–Ya me diste lastima maldita. Ahora será mejor que me des algo que quiero...–Se levantó, intentando no mirar a Ana
–¿Algo que quieres?–Preguntó Ana intentando recomponerse.
–Un alma pura...–Sonrió.–Como la de tu amiga Daniela Romo.
–¡No..¡A ellas no las metas!.–Dijo Ana embravecida.
–Ellas también jugaron, por lo cual me pertenecen. Lo único que necesito es que la hagas decir mi nombre seis veces.–Le exigió.
–Ya eh di-
–¡Por ahora te callas!.– Su mirada oscura lograba asustar un poco a Ana, pero no quería flaquear.–Mientras más espero, más haré que sufra...Tengo el poder de convencer a la gente y sobre todo si son personas como Diana paredes...
