Capítulo 3

43 7 5
                                    

Ya paso un mes y este día toda la servidumbre del palacio estaba más apurada de lo normal ya que hoy habría una fiesta en el palacio para darle la bienvenida a nuevos inquilinos en nombre del reino vecino y a sus representantes. Aries se había vuelto aún más cercano a la reina luego de pasar casi todas las noches del mes en sus aposentos acurrucándose por las noches en su pecho, se sentía contento con ella, como si por fin después de tanto tiempo hubiera alguien dispuesta ofrecerle un poco de cariño, prestarle atención, a escucharlo a él y las historias que solía inventar en su cabeza producto de todo el tiempo en su reino que tuvo que reprimir sus ideas y sueños, a la reina le gustaba también escucharlo hablar por lo relajante que se sentía con tener sus voz por sus oídos, escuchando tan interesantes historias y su cálido cuerpo entre sus brazos.

Esa noche en especial, después de tanto tiempo, dormiría solo en sus aposentos de nuevo, esto no le agradaba mucho ya que se había acostumbrado a la presencia y calor que le brindaba su majestad pero entendía que no solo estaría él para siempre y que tarde o temprano llegarían varios concubinos más, esto se lo advirtió su maestro... "llegaras primero y por eso es que te dará mayor atención a ti quizás todo el primer año, eso depende de ti pero recuerda que tú no eres el único y no te puedes poner celoso cuando te empiece a dejar, ella tiene que ver que no eres débil"... fue lo que le dijo él al momento de su partida como un consejo, claro no todo era color de rosa a pesar de que era el favorito por el momento, lo que le hacia la vida más "fácil" según sirvientes y otras personas, también estaba al tanto de aquellas palabras que se decían de él en el pueblo como por ejemplo la típica de "extranjero embrujador" por haber llegado antes y lograra que su majestad pasara más tiempo con él, haciéndolo el favorito asegurado. Pero ahora ya no le tomaba tanta importancia como antes, que se le escapaba una mueca de dolor al escucharlo, ya que la reina se había encargado de quitar este dolor con besos, mimos y explicándole la razón de estas palabras estúpidas, celos y envidia por que sus hijos no entraron al harem, gracias a esto ahora cada que escuchaba esto no podía evitar sentir orgullo y mirarlos hacia abajo por su gran logro que daba a los demás de que hablar, sabiendo que no iba a perder... sincerándose con él mismo se sentía un poco mal ya que esta no es la clase de educación que había recibido de su maestro pero sentía que al fin podía ser el mismo sin temor a que lo regañasen, se sentía por primera vez en su vida libre de reglas y comenzaba a hacer lo que le gustaba ya que la reina le proporcionaba todo tipo de materiales y libros para entretenerse en sus horas libres y cuando ella estaba ocupada, ella realmente lo tenía consentido.

Ya casi daban las ocho y por el momento se encontraba encerrado en su habitación terminando de leer un libro, cuando escucho pasos acercarse a él lo que se le hizo raro ya que nadie había llamado a su puerta, instintivamente volteo y encontró a la mujer con mayor altura de lo habitual seguramente por los tacones que llevaría que no se dejaban ver por el gran vestido negro con encajes rojos a juego con la flor que sostenía su coleta alta, corona de rubíes y labios rojos como los pétalos de rosa que adornaban los ventanales de su habitación, la encontró observándolo con una sonrisa afinada a su dirección.

-Buenas noches, ¿te interrumpo mi ram?- pregunto con tono juguetón llamándolo por ese apodo que le había puesto días atrás mientras él le platicaba el gran respeto que sentía por aquel animal que pastoreaba de vez en cuando y al mostrarle una pintura que él mismo hizo de este, cuando de repente ella soltó un "te pareces a esa criatura, eres igual de imponente y apuesto a primera vista, así te llamare de ahora en adelante, mi ram, realmente me siento frente a una criatura de porte ancestral Aries". Sonrió ante el recuerdo y bajo la cabeza en dirección a la reina como saludo.

-Jamás estaría ocupado para usted su majestad, ¿sucede algo?, creí que ya estaría en la celebración- comento mirándola un poco preocupado, parándose y yendo a paso corto a donde ella.

En el harén de la ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora