Capítulo 5

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Narra: Jesse.

Y de la nada se empezaron a oir unos ruidos.

-¿Y ahora que?.

Magdelain se levanta de mi asiento para así salir de mi oficina para saber ha que se debía tanto ruido, quede sorprendido al salir de mi habitación y verla a ella aquí.

-Buenos días-nos dice sonriente.

-¿Tu que haces Aquí?- le pregunta Magdelain deimediato.

- Tengo acciones aquí cariño, y por lo tanto tengo derecho de ocupar una oficina y cerciorarme de que me den lo que por derecho es mío.

-¿Que es lo que tratas de decir?. ¿Que te vamos a robar?- el pulso de mi prima alto y mil por minutos.

-Por supuesto que no. Es sólo que me gusta hacerme yo misma cargo de mis negocios.

Magdelain estaba apunto de responderle. Pero yo me interfiera y hago que está se trata de tranquilizar.

-Ahora mismo lo digo a Violetta que valla buscandote una secretaria.

-No tienes que hacerlo. Yo ya tengo una pero muchas gracias, Veldin.

Y de la nada aparece una linda chica de cabello negro, ojos grises y tres morena.

- Ella es Veldin Norte. Y por lo tanto mi secretaria-nos indica.

-Esta bien. En ese caso, bienvenida-yo extiendo mi mano.

Ana sólo me da una sonrisa con los labios cerrados y sin más se marcha, dejándome con la mano extendida.

-¿Me puedes decir que fue todo eso?-Magdelain exigía una respuesta de mi parte.

-Ana es también dueña de esta agencia, no lo olvides. ¿Y si me disculpa?. Tengo cosas que hacer-yo me alejo de mi prima y entró nuevamente a mi oficina.

Necesitaba procesar con urgencia lo que avia acabado de suceder. Era como si todo este tiempo hubiese existido entre nosotros una pequeña pero letal, bomba de tiempo. Me causa tanto dolor todo esto.

No lo vi posible, hubiese preferido que Ana hubiese salido por completo de mi vida. Pero no fue así, tuvo que volver.

-¡¡¡AHHH!!!!-suelto un brutal grito.

Narra: Ana.

No pude evitar no sonreír al escucharlo gritar. Se encontraba acorralado, y ahora el lo sabía. Ya se había dado cuenta de que no sólo soy una chica más.

Que no sólo fue una mujer que lastimó y desechó como si no valiese nada. Me hizo daño, pero no me quedaré de brazos cruzados. No pienso rendirme hasta ver a Jesse Quedrado destrozado.

Hecho cenizas. Tirado en el piso pidiéndome piedad.

Narra: Jesse.

-¿Me puedes explicar que son esos gritos de verdulero?-Magdelain me mira con seriedad.

Mis manos se vuelven temblorosas y no puedo pensar con claridad. No puedo oir a mis ideas.

- No puedo.

-¿De qué hablas?.

- No puedo con esto. No puedo luchar en una guerra en la que se encuentre involucrada ella.

Mi prima corre asía mi y toma mi rostro. Para así obligarme a verla a los ojos.

-Necesito que pienses mejor. Jesse, te necesito consciente. Esta es una guerra en la cual no podemos tener piedad.

Yo camino de un lugar a otra. En busca de una idea, un remedio para sacar ha Ana de todo esto.

-Jesse. Somos tu familia, es nuestro patrimonio. No el de ella.

-Esto es mi culpa.

Yo volteo y lo miro a los ojos.

-Yo te causado todo esto. He sido yo el causante de su desgracia, y ahora ha venido por venganza.

-¿Y se lo permitirás?. ¿Aceptaras que esa mujer acabe con nosotros?.

Eran demasiadas cosas que procesar. Muchos puntos que evaluar, muchos motivos para paliar. Y una sola razón para no luchar, me siento capturado en mis pensamientos. Ya no se que hacer, necesito analizar todo con claridad.

Y ya quedaba más que claro que aquí no podría conseguir las respuestas que necesitaba.

-¿Adonde vas?.

-Ha pensar un plan de escape-yo sólo salgo de mi oficina.

No podía pensar estando ella cerca de mi. No se los planes de Ana, pero en su mirada pude ver rabia. Y su regreso no puede significar más que problemas y destrucción.

Los Quedados es un imperio. Un imperio el cual debo proteger, de Ana. De Joshua, incluso de mi.

Me concentre tanto en mis pensamientos que no me percaté de una linda chica avia chocado contra mi.

- Lo lamento-se disculpa la chica.

Yo me agachó y la ayudo a recoger sus cosas. No pude no quedar sorprendido al verla a los ojos.

Ella sólo se levanto y me da una pequeña sonrisa con los labios cerrados.

-Discúlpame. No me he fijado que venías-había algo en ella que me encantaba.

Su cabello era un poco más claro que el mío, sus ojos era el mismo tono azulado que el de mi abuelo. Y su sonrisa sólo me recordaba ha una sola persona.

- No tienes por que disculparte. Ha sido mi culpa, no te vi-tenia un asentó un algo conocido.

-¿Italiana?-pregunto curioso.

-Si-sus mejillas se sonroja dándole un aspecto un tanto tierno.

-¿Primera vez en Estados Unidos?-pregunto curioso.

-Mi madre es estadounidense. Así que no-me confiesa.

-Ummm... en tiendo. ¿Y qué haces aquí?-había algo en ella que me daba curiosidad. Y sólo tenía ganas de saber todo de ella.

No puedo explicar lo que está niña me transmitía. Nunca antes una mujer me asia sentir esto, y menos una niña.

-Mis padres tienen unos negocios aquí. Así que nos mudamos-me dice con tristeza.

-Algo me dice que no estás agusto con esa decisión.

-Mi vida está en Italia. Aquí, aquí sólo soy una extranjera más.

-¿Así te sientes?.

-Si. Creo que este no es mi lugar.

-¿Y Italia era tu lugar?.

-Puess.. Creo que si.

-¿Aceptarias un consejo de un simple trabajador?.

Ella asiente con dulzura.

- No te enfoques tanto en donde deseas estar. Y disfrutas adonde estas, se feliz. Y no cambies tu forma de ser por nadie.

-¿Y si no me aceptan?.

- Lo aran. Ya lo verás. Me tengo que ir. Pero fue un gusto conocerte...- no sabía su nombre.

-Reina.

Quede facinado al ver su sonrisa.

- Me llamo Reina.

-Jesse.

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