6. Rojo

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Ya ha pasado una semana. Seguimos caminando y no vemos nada más que árboles: árboles por la derecha, árboles a mi izquierda, arboles detrás mía y viceversa. ¡Aaaaaaaaah, no quiero ver más árboles!. ¿Dónde está escondido el pueblo vecino, si apenas estaba a 2 días de mi vieja aldea?. El hambre está llegando a ser mi mayor prioridad. ¡Gracias a Zeus que aquel animal me diera comida! Chainz ya va comiendo mejor, ya no come esa comida tan cara. Según mis cálculos, tengo bayas para hoy y mañana. Tengo que apresurarme y buscar comida, no me puedo entretener más. Nos vemos Diario.

La esfera de perfecta magnitud comenzaba a asomarse entre las copas de los arboles forestales. Estaba amaneciendo. Los rayos comenzaban a incidir en los poros del tronco donde se habían refugiado para dormir y evitar ser ingerido por otras criaturas. Blice comenzaba a levantarse. Tenía los ojos legañosos y colorados por el polvito de las paredes interiores del árbol. Había dormido muy bien pero todavía se sentía muy preocupado por la “suerte” que tuvo con la comida. Todo se tornaba muy relativo.

Ya en marcha, recién levantados y habiendo recorrido largas distancias, llegó la esperanza a los ojos de Blice. Cada paso que daban suponía la desaparición de flora delante de sus ojos. Comenzaban a verse objetos marrones y ocres. Si, eran grandes pedruscos y montañas de arenas de una especie de ruinas.

Estas ruinas reciben de frente el amanecer. Este templo de miles de años de antigüedad se encuentra rodeado por un enorme foso donde se notaba que anteriormente estaba repleto de agua por las distintas grietas de estructura árida semejantes a las que se originan en las primeras fases de formación de un desierto. Alrededor del templo, existen un numero limitado de columnas orientadas hacía los diez números que poseía el reloj ghardiano, muchas de las cuales se encuentran totalmente demolidas agentes atmosféricos, otras conservan trozos de las esculturas talladas a manos por ghardianos de la edad media. Muchas de las representaciones se relacionan con animales y ghardianos, aunque sólo se encuentra dedicado a un sólo dios.

Tras asombrarse por la majestuosidad de las ruinas, comenzó a descifrar que templo era exactamente ese, porque recordaba que ciertos templos tenían tras la estatua principal un pasadizo hacia una cámara donde guardaban diamantes. Aunque no tuvieran el mismo valor que en la Tierra, le podría valer para comprar alimentos.

¡No pude ser! - gritó al aire con euforia. El templo del Dios Horolo, dios del tiempo. Esas columnas me sonaban familiares. ¿No crees Chainz?

- Chainz agitó levemente su cabeza.

- ¡Chainz, objetivo diamante! - gritó con euforia.

El sol se encontraba en la cúspide del cielo permitiendo que los destellos entraran entre los agujeros carcomidos de las paredes del templo. Paso a paso iban de roca en roca para llegar a la entrada del templo. Los pasos cada vez producían más ruido y hacían que temblara el suelo. Era imposible que los pies de ellos hicieran eso, ¡exacto!, sus pies no, pero los de algo que los llevaba vigilando durante toda su estancia allí, si lo hacía. Cada paso suyo, provocaba mas temor en su interior hasta el instante que de un salto se camufló detrás de una rendija que allí se encontraba.

Mientras su cara se asomaba por la ella, una extraña criatura homóloga a un montón de rocas cruzó la mirada con la de nuestro protagonista. Su corazón comenzó a palpitar tan rápido como si de las ruedas de una locomotora se tratase. Tornándose se escondió detrás de un peñasco evitando que el golem pudiera seguir divisándolo. Si, exacto, era esa criatura tan abominable y violenta. Blice agarraba entre sus brazos a Chainz, no quería que le pasara nada. Sentía la misma sensación cuando, en una reunión entre amigos, alguien se quedaba abandonado. Estaba solo. Nadie le rodeaba. Solo quería gritar para que vinieran a socorrerlos, pero si lo hacía, su muerte estaría predestinada. No me imagino lo que podría llegar a hacerme si me atrapase... ¡no quiero llegar a imaginármelo!

Pasaba el tiempo y seguían escondidos pero no por mucho tiempo. El golem los encontró y comenzó a perseguirlos. Ya llegaban al limite de las ruinas. Blice sintió puntazos por el cuerpo. El sentido lo estaba perdiendo, la vista se le nublaba en uno de los ojos mientras que en el otro no veía ya nada. Su cuerpo se estaba mojando de cierto liquido vital. Duele... duele... cuando te atraviesan fragmentos afilados de roca. Blice, sosteniendo en brazos a Chainz, se derrumbó.

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