– ¿Entonces soy la reina?.–Sonrió Ana.
–Si. No tienes más poder que yo, pero eres algo así.
–¿Y puedo acostarme con quién quiera?.
–Nadie más posee lo que es mío.
–¿Y puedo acostarme contigo cuando quiera?.
–Cuando yo quiera.
–¿Y ahora quieres?.
–Esta bien....Eres muy ardiente cuando quieres, chica.
–Y siempre quiero.–Sonrió.
En los aposentos privados de Vero, se recostaron sobre la cama.
Ana realizó una perfecta felación qie Vero no pudo evitar acabar varias veces.
Pero a Ana le gustaba en modo mujer total y claramente Vero tampoco se resistiría.
En el momento en que Vero unió sus dedos dentro de ella, fue como una chispa en su cuerpo. El orgasmo no dudo en tardar.
–¿Así que te encanta esta posición?. Eres una sucia...– Decía Vero, regalandole un segundo orgasmo no mucho tiempo después.
Ana se sentía en el...el infierno. Un jodido u maravilloso infierno.
Vero sabía lo que hacía, y lo sabía muy bien. Su estúpidamente sexy, y caliente sonrisa la lograba excitar a niveles impensables.
Ahora era la mujer del diablo, y el diablo es una mujer.