«Personas de todo el mundo miraron hacia el cielo y notaron destellos que caían libremente.
«Estrellas fugaces» habrán pensado en donde era de noche.
«Cohetes» se habrán imaginado los que no podían apreciar completamente su luz de día.
Ojalá hubiese...
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Querido Olive:
Hoy no fue un buen día... de hecho fue bastante horrible.
Las lagrimas empezaban a empapar la hoja de la libreta. No podía seguir escribiendo pues la tinta se estaba corriendo un poco. En ocasiones cómo esas extrañaba cuando mi celular tenía batería.
¿Recuerdas que siempre solía escribir mis pensamientos en la aplicación de notas?
Ja.
Siento que puedo escuchar tu risa; puedo divisar tu rostro mirándome fijamente con una sonrisa mientras me arrebatabas el teléfono, quejándote por que no te prestaba atención.
Si tan solo te hubiera hecho caso.
Y te extraño pero, ¿puedo confesarte algo?
Estoy cansada de escribir estas cartas a la nada. No lo quiero admitir, pero poco a poco estoy perdiendo las esperanzas de encontrarte.
¿Estoy enloqueciendo creyendo que sigues en algún lado, allá afuera?
Esperaba que no.
Temo que-
Un ruido en la parte superior me distrajo de mi escritura. Mis manos comenzaron a sudar y mis piernas no pudieron ponerse de pie al instante.
Tenía miedo, era consciente de ello. Sin embargo, un impulso interior me obligó a salir de aquella oscura habitación hasta el pasillo principal, donde se encontraban las escaleras.
Paso a paso me fui acercando hasta la puerta. Mi mano tomó el picaporte y abrí.
Sigilosamente, me detuve al inicio de los peldaños y sostuve el mango de mi arma con fuerza.
Ante mis ojos, la puerta de arriba se abrió.
La luz del exterior me cegó al instante.
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