«Personas de todo el mundo miraron hacia el cielo y notaron destellos que caían libremente.
«Estrellas fugaces» habrán pensado en donde era de noche.
«Cohetes» se habrán imaginado los que no podían apreciar completamente su luz de día.
Ojalá hubiese...
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SADIE | ♐︎
—¿Qué es lo que hay dentro?
La frialdad en la voz de Callum logró sacarme del aturdimiento. Extraje la pequeña caja negra y la abrí sin cuidado. Mis ojos se abrieron de par en par al ver lo que había en su interior.
—¿Qué es? —preguntó Lina con impaciencia.
Tomé la primera tarjeta entre mis manos y se las mostré.
—Eres tú, Lina —murmuró Acacia sin poder creerlo.
—No —Lina tomó la credencial de identificación entre sus manos y la observó con extrañeza—. Es mamá.
Todos coincidimos en que los rasgos entre ella y su madre eran extremadamente similares. Casi podían pasar por la misma persona si no fuera por el estilo de cabello, pues el de la madre de Lina era corto hasta los hombros y contaba con ligeras ondulaciones.
Regresé la mirada hacia la caja que mantenía entre mis pálidas manos sólo para encontrarme cuatro tarjetas más de diferentes personas.
—¿Quiénes son? —preguntó Pierce en un hilo de voz. Sus ojos se encontraban varados en mí como si yo supiera la respuesta.
Nadie dijo nada, ni siquiera Lina, quien seguía mirando la credencial de su mamá como si esta fuese la aclaración a todas sus dudas.
—En definitiva no sabemos lo que está sucediendo aquí, pero necesitamos avanzar —le murmuró Acacia a la pelinegra con un delicado tono de voz. Era casi como si temiera que en cualquier momento ella se fuese desmoronar.
Regresé la mirada hacia el mapa que tenía en la mano.
—Tenemos que bajar el tercer cuadro —recordé, encaminándome hacia dónde estaba la pintura.
Tomé el marco por los bordes y, sin hacer demasiado esfuerzo, sorprendentemente pude dejarlo en el suelo.
