Epílogo

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Años después

— ¡Satoru!— Sayu gritó desde la habitación con el secador de cabello encendido. — ¡¿Puedes abrir la puerta?! — Gojo estaba vestido con una camisa azul oscuro y había sacado sus gafas favoritas para usar en su cita de esa noche. — ¡Deben ser los chicos!

El más alto se levantó con su pequeña niña en brazos. La menor se había estado dedicando a llenarle de saliva el rostro mientras esperaba a que Sayumi estuviera lista para salir. Yui Gojo tenía poco más de un año y había heredado el cabello blanco de su padre.

Fujisaki solía quejarse de haber llevado a la pequeña en su vientre nueves meses y tener que atravesar un parto doloroso para que la niña no luciera para nada como ella. Yui era una copia de su padre, era también la mayor adoración de sus progenitores.

— Megumi viene a cuidarte, mi cielo. — levantaba a la bebé frente a él y ella en respuesta le sonreía mostrando sus diminutos dientes. — ¡Oh, veo que Megumi te agrada!

El timbre sonó de nuevo y Satoru abrió la puerta, esperaba solo a Fushiguro, pero en el umbral estaban seis hechiceros listos para ser los niñeros de la hija de los profesores.

— Por eso dijo chicos — murmuró para sí mismo. — ¡Pasen!

Meguimi, Nobara, Itadori, Maki, Toge y Panda se adentraron al hogar que compartía la familia y que tantas veces habían visitado, especialmente Fushiguro. Él incluso tenía su propia habitación por insistencia de Fujisaki.

Gumi — la menor alzó los brazos en dirección al azabache, quien la tomó en brazos sin dudarlo.

No tardó ni un segundo en comenzar a tirar de los cabellos desordenados del joven que la sostenía. Yui había estado creciendo siendo mimada por su padres y los jóvenes que con frecuencia la visitaban, pero su vínculo con Megumi era especial, adoraba a Fushiguro, se debía en principio a que Sayumi constantemente le decía que el azabache era como su hermano mayor.

— No esperaba verlos a todos hoy. — comentó Gojo con una sonrisa.

— Tienes saliva de bebé en la cara. — Maki señaló la mejilla del mayor. — Creí que no podías ensuciarte con tu infinito.

— No voy a usarlo mientras sostengo a mi hija.

Gojo podría haber sido un profesor un poco desatento o un hechicero extravagante, pero sin duda se había convertido en un padre excepcional desde el primer día.

— ¿Dónde está Fujisaki? — preguntó Itadori.

— Está terminando de arreglarse.

— ¿Qué planean hacer en su cita? — Nobara estaba en el sofá, sentada a lado de Maki, mientras hablaba.

— Es un secreto. — Gojo se llevó un dedo a los labios con una sonrisa.

— Harán otro bebé. — Maki le susurró a Nobara causando que ambas rieran en voz baja.

Los tacones de Sayumi no resonaron por la escaleras. Gojo se había encargado de reemplazar su brazalete con otro objeto maldito que le permitía caminar sin tener que preocuparse por su hipersensibilidad.

— ¡Chicos! — todos se giraron a ver a la mayor. — Gracias por venir hoy.

Ella se había hecho cargo de los chicos de segundo desde su regreso al mundo de la hechicería y gracias a Gojo y Fushiguro se había vuelto cercana a Itadori y Nobara.

— No es nada. — Panda le sonrió desde el otro lado de la habitación. — Todos adoramos a Yui, incluso Maki aunque no sonría mucho.

Salmón. — agregó Inumaki asintiendo.

Te Recuerdo - Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora