Ana podía sentir el escalofrío en su cuerpo.
–Asi que aún piensas que soy una cobarde, ¿Eh?.–Se acercó
–Bueno solo recurres a los sueños para aparecerte, lo cual no es muy justo, a mi parecer.–Respodió al fin algo fuera de lo común.
–¿Justo?, ¿Crees que me importa la justicia?. ¡Eso es para estúpidos! Yo soy la más fuerte. Nadie puede contra mi. Y tú deberías cuidar tus palabras, humana, porque tú estilo de vida no es el más santo, y créeme cuando te digo que estás a punto de ir al infierno.–Se acercó peligrosamente.
–La verdad, si hay chicas como tú en el infierno, no me importaría quemarme un poco...–Respondio Ana