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Este era el momento en que deseaba que el muy estúpido timbre sonara. Pero por lo que siento que es cuando a él le da la gana.

En el pupitre de adelante tengo a Paloma, está muy centrada en la profesora de turno la cual esta dando una charla por ser el último año -bla, bla,bla- solo eso escucho.

Veo que saca una hoja de su carpeta, al parecer, es la lista de estudiantes de la sección.

Por los que veo, somos muy pocos este año, el mismo grupo con el cual estuve el año pasado. A excepción de Paloma y la chica que esta en la tercera fila, casi a lo último. Me llama la atención sus rasgos achinados.

Veo la hoja llegar a mí. Al aparecer debo firmar, pero algo me detiene, y es lo mismo de todos los años.

¿Naoby? ¿Enserio?

—Profesora. —exclamo y logro su atención.

—Dígame, Alcáraz.

—Tengo un problema con la transcripción de mi nombre. —ella se acerca y busca. —Nahoby lleva H intercalada. —le miro.

Frunce el ceño al ver la situación.

—Llevare la queja a coordinación, que bueno que se percató. —sonríe muy amablemente.

—Es un dilema anual. —encojo los hombros.

—Entiendo.

La lista sigue pasando y la Profesora coloca en sobre aviso a los demás alumnos si se percatan de algún error.

Así duramos como 15 minutos hasta que...

—¡RIIIIIINGGGG!

Ohzzii

Soy unas de las primeras en salir y me topo con mi guitarrista.

—Holaaaa. —me saluda Mauro.

—¿Qué hubo? ¿Qué tal te fue?

—Muy bien creo, algo para tener dos materias pendientes. —Ríe.

—¡Hola Mau! —Llega Paloma.

Mauro la saluda.

Estuvimos largo rato hablando los tres en el mismo sitio, hasta que volvió a salir a sonar el timbre.

Enserio ya me esta cayendo mal.

Él regreso a su aula y nosotras nos sentamos en unos bancos allí cerca de la nuestra. Al parecer teníamos esta hora libre.

Se nos acercan las chicas de mi sección, e incluyendo a la nueva.

Siempre me lleve muy bien con ellas, son buena onda, Paloma ya las acogió también, y es buena señal. Hablamos de nuestras vacaciones, aventuras, rupturas de algunas, noviazgos de otras.

—¿Y tú, Nahoby? ¿Que tal Mauro? —Miranda me pregunta muy picarona.

Cosa que no pude responder porque llego otro centro de atención, bueno, al menos para ellas.

*~*
Buenos Aires, Argentina.
1938.

Regreso el otro día al hospital en busca de Ilhiana nuevamente. Llevo un ramo de sus flores favoritas, rosas blancas.

—Buenos Días señorita, vengo a visitar a la Srta. Ilhiana Álvarez.

Me responde los buenos días y comienza a buscar en unos archivos.

—Lo lamento Señor. La Señorita Ilhiana falleció ayer a las 11:45 de la mañana. —guarda la carpeta. —Mis condolencias.

Escuchar eso fue como recibir un balde de agua fría en plena mañana de invierno.

—¿En dónde la tienen? —pregunto con mi voz hecha un hilo.

—Está en la morgue, su cuerpo aún no ha sido reclamado. —se sienta en su escritorio. —Hemos tratado de comunicarnos con algún familiar pero no se da con ellos.

—Yo me la llevaré. —hablo sin pensarlo. —No la dejaré ahí tirada.

—¿No es familiar directo cierto?

—No señorita, tristemente no as así. —respiro hondo. —Pero si no la saco de aquí, aquí se quedará, ella se desvinculó de su familia a los 19 años por problemas internos. Nadie vendrá por ella.

—¿Y usted de dónde la conoce?

—Nos conocemos desde los 17.

La rubia piensa un poco. Me observa nuevamente.

—Confiare en usted. —me dirige la palabra. —Se le entregará a usted el cadáver.

Cadáver. Rebota una y otra vez en mi cabeza. No puedo creer que la veré como un cadáver.

Ahora simplemente quiero regresar el tiempo, y poder decirle todo lo que tenía por dentro. Ahora entiendo perfectamente la frase "Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde", y esta vez la perdí, pero para siempre.

—Gracias señorita. —le dejo el ramo que le traía a Ilhiana. —Tenga. Y no quiero negación.

—Oh, está bien. —la noto tímida. —Gracias, y nuevamente lo lamento.

Me dirijo hacia la morgue para buscar el cadáver de quien un día fue Mi Reina y El Amor De Mi Vida.

*~*

Estamos en el cementerio con el cuerpo de Ilhiana, nos encontramos Melissa, mis hijos, un par de personas más, y yo.

—En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Culmina el Padre para luego proceder a meter el ataúd al hueco. Ayudo a llevarlo hasta allá, para luego cerrar la tapa, pero antes de eso, admiro nuevamente su rostro angelical, lastimosamente ya no podré ver sus hermosos ojos café, las lágrimas se hacen presente pero me hago el fuerte, no la quiero dejar ir, pero debo hacerlo.

Hago las señas correspondientes para comenzar a tapar el hueco, mi hijo mayor Sebas, el cual tiene 17 años, se acerca con lágrimas en los ojos.

—Hubiese deseado que ella fuese mi madre. —lanza una rosa al hueco. —Yo sé que ella hubiese sido la mejor mamá.

Y eso me desmoronó totalmente, no aguante el llanto al igual que Sebastián.

—Yo también quería lo mismo hijo mío. —casi ni me sale la voz. —Ella también quería.

Ilhiana nunca tuvo hijos, a pesar de que esa fue su gran ilusión. Pero se ganó el cariño de Sebastián y Martín en tan poco tiempo.

Pero Sebas nunca vio una imagen materna, su madre no quiso estar a su cargo, y debido a eso yo lo terminé criando desde el primer día.

Martín si conoce a su madre, por eso no causo tanto impacto con Ilhiana.

Todos se van yendo de a poco. E inclusive Melissa y Martín, ya que está empezando a llover. Sebas se queda conmigo.

—¿Donde está la lápida? —pregunta.

—Allí la traen.

Está todo listo para colocarla, puedo observar como los hombres que están encargados hacen el trabajo.

Después de 10 minutos todo esta listo y me acerco.

Ilhiana Salomé Álvarez Rivero.
1902—1937.
Q.D.E.P

—Te Amo, Ilhiana. —susurro para mi. —Ojalá nos volvamos a encontrar, Mi Reina.

Siento la mano de mi hijo en mi hombro.

—Creo que es hora de irnos papá.

Asiento, me agacho y dejo un ramo de rosas blancas encima de la tumba. Me levanto y camino junto a Sebas hacia la salida del cementerio, dejando atrás a Mi Amada, a Mi Amor, a Mi Reina...

Al Amor de Mi Vida.

Más Allá De Una Vida. [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora