🌟✨Aquí vamos de nuevo pt3🌟✨

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—Me besaste...—Mei se llevó una mano temblorosa a sus labios.
Estaba incrédula, pero el cosquilleo que aún sentía en ellos le confirmó que había sido un beso real y no se trataba de un sueño.—Yuzu... no podemos hacer esto...

—Si podemos...—Yuzu sonrió sin apartar su mirada de los ojos violetas.

—Pero... Tú y yo... ¿Porqué... Porqué lo hiciste?

—Porque la verdad...—Respondió en un tono divertido—... era algo que deseaba desde hace mucho tiempo.

La naturalidad y sinceridad con la que Yuzu respondió a la pregunta la confundió y aturdió todavía más.
¿Qué estaba pasando? ¿Porqué Yuzu la miraba de esa forma?
Todo aspecto de su vida de pronto estaba de cabeza. Nada tenía sentido.

—¿Podrías... podrías darme un momento por favor?

—¿Quieres que salga del cuarto?

—No... No es necesario.

Yuzu asintió sin decir nada.
Se acomodó mejor en la cama y después se dispuso a mirar sus manos en gesto nervioso.

Mei se hizo hacia atrás poniendo algo de distancia entre las dos.
Lo sintió como algo necesario ya que estaba abrumada, así que apartó las almohadas, se sentó, y después recostó la espalda en el respaldar de la cama mientras en silencio trató de asimilar lo que acababa de suceder.

Por segunda vez se llevó la mano a su labios, acariciando con su dedo índice el contorno y percibiendo todavía la sensación húmeda y hormigueante del reciente beso sobre ellos.

Ella observó a Yuzu con su actitud tímida y rápidamente se dió cuenta de que necesitaba mucho más.
¿Porqué lo pensaba tanto? ¿Acaso no era lo que siempre había soñado?
Si Yuzu estaba dispuesta a besarla como lo había hecho, ella con gusto lo aprovecharía hasta que la cordura apareciera de vuelta y tuvieran que convertirse en hermanas de nuevo.

Así que con el corazón latiendo fuertemente dentro de su pecho debido a la emoción, volvió a moverse hacia adelante, se puso de rodillas y se acercó lo suficiente a Yuzu como para llamar su atención y tomar su rostro entre sus manos para unir sus labios una vez más.

Se sintió aliviada y suspiró cuando cruzó los brazos alrededor del cuello de la mujer atrayendola lo más cerca posible.

La rubia pareció sorprendida por el arrebato al inicio, pero después sonrió entre el beso y llevó sus manos a la cintura de la pelinegra para después subirlas a su espalda y así acercarla más a su cuerpo.
Poco a poco, mientras gradualmente los besos y caricias subieron de intensidad, sin darse cuenta se fue inclinando hacia adelante hasta quedar acomodada sobre ella.

Mei abrió sus piernas y gimió en voz baja cuando sintió la rodilla de la rubia rozar su entrepierna.
Agitada se separó del beso buscando recuperar el aire, respiró profundo tratando de serenarse, y después apartó con suavidad un puñado del cabello rubio que de pronto se encontró cubriendo su rostro.
Estaba haciéndole cosquillas.

Antes de esconder los mechones de cabello detrás de la oreja de Yuzu, se tomó un tiempo para enredarlos un poco entre sus dedos y después sonrió un poco al darse cuenta de que eran tan suaves y sedosos como siempre lo había imaginado.

Eran reales. Todo lo era.
Esa era Yuzu. La Yuzu que siempre quiso desde que era tan solo una adolescente.

Una calidez y emoción se extendió por su pecho.
Miró fijamente los ojos verdes que estaban brillando y después se detuvo a observar cada detalle de la mujer rubia: sus largas pestañas, su pequeña nariz, los labios entreabiertos que parecían querer volver a unirse a los suyos.
Yuzu era demasiado hermosa.
Mei siempre lo había sabido, pero teniéndola encima, sintiendo su peso y sintiendo esa calidez que provenía de su cuerpo junto al suyo, bueno, ese tipo de cercanía era algo con lo que tan solo llegó a soñar.

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