Día 05: Tarjetas.

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Disclaimer: Los personajes de Boku no Hero no me pertenecen; créditos correspondientes a Kōhei Horikoshi. Posible (o mucho) OoC en los personajes.

Bakugou no era el novio más expresivo del mundo, incluso dudaba que fuese un humano que no expresara más que furia y superioridad, pero así lo amaba

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Bakugou no era el novio más expresivo del mundo, incluso dudaba que fuese un humano que no expresara más que furia y superioridad, pero así lo amaba.

Además, él sabía compensar su falta de exteriorización con lo que fue el inicio de su hermosa, divertida y alocada relación de noviazgo.

Mientras terminaba de acomodar las últimas cajas de su reciente mudanza, Uraraka encontró en una de estas el pequeño cofre que compró en sus años en la academia para guardar todas las notas y cartas que el rubio le hacía.

Una sonrisa tonta se plasmó en su rostro y no dudó en abrir el cofre, encontrándose con un sin fin de papeles de colores que ella guardaba con todo el amor del mundo.

Fue hasta el fondo, buscando el primer post-it que Bakugou le había dado.

Esa tarde el salón estaba vacío y ella había olvidado uno de sus cuadernos —como de costumbre— así que volvió al aula para recuperarlo e ir después a los dormitorios.

Cuando tomó su libro y giró levemente su muñeca para guardarlo en su mochila, pudo entrever un papelito color naranja que sobresalía entre las páginas.

Recordaba haberse extrañado ante esto, ya que ella no tenía post-it de ese color, solo lilas y rosados.

Lo sacó de entre las páginas del libro y leyó su contenido, sintiendo como sus ojos se explayaban y su mano comenzaba a temblar levemente.

«Te veo en el patio trasero de los dormitorios. Si se te ocurre faltar, te mataré.

Atte: Bakugou».

En ese momento, ella había comenzado a temer por su vida. ¿Habría hecho algo malo? ¿Lo había molestado con alguna de sus acciones? ¡¿Era demasiado redonda para su tolerancia?!

Todas esas dudas se extinguieron y dieron paso a la perplejidad cuando el rubio le confesó que estaba enamorado de ella, y que desde ese momento, comenzarían a ser novios.

No pudo negarse, le daba miedo hacerlo y además, él sí le atraía.

Uraraka rió y dejó el papelito a un lado.

Su mano hurgó un poco más y encontró un nuevo post-it, encontrándose con uno que la hizo sonrojar levemente.

«Me encantas, no lo olvides nunca. Tú, tú redondez, tus respetables agallas, tú forma de desafiarme, tú heroísmo, tú forma de ser, tú cuerpo, tú sonrisa, tus ojos, tu aroma... tú. Me fascinas».

Ese pequeño post-it lo había escrito para ella después de haber notado cómo estaba un poco insegura y triste respecto a las incontables chicas que estuvieron tras él en la preparatoria.

Cuando veía esas escenas en donde las chicas buscaban la atención del rubio, ella no podía evitar sentirse insegura y triste. Sentía que ella no era nada comparada a ellas.

Bakugou siempre las ahuyentaba, pero la inseguridad seguía ahí y no era culpa de él.

Cuando la descubría triste por eso, él se dedicaba a abrazarla y repetirle una y otra vez: "Me gustas, me gustas, me gustas", mientras le daba besos y caricias.

Siempre ayudaba, de verdad lo hacía, pero él rubio pensaba que eso no era suficiente y siempre le dejaba pequeñas notas con cosas así escritas, cosas que para ella eran tan tiernas como efectivas, ya que siempre se sentía muy feliz y segura cuando las leía.

Cuando él se lo proponía, solía ser la cosa más dulce y romántica del planeta entero.

Soltó un suspiro enamorado y colocó la nota sobre su pecho.

Tomó una carta más, encontrándose con algo que tensó su sonrisa.

«Estás tan jodidamente buena».

Sí, esa se la había lanzado en medio de una clase, provocando que casi fuese descubierta debido a su furioso sonrojo y la sonrisa burlona de su novio.

—Mejillas, ¿dónde quieres poner estas macetas? —Katsuki Bakugou entró en escena, llevando consigo un par de plantas desérticas —. Pensaba ponerlas en el balcón, ¿no?

Cuando miró a su novia sentada sobre el suelo, estiró un poco su cuello para ver lo que sostenía.

—Sigues estando jodidamente buena, creo que incluso mucho más —una sonrisa socarrona se pintó en su rostro —. Ahora que viviremos juntos, me encargaré todos los días de recordártelo. Con notitas o sin notitas, tú decides.

—¡Cállate, maldito pervertido!

Sí, su novio podía ser una cosa bastante dulce, pero también podía ser una maldita bestia pervertida.

Sí, su novio podía ser una cosa bastante dulce, pero también podía ser una maldita bestia pervertida

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