«Personas de todo el mundo miraron hacia el cielo y notaron destellos que caían libremente.
«Estrellas fugaces» habrán pensado en donde era de noche.
«Cohetes» se habrán imaginado los que no podían apreciar completamente su luz de día.
Ojalá hubiese...
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14 de Octubre de 2045
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Para muchos, el fin de su mundo. Para otros, el inicio del suyo. Para nosotros, un día cualquiera.
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Personas de todo el mundo miraron hacia el cielo y notaron destellos que caían libremente.
«Estrellas fugaces», habrán pensado en donde era de noche.
«Cohetes», se habrán imaginado los que no podían apreciar completamente su luz de día.
Ojalá hubiese sido tan sencillo como eso.
Ojalá hubiesen sido más listos, pues se habrían dado cuenta de que, ni las estrellas ni los cohetes, tendrían porque ser de un verde tan radioactivo.
No tendrían por qué caer directamente hacia la tierra.
Ni que tampoco tendrían que contener vida en su interior.
Ojalá hubiesen estado listos a tiempo.
No tendrían por qué esconderse en cuevas, en escombros o en lugares abandonados.
No estarían luchando día con día por insumos para su supervivencia.
El mundo no se hubiera convertido en una tierra infestada por monstruos.
Si tan solo hubiesen luchado un poco más...
Pero, silencio...
¿Escuchas eso?
Sí, hablo de esas pequeñas pisadas, esas discretas risas o esos llantos contra la almohada que coexisten en los lugares más oscuros y recónditos de lo que alguna vez fue su hogar.
Son ellos. Los sobrevivientes de la invasión.
Y queda en sus manos la tarea de restaurar su hogar.
