Capítulo 7

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Karan volvió a tomar como oportunidad la ausencia de Adam para escaparse. Se sentía más calmado durante el transcurso de los días. No le había hecho daño de forma física, simplemente lo intimidó a través de palabras e insultos. 

No podía ocultar que en menor medida se sentía ofendido, pero sabía que el temperamento de Adam era muy impreciso, y que si no tomaba la oportunidad que parecía lanzarle, se arrepentiría después.

Adam se hacía una idea de lo que Karan tramaba, sabía que definitivamente él no se quedaba perenne en casa, y mucho menos si comenzaba a salir con frecuencia. Él no estaba cerca vigilándolo, y por supuesto que conocía el afán que el rubio tenía de huir de allí.

Karan era el insensato:

Pensó durante un tiempo en si debía confiar en el actuar del hombre, pero se dejaba llevar por lo demás, por sus fantasías y por su deseo de sentirse en paz.

El vigor que lo recorría al pensar en ello le hacía olvidarse del dolor que calaba hasta sus huesos. 

No dejó de tener cautela en todo momento, de analizar al detalle las posibles situaciones y de observar con clara atención todo lo que Adam hacía. 

No bajaría la guardia, Adam era un ser malévolo y tal cual se comportaba como si no lo fuera, hacía todo lo contrario después de que se cansara de fingir.

Era una persona muy fácil de leer, lo que no creía era cómo los demás no se daban cuenta de ello. Estaba seguro de que era porque les aburría su personalidad falsa, y tampoco estaban interesados en indagar demasiado en su vida privada. 

Sólo lo invitaban para quedar bien frente al resto, y posiblemente para llenar una mesa y ahorrarse algo de dinero que pagar en la cuenta.

Karan levantó las cejas cuando se percató de la soledad que prevalecía en la casa. Se levantó de la cama para retirar las cortinas negras que cubrían la ventana haciéndola prácticamente invisible con algo de oscuridad. 

Tiró de la cinta para subir la persiana y la abrió para asomar su cabeza. Su cabello rubio se despeinó aún más tras la brisa que se deslizaba con fuerza entre las calles.

Le gustaba que hiciera aire. Era ese momento de la tarde noche en la que corría un notable viento que hacía que quisieras estar fuera todo el tiempo. 

Se animó a salir todavía más y pareció despreocuparse sobre la cantidad de personas que rondaban por las calles.

Confiado, volvió a cerrar la ventana por completo, haciendo que la penumbra lo cegara al pasar un tiempo con la mirada en el exterior. Se frotó los ojos y se dirigió hacia el armario, tenía ganas de vestirse con algo más arreglado, al menos conjuntaría las prendas y no lo haría todo bajo las prisas.

Se vistió únicamente con ropa negra; los pantalones que le quedaban pequeños hace unos años ahora no se les hacían para nada apretados, existía una gran diferencia. 

No se sentía orgulloso, esa era otra prueba más de su evidente pérdida de peso. Igualmente acabó por ponerse un cinturón ocultando la holgura que se marcaba en su cintura. 

Era muy difícil conseguir tallas para él, necesitaba de unas con medidas muy específicas, y en ocasiones debía ajustarse los pantalones porque no eran lo suficientemente estrechos para mantener su cintura sujeta.

No se arregló el cabello, normalmente nunca se peinaba cuando tenía el pelo seco, siempre lo hacía en la ducha, así que lo dejó desordenado. 

Se miró al espejo por última vez, quería sentirse seguro y no permitiría que nadie le arrebatara las ganas de disfrutar de la tarde.

Salió dejándose la mochila en casa, no la cogió porque no lo vio necesario. Siempre que salía se sentía inseguro si no llevaba algo con lo que entretenerse por si comenzaba a ponerse nervioso. 

The Comedown『BL』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora