4. Chainz

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Irrrrrrrrgk! Irrrrrrrgk! – cantó el gallo de la familia anunciando la hora de trabajar. Eran duras épocas donde los niños, siendo demasiado jóvenes, tenían que ir a trabajar para mantener la economía de la zona y, simplemente, para lograr recoger unas paupérrimas monedas de poco valor. Debido a la inflación monetaria, un trozo de hogaza vale el triple de lo que vale media lata de caviar terrestre. ¡Es un robo! Blice vivía una vida muy apurada. Cada día se levantaba muy temprano, hacía las camas, recogía la casa, limpiaba cada uno de los rincones de las estancias y preparaba el desayuno antes de realizar la compra. No es que pudiera comprar demasiado, no tenía apenas dinero, pero necesitaba comprar una comida especial para su hermano (carísima por supuesto) puesto que debido a sus distintas intolerancias a la lactosa, el gluten, ciertas vitaminas…no podía ingerir otra cosa. Seguidamente iba al trabajo once horas. Cuando llegaba el fin de la jornada volvía a su casa parar preparar la cena a Chainz, tras la cual se acostaban.

Aaaaaaaaahhh! – retumbó la casa. Eran las cuatro de la mañana, las paredes comenzaron a vibrar fisurándose y contrayéndose con cada uno de los alaridos que provenían de la habitación del pequeño niño. Blice corría como si la vida se le fuese en ello hasta llegar a la cama. Destapó las sábanas y una extraña luz alumbraba las paredes impidiendo la proyección de cualquier sombra, excepto una. Una especie de reflejo con forma de armadura con cuernos y una espada afilada que se proyectó sobre el niño. La fiebre aumentaba e insólitos, gélidos vapores emanaban de su cuerpo. Terribles gestos faciales anunciaban algo inesperado. La luz se propagaba con mayor intensidad hasta que… PUF… la fiebre desapareció y los destellos se esfumaron. ¿Qué pudo haber sido aquello?, ¿tendrá alguna relación con los ojos verdes? o ¿será solo casualidad?.

Tras ver que todo volvió a la normalidad, salió a trabajar. Llegaba tarde y presentía que algo malo iba a pasar. Ese día perdió su trabajo, ya no poseía sustento económico, ya no tenía esas míseras monedas, ya nada. Se derrumbaba cada vez pensaba más en como podría comprarle la comida a su hermano. No le importaba él, sino Chainz, todo giraba alrededor de él por el simple hecho de una promesa de apenas diez años.

Abatido, volvió a su choza, no se lo podía creer, allí estaban sus amigos que tanto tiempo hacia que no los veía, pero llegaban con malas noticias. Su amigo Lutus fue devorado por un lobo salvaje, exactamente como en la historia relatada por padre. Todo era irreal, todo blanco se convertía en negro, todo negro se oscurecía. Tan oscuro se volvía la realidad que en pocas horas regresó la mala suerte. Unos ladrones entraron en la casa y provocaron un incendio donde perdieron las pocas bolsas de comida y los viejos recuerdos familiares que poseían. Perdieron la casa. Todos los aldeanos se reunieron alrededor de ellos. Una humareda cubría esa zona disipándose mientras cenizas y llamas aparecían sobre el terreno. Ya no poseían nada, todo se quemó, ya no existían sus posesiones, el fuego las esfumó. Llagas imaginarias se clavaban sobre el corazón del mayor. ¿Qué podrían hacer sin dinero?, ¿cómo comprarían comida?, ¿a dónde irían?, ¿qué comenzarían a buscar?... La suerte es demasiado relativa, nunca podemos decir que nos acompaña, todo es puro azar. Sea como sea, lo único más cercano a nosotros, independientemente de la edad, es la verdadera realidad, la muerte.

GhardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora