- ¿Quién? - levantando la vista de los documentos de su escritorio miro al frente topándose con la cabellera blanca de un hombre agachado hacia ella
-Príncipe Aries De Grecia su majestad, acaba de llegar al palacio- menciono el consejero
-Si...tráelo- contesto haciendo que sus damas de compañía tomaran los documentos y los guardaran para dejar el escritorio libre y así ella pusiera sus manos sobre este.
Espero durante algunos minutos en su oficina cuando de nuevo alguien toco a su puerta para informarle que el príncipe ya estaba en el jardín principal junto al acompañante de su reino y su consejero, esta vez por ser su primer concubino traído como regalo de otras tierras decidió ir ella a verlo por primera vez, algo diferente a la tradición en la cual se presentaban a las concubinas en los aposentos el rey para pasar la noche después de la ceremonia tradicional. Al llegar vio a tres hombres sentados un una mesa con lo que sería posiblemente un antojo antes de la cena, su concubino (al que pudo diferenciar por los retratos antes enviados) era el que más destacaba, era joven de buen aspecto tal vez un veinteañero medio, tenía el cabello más largo que ella, llegándole a la cadera de un lila claro, sumamente liso, ojos lilas de lindas pestañas largas, boca pequeña y delgada, alto 1.86, piel pálida como la nieve, evidentemente de cuerpo ejercitado pero no lo suficiente como sus soldados, llevando un traje gris pálido, con joyas colgando de sus orejas y un broche de plata adornado con diamantes sujetando su cabello de un lado, una camisa blanca que casi se confunde con su cuerpo y botas blancas con suelas doradas. Él era toda una belleza, como una obra de arte con aire hogareño. Encantada quedó al ver los modales que el hombre le mostraba.
Hizo una reverencia grande, mostró respeto hacia ella y con cuidado de que su voz sonara armoniosa habló en dirección a ella, como si fuera la única en los jardines.
-Me presento su majestad soy Aries de Grecia hijo de Aries- levanto un poco la cabeza para mirar a la reina a los ojos. Él sabía que la reina era hermosa, solo que no creyó que quedaría tan idiotizado al tenerla enfrente, se sintió desnudo al saberse observado tan atentamente por ella.
-Aries... Espero hayas tenido un agradable viaje, descansa para que en la cena me acompañes cómodamente. Retírense- la reina saboreo el nombre en su boca, dando una orden para que el príncipe fuera a descansar e inmediatamente poderlo tener más tarde junto a ella, logrando que los otros dos recién llegados hicieran lo mismo y la dejaran sola.
-Con su permiso su majestad, estaré esperando ansioso la hora de la cena- contesto Aries con una sonrisita imperceptible tratando de parecer misterios y no tan imponente y rudo como pensó que seguro se veía, sin más se retiraron.
PRÍNCIPE ARIES
Tras tal breve presentación, nos condujeron a una habitación de buen tamaño, pero aún no al harem. Mi acompañante se despidió de mi para volver a mi reino e informar que ya había llegado al castillo.
Cuando al fin me quedé solo pude ver un conjunto de ropa en una esquina de la habitación, era un traje hermoso, tomé la decisión de darme un baño para relajarme mientras esperaba la hora de volver a presentarme a su majestad más adecuadamente como su futuro concubino.
No esperaba que la reina fuera tan hermosa, realmente los rumores y retratos no le hacen justicia, raramente... me sentí nervioso con ella en la misma habitación y para acabar acompañados... No creo que vaya a poder estar a solas con ella sin que se me salga el corazón o algo.
Su presencia en los pocos minutos que la presencié da algo de miedo, casi como si me fuera a comer.
Al cabo de tres horas de salir de la bañera llamaron a la puerta para anunciarme que la cena se serviría en una hora, así que con ayuda de unos sirvientes me cambie a ropas algo más formales, un pantalón blanco, camisa escotada blanca, un abrigo negro de botones dorados y botas negras con delineados dorados. Como adornos ya que llevé parte de mis joyas en mi equipaje decidí ponerme un broche de plata negra con diamantes en la parte de atrás de mi cabeza sujetando mis mechones que se venían a la cara, aretes que colgaban con forma de lluvia y anillos a juego.
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En el harén de la Reina
Novela Juvenil-Ahora se hará la promesa de los concubinos- Los chicos estaban nerviosos pero igualmente estaban decididos... Todo sea por el bien mayor. -Prometo complacerle, no dejarle, satifacerle y ser por siempre suyo- Prometieron en voz alta los muchachos co...