Día 02: Inseguridades.

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Disclaimer: Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen; créditos correspondientes a Kōhei Horikoshi. Posible (o mucho) OoC en los personajes.

Notas: No sé porque se me ocurrió cuando vi a Bakugou reír por primera vez —en el capítulo donde está en curso para la licencia de héroe y se ríe de Todoroki—. Simplemente se me ocurrió.

Ella podía notarlo

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Ella podía notarlo. Podía notar que Bakugou Katsuki no era una persona a la que fácilmente le pudieses sacar una sonrisa y, por un tiempo, había supuesto que no tenía nada de extraño, que simplemente así era su carácter y no habían muchas cosas que lo hicieran reír genuinamente.

Sus risas sardónicas no contaban, todas eran con el afán de burlarse descaradamente de sus contrincantes o de quienes considerara inferiores a él —en su mayoría todos—, así que pensó que Bakugou no sabía reír de otra forma que no fuese esa.

Tiempo después, una cosa llevo a la otra y ella hizo reír genuinamente al bravucón y temperamental chico de la clase. Fue una risa corta, pero fue suficiente para deslumbrarse por haber logrado tal hazaña.

Luego de aquel evento, se encontró a sí misma buscando todo tipo de maneras para crear una nueva risa de tal magnitud, esas que eran sinceras y abiertas, esas que hicieron que su corazón bombeara alegre.

Pero era tan difícil como encontrar el final o el comienzo de un arcoíris.

Incluso llegó a pensar que la primer risa que presenció de él había sido una quimera, una fantasía que su mente recreó para ella y de la cual involuntariamente quedó tan prendada como para asegurarse a sí misma día y noche que era verídica.

Estuvo por darse por vencido en hacerlo reír nuevamente de esa forma no veía muchos avances y, aunque sus sonrisas ladinas la derritieran, esas tampoco contaban. Seguiría haciendo cosas para hacerlo reír, eso lo podía hacer sin cansarse porque le encantaba convivir con el rubio, pero ya no quería crearse falsas esperanzas.

Ya no lo vería reír nuevamente de esa forma.

O eso pensó.

Denki Kaminari... lo había hecho reír.

Fue algo sincero, fue algo sin malicia, fue algo deslumbrante y hermoso. Pudo ver su rostro iluminándose, sus cejas arqueándose ligeramente para arriba y sus ojos entrecerrándose con levedad ante el vibrante y embriagante sonido que expulsaba su garganta; incluso alcanzó a ver un pequeño óyelo marcándose en su mejilla derecha... pero la curvatura que ella ansiaba ver fue bloqueada de su campo de visión por, nadie más ni nadie menos, que el mismo Bakugou.

Había tapado sus labios al reír.

¿Por qué?

¿Por qué mierda le privaba del espectáculo completo?

Si bien se sintió sumamente feliz al ver todo lo demás, obviamente ansiaba ver la curvatura que sus rosados y varoniles labios formaban.

No entendía cómo Bakugou podía poseer semejante sonrisa y ese tono de alegría sincera tan agradable si se negaba egoístamente a compartirlo con los demás.

—Deberías reír más —soltó con aparente desinterés mientras ambos estaban sobre el techo de un edificio. Estaban en medio de una misión en la que debían impedir un robo del cual habían sido notificados con antelación—tontos, tontos villanos—, pero al ver que los villanos se habían retrasado en su propio asalto, no pensó que estuviese mal soltar esa sugerencia ahora que estaban solos —. Tú sonrisa y risa son bonitas —ajusto sus binoculares sobre sus ojos y miró la calle frente a ellos, estando siempre atenta.

Pasaron varios segundos antes de que Bakugou contestara.

—¿Estás de broma? —preguntó en un tono bajo y de irritación.

—Nop —contestó Uraraka, sin despegar su vista del frente —. Desde hace unos meses creo que deberías reír más. Bueno, siempre lo he pensado, pero ahora ese pensamiento no me deja tranquila, exactamente desde que te escuche reír por primera vez. Además, note cómo te tapabas los labios cuando reías hace un par de semanas y me moleste un poco porque yo quería verte sonreír así de sincero. Me gusta, me gusta mucho como ríes y pienso que te ves mucho más lindo.

Sí, cuando Uraraka estaba concentrada, se volvía un poco —mucho— más sincera cuando hablaba. Suponía que era algo completamente involuntario ya que estaba tan ensimismada con su tarea, pero así era ella y todo lo que decía estando en ese transe era totalmente verídico.

Katsuki miró a Uraraka como si le hubiese salido una cabeza extra, sin embargo, pudo sentir sus mejillas sonrojándose un poco.

Al ver que la castaña seguía centrada, se atrevió a hablar.

—No me gusta reír. Cuando lo hago tan abiertamente suelo recibir miradas... raras. Supongo que nadie está acostumbrado... o sencillamente no les agrada mi sonrisa —su ceño se frunció y comenzó a observar el panorama con sus propios binoculares —. Quizá mis labios son demasiado delgados, o uno de mis dientes está chueco o incluso es desagradable a la vista los colmillos que tengo —soltó un suspiro —. Sí, quizá es eso —se contestó a sí mismo.

Uraraka alejó los binoculares de su rostro y miró a Bakugou con incredulidad.

—Nadie nace con dientes perfectos, me gustan mucho tus colmillos y... tus labios son muy lindos —Uraraka sonrió, un tanto sonrojada por lo que estaba diciendo —. Además, el sonido de tu risa me gusta. Suena muy bien. De hecho —miró el cielo unos segundos, sintiendo como sus cabellos se movían y rozaban con ligereza su rostro y cuello ante la fresca brisa —, creo que me gustas —confesó, provocando que Bakugou casi soltara al vacío sus binoculares —. Sigue sonriendo y, por favor, no tapes tus labios cuando lo hagas.

Ella no lo notaba, pero el corazón del mayor estaba latiendo fervientemente contra su tórax mientras que un arrebol comenzó a cubrir su rostro sorprendido. El chico de risa linda la veía con un brillo particular en el rostro y una emoción latente en su interior.

Se sentía bastante feliz.

—¡Oh, mira! ¡Parece que nuestros clientes llegaron! —se levantó del suelo con una sonrisa retadora en su rostro, cautivando al chico de cabellos rubios. Después de tronar sus dedos, la castaña desvió su mirada hasta Katsuki y, sin dejar de sonreír, le tendió su mano —. ¿Vamos a patear sus traseros juntos, compañero?

Bakugou la miró con impresión unos segundos antes de —finalmente— sonreír sin ningún tipo de tapujo, aceptando la mano que se extendía hacia él.

—Quién patee menos traseros paga la cena del otro, Cara de Ángel.

—¡Es un trato! —exclamó emocionada y sonrosada al ver la brillante sonrisa que Bakugou Katsuki le estaba dedicando a ella, solo a ella.

Sin saber en ese momento que la mayoría de las sonrisas que ese gruñón hombre procreara tendrían como motivo el nombre de Uraraka Ochako.

Porque si a ella le gustaba su sonrisa, no le importaba absolutamente nada más para sentirse confiado de esta.

Porque si a ella le gustaba su sonrisa, no le importaba absolutamente nada más para sentirse confiado de esta

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