiene encantados a todos los del barrio, cada uno de ellos no deja de pensar en ella. Algunos aprendieron a bailar para conquistarla en la pista de los sábados, otros, aprenden a hablar francés, ya que, según ellos, es el idioma del amor pero hay un muchacho diferente entre ellos.

Su aspecto puede pasar desapercibido entre la mayoría, no suele ser el más ruidoso ni el más encandaloso con su vestimenta, sabe hablar inglés, portugués y aprende chino, sabe bailar salsa y cuarteto además de ser amante del tango, suele escuchar rock y músicas modernas, también, es buen mozo entre las damas.

Pero no está enamorado de ella, viven cerca, pero él solo va a buscar a su amigo para llevarlo al trabajo, su mirada ni siquiera cruza al cuerpo de Irina, la más bella y famosa del barrio, pero, aunque nadie lo ve, yo si pude observar, como ella lo miraba.

Podría sonar raro y hasta curioso como de tantos pretendientes, ella, solo miraba a un hombre de bajo perfil pero que, de ese silencio, emanaba un aura de miles de deseos, aventuras e ilusiones.

Irina, una chica joven en busca de un marido, que, dada las circunstancias debía por obligación buscar al más atractivo físicamente y financieramente, algo que del barrio sobraba, en consecuencia, visitaba las plazas por las tardes, cuando ningún joven trabajaba. En los días sábados asistía a las fiestas con los mejores atuendos que alguna mujer se haya podido probar.

Mientras que el muchacho de bajo perfil, llamado Enzo, concurría a la plaza para descansar con su amigo, que, se perdía yendo a buscar a Irina. Los sábados, frecuentaba solo para relajarse y tomar un trago, charlar con algún amigo o bailar con alguna dama.

Enzo sin darse cuenta, en medio de la pista, invitó a Irina para bailar, ambos chocando con la mirada tuvieron un cruce único que pasaría una vez cada mil años.
Sonaba salsa y el muchacho empezó a bailar junto a ella, parecían 2 gotas de agua, coincidían en todos los pasos, se divertían y lo pasaban como si fuese el último baile.

Quien diría, que una mujer tan explosiva bailaria con un hombre tan poco llamativo.

La mirada celosa de los que no bailaban con ella prontamente tomaron protagonismo, abucheando a Enzo, tratándolo como poco hombre para Irina, que, esta al escuchar esos insultos les arrojó una mirada fría como nunca antes fue vista.
Fue la primera vez que la alegre y coqueta cara de ella se transformó en una frialdad absoluta.

Pasaban las canciones y seguían bailando, estaba a punto de amanecer, ambos estaban en su clímax y parecía que los uniría un beso dulce.

[Historia creada por mí]

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