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Todo estaba a la perfección, tan calmado y pacífico con ese olor característico a lavanda, lo que significaba que sus empleadas de limpieza habían realizado un muy buen trabajo en arreglar, ordenar y limpiar toda mugre inexistente de su oficina.

En su trabajo le gustaba la limpieza, el orden y el silencio, todo lo contrario cuando estaba en la cama con Jung, su Joven Alfa. Ese hormonal que a logrado doblegarlo con tan solo la mirada, cada toque y con cada palabra.

El joven no se cansaba de recordarle lo hermoso, inteligente y valioso que era para él, una suerte de tener a tan experimentado Omega que lo satisfacía tan bien en la cama como fuera de ella.

Y San confirmaba lo mismo de Jung Wooyoung, su esposo Joven. Ese que cuando sonríe achica sus ojos y produce esas tiernas arrugas a lado de ellos, ese con aroma a café negro que lo reconfortaba al llagar a casa y lo envolvía con tanto amor para que pudiera estar feliz. Y lo era, es muy feliz a lado de Wooyoung, ese que algunas veces lo han llegado a confundir como su propio hijo.

Ya estaba acostumbrado que la gente chismosa que aunque sabían la verdad, que Jung era su legítimo esposo, se osaban por querer burlarse sacando el tema de que Wooyoung pareciera más su hijo que su Esposo. Pero una vez Jung como todo Alfa puro con los instintos más desarrollados, tan posesivo y territorial les gruñía a los entrometidos que trataban de darle un mal día, logrando así que lo dejasen de molestar como follandolo en la cama para demostrarle que prefería hacerle el hijo a él.

Wooyoung es todo un maldito provocador, siempre lograba su objetivo y no hay nada en lo que San le digiera que no, porque de una u otra manera lo conseguía. Es listo, inteligente, calculador, posesivo y un perfecto hijo de perra buenísimo en la cama. Sólo para San, por supuesto.

Logrando una de las más grandes hazañas que dejo perplejo a los miembros de su agencia, y eso era la sumisión del gran macho Omega león. Un jefe estricto y calculador, persistente y ordenado que no le pesa la lengua al decirle las verdades en su cara a quien le dé la puta gana. El Jefe Omega de treinta años que fue domado por un Joven Alfa de veinte años.

Un puto adonis, que logra lubricar a cada omega en la agencia de su esposo. Un Joven Alfa que le importa mil hectáreas de mierda quién se moje las malditas bragas cuando él solo tiene para él a un Omega macho maduro a quien anhela ver lubricado y preparado solo para él.

Ama a San, desde la primera que captó su Olor deseo tenerlo solo para él y una vez lo logró sería muy difícil que lo dejase ir. Tan posesivo, territorial y celoso. 

San tecleó unas cuantas palabras antes que todo su cuerpo vibrara en emoción ante el Aroma a café que llegó a su nariz, informándole que su Esposo Joven andaba por ese territorio y que no faltaba mucho para que llegase hasta donde él. Y el deseo de verlo le llegó como relámpago, anhelando tenerlo ya ahí mismo.

Aún no se acostumbraba a las malditas sensaciones que Jung provocaba en su cuerpo, es como si por si solo reaccionase a tan solo su olor cuando no estaba presente. Estaba colado hasta las trancas por ese tonto Alfa.

Y no paso mucho tiempo cuando la puerta de su oficina fue abierta, impactando en su rostro el fuerte olor a café negro cargado de deseo y anhelo.

Jung lo estaba llamando con su olor.

Entonces levantó su mirada para encontrarse a su esposo pulcramente vestido como a él le gusta, traje a la medida limpio y ordenado, cabello negro liso con un perfecto partido en medio, perfumando y porte dominante.

Ese era su Wooyoung.

Ese que le hace lubricar como en esos precisos momentos con tan sólo cruzar sus miradas.

ESPOSO JOVEN _ WOOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora