«Personas de todo el mundo miraron hacia el cielo y notaron destellos que caían libremente.
«Estrellas fugaces» habrán pensado en donde era de noche.
«Cohetes» se habrán imaginado los que no podían apreciar completamente su luz de día.
Ojalá hubiese...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
┉┅━━━━━━━━━━━━━━┅┉
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tanner | ♉︎
El inquietante silencio del taller me consumía. Y, por alguna razón, presentía dentro de mí que algo no andaba bien. Me sentía inquieto y hasta cierto punto culpable por haberle permitido a Gwen irse de aquella manera. No lograba conciliar el sueño aunque lo intentara.
Alcé la vista de la lectura —a la cual ya ni siquiera lograba prestarle atención— y miré el reloj de manecillas, ubicado encima de la mesa de trabajo de Vicent.
Diez en punto. Eso no me estaba gustando.
Dejé mi libro en la silla que se encontraba a un lado de la cama y me mantuve acostado mirando la parte trasera del colchón de arriba. Crucé mis manos sobre mi pecho y suspiré.
«¿Y si algo les pasó?»
No, debía estar seguro de que tanto Vicent como Gwen estaban a salvo y pronto regresarían. No cabía duda de que los dos mantenían una gran experiencia sobre sobrevivir en aquel mundo hostil de allá afuera.
«Pero ya tardaron demasiado...»
Los pensamientos traicioneros no me abandonaban. Me sentía demasiado inútil estando en cama mientras ellos se exponían a cualquier peligro tratando de conseguir cosas para alimentarnos.
Era consciente que ambos pensaban que no era lo mío arriesgarme, ni siquiera por el equipo. Alguna vez me mencionaron que preferiría quedarme en mi zona de confort antes que matar a algún Raptor, incluso si este estaba a punto de cazarme, pues nunca daba ninguna muestra de querer salir de lo seguro. Y tal vez era verdad, hasta cierto punto.
Pero no podía más con la culpa de quedarme y no hacer algo, así que me levanté tirando hacía un lado la única sábana que me acobijaba. Me coloqué las botas y caminé hasta la entrada del refugio con decisión.
Me detuve a medio camino, antes de siquiera poner un dedo encima del teclado junto al portón de salida.
No tenía ningún arma a larga distancia. Era peligroso andar con una simple navaja en los bolsillos, al menos que quisiera combatir cuerpo a cuerpo; definitivamente esa no era una opción. Además, ¿Cómo los encontraría? A ese punto era probable que estuvieran demasiado lejos. Incluso, eso podía ser el motivo de su tardanza. Tampoco podía dejar el refugio solo...
