─Pon primero las claras, después ve añadiendo el azúcar blanco poco a poco.─ Agnes recogía las cosas que mantenían ocupada la encimera mientras observaba con atención cómo Karan hacía lo que le indicaba.
─¿Tengo que hacerlo a mano?─ Preguntó el rubio con evidente cansancio al no ver ningún artilugio por los alrededores que le facilitara el trabajo.
Puso una cara de espanto cuando Agnes lo miró de vuelta asintiendo con las cejas levantadas.
─¿Esto lo haces tú a mano?─ No se podía creer cómo la anciana era capaz de mantenerse largos minutos con la varilla en movimiento sin parar ni por un segundo.
─Sí. Y si una vieja como yo puede, tú seguro que también. Te ayudaré si te cansas, así que no te preocupes demasiado.
Karan asintió abatido y comenzó por cascar los huevos para apartar las claras de las yemas. La repostería no le interesaba demasiado, los únicos conocimientos culinarios que había obtenido a lo largo de su corta vida, fueron a través de las comidas que preparaba para Adam.
─¿Hoy cuándo te vas?─ Agnes preguntó. Ella sabía que Karan tenía planeado un horario, porque casi siempre venía y se marchaba a la misma hora. Aun así guardaba la esperanza de que alguna vez se quedara por más tiempo con ella.
─¿Tanto quieres que me vaya?─ Respondió riendo mientras removía con persistencia el merengue.
La mujer puso los ojos en blanco y bufó divertida, siguiéndole el rollo al joven. ─Pues claro. Será por eso.
Karan la miró sonriente. Era la primera vez que lo hacía cuando Agnes le preguntaba si ya se iba a marchar. ─Pues hoy puedo estar bastante tiempo, así que cuando quiera.
─Por mí hasta te puedes quedar a vivir. No me preguntes esas cosas si ya sabes lo que te voy a decir.
─Bueno eso sí que sería más difícil.─ Karan bromeó mientras reía sin ánimo, intentando hacerle creer que le era imposible porque amaba a su padre y no sería capaz de dejarlo abandonado ni por tan sólo un día completo.
Tampoco podría irse demasiado tarde. Adam le dijo que lo llamaría cuando saliera del trabajo, con intención de avisarle por si se quedaba fuera a cenar. Así por lo menos no tendría que volver a casa en vano y quedarse esperando atento a cuando llegara.
─Por cierto, Sander vendrá hoy fuera de su turno de trabajo.
─¿En el descanso?─ Preguntó mientras apartaba la varilla del merengue para llevársela a la boca.
─No, vino ayer a decirme que se acercaría para echarme una mano con el reciclaje de las cajas de reparto y esas cosas.─ Respondió acercándose para imitar al joven.
Karan hizo un sonido con la boca y le tendió la varilla para que pudiera alcanzar a probarlo. ─Pero eso puedo hacerlo yo también.
─No bueno, tú ya me ayudas en la cocina. Porque venga un rato no va a pasar nada.
─¿Y a qué hora viene?─ Comenzaba a ponerse nervioso de nuevo. Se había mostrado calmado frente a Agnes para que no pensara de mala forma acerca de su extraña relación, si es que entre ellos existía algo como eso. Pero en realidad no le agradaba del todo la idea, y creía que si la situación se alargaba más, no sería capaz de ocultarlo.
La mujer miró el reloj que se encontraba encima de la puerta de la cocina. ─Pues... Dentro de unos diez minutos, si llega en punto y no se retrasa.
Karan asintió algo presionado por la respuesta de la más mayor.
Buscó de entre los cajones una espátula pequeña para adornar el dulce con el merengue mientras pensaba en qué más añadir para que no se viera sosa. Se decantó por unas fresas, las lavaría y las cortaría en rodajas finas para colocarlas alrededor.
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The Comedown『BL』
RomanceTomar decisiones precipitadas siempre trae amargas consecuencias. Karan estaba acostumbrado a huir del odio, era la viva imagen de la decadencia. Su padre, preso en el frenesí que lo arrastra hacia sus actos, no muestra arrepentimientos, se encuentr...