🌟✨Después de la escuela🌟✨

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En la oficina del director principal ubicada en la Academia Aihara, se podían escuchar unos tenues gemidos que provenían de su interior.
Era ya bastante tarde. Las clases habían finalizado y faltaban solo unas pocas horas para que anocheciera. Las estudiantes y los profesores se habían marchado hace mucho tiempo y todo estaba en relativo silencio a excepción de esos sonidos en el piso superior del edificio que casi podían pasar como desapercibidos a menos que fueras lo suficientemente curioso como para acercarte a la puerta.

Aunque sabía que estaban solas, a cierta pelinegra le daba miedo ser escuchada, después de todo era la presidenta del consejo estudiantil y tenía una imagen de responsabilidad y rectitud que proyectar a los demás y así debía mantenerse.
¿Qué sucedería si alguien la hallaba de improvisto en aquella situación bochornosa? No quería ni imaginarlo.
Por eso de verdad quería permanecer callada y mantener el control de la situación por si se presentaba alguna persona que llegara de pronto, pero los labios de Yuzu al besar la piel expuesta de su cuello le impedía totalmente su cometido.

Mei no había planeado acabar en una situación de este tipo en un lugar público: acorralada contra la pared con los brazos cruzados sobre la cabeza y sin tener la más mínima oportunidad de escaparse de ese agarre. Pero ya ahora era muy tarde para detenerse o de intentar zafarse, estaba a su merced; y por eso cerró sus ojos y se dejó llevar por ese mar de sensaciones adictivas que sólo su novia le podía provocar.

La chica de cabello rubio era su debilidad. De eso no cabía la menor duda y por eso sabía que siempre existía la probabilidad de ser acorralada por ella cuando menos se lo esperaba. Aunque no le gustara admitirlo, era presa fácil de sus sonrisas y sus besos robados, esos que la dejaban sin aliento y con ganas de más.
Simplemente no podía negarse.
La amaba demasiado, ¿Y a quién engañaba? También le gustaba vivir ésos momentos alocados y llenos de adrenalina junto a la rubia. Le hacía sentir como una típica chica normal así como siempre había querido. Una chica enamorada que solo quería tiempo a solas con quién amaba sin prestar mucha atención a las consecuencias y que sólo vivía el momento.

En esta repentina ocasión, con una excusa de ayudarle a llevar unos documentos, de pronto escuchó como la puerta se cerraba y al volverse descubrió la sonrisa traviesa de la rubia mientras se acercaba para besarla.
De inmediato sintió como su corazón se aceleraba.
¿Cómo podía resistirse? Era imposible.
Yuzu tenía una manera de sonreír y de morderse el labio en forma seductora que rompería la negativa de cualquiera. Era algo pícara pero dulce a la vez. Una combinación mortal que le hacía olvidar a Mei cualquier sentido de responsabilidad que pudiera tener en ese momento. Sí, incluso ella, quien era la viva imagen de la rectitud, al final dejaba eso de lado, pues siempre era atraída hacia la chica de ojos verdes y terminaba en situaciones indecorosas como aquella aunque no fueran planeadas.

Los besos continuaron, cada vez con más prisa y un gemido más alto de lo normal salió de los labios entreabiertos de la pelinegra cuando con un ágil movimiento  la rubia mordió con suavidad el lóbulo de su oreja derecha. Esa era su debilidad, y Yuzu lo sabía muy bien.

—Mmm Mei estás muy sensible hoy...

Instintivamente la chica hizo su cabeza a un lado mientras asentía, y sintió como Yuzu sonreía en respuesta a eso sobre su piel para luego morderle suavemente provocándole un escalofrío.

—No mo-molestes.

—¿Tienes idea de lo sexy que te ves en este momento?

—No molestes...—Repitió Mei con voz ronca—... sólo date prisa...

—¿Prisa con qué? —Preguntó la rubia con falsa inocencia.

—Tú sabes...

—No si no me lo dices...—Sonrió—...dime lo que quieres Mei...

Citrus One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora