La comida seguro era exquisita, si tan solo hubiera sido probada como se debía. Los tres hacían un gran esfuerzo por mantener la cordura aún cuando sus cuerpos les pedían a gritos entrar a una habitación de hotel y dejarse llevar por el calor del momento. En la mesa Nanami parecía ser el más sensato, sabía que lo que hacían era riesgoso y cualquier error o desliz sería fatal pero no podía dejar de hacerlo, el solo hecho de hacer lo prohibido en el lugar incorrecto le hacía salir de su zona de confort llenando su sangre de adrenalina. Gojo reía y se carcajeaba de los chistes malos que contaba Sukuna, parecía imposible que en ese mismo instante se encontrara masturbando el miembro del hermano del hombre frente a él. Para Itadori todo parecía una mala broma, babeaba pero no por la comida y su rostro sonrojado no era a causa del picor en su pasta.
Cuando finalmente sintieron el líquido denso y caliente ambos se detuvieron y con cuidado de no derramar nada llevaron sus dedos hasta su boca para lamerlos detrás de una servilleta.
-¿Yuuji, todo bien? ¿Pasa algo con la comida? -Sukuna notó la respiración más agitada del chico y como casi ni había tocado su plato.
-Sí, todo bien, es solo que creo que comí demasiado antes de venir...
Sukuna no se creyó para nada aquello y a punto de llamar a un mesero para cambiar su plato su teléfono vibró con demasiada insistencia.
-Lo siento, debo contestar -Se levantó de la mesa y caminó al balcón donde su semblante fue algo más serio y en pocos segundos volvió apresurado- Lamento esta grosería pero tenemos un caso grave en el hospital y necesito ir -Megumi pareció dispuesto a acompañarlo a pesar de ser también su día libre.
-¿De verdad necesitas ir? -Por una parte, Itadori agradecía eso pero le parecía una total falta de respeto del hospital al llamarlo incluso en sus descansos.
-Lo siento Yuuji -Dándole su tarjeta para que pudiera pagar la cuenta. Megumi lo seguía de cerca- Espero poder repetir esta ocasión de nuevo sin estos inconvenientes -Se dirigió a Nanami y Gojo quienes entendían perfectamente la situación- Por favor sigan disfrutando de la noche.
Desaparecieron de un momento a otro en el elevador dejándolos solos. Nanami e Itadori soltaron un largo suspiro mientras trataban de entender porque hicieron aquello pero lo cierto era que no había sido suficiente para ninguno.
-Es una lástima que se fueran... -Gojo pidió la cuenta y en seguida un camarero se acercó preguntando el porque los dos caballeros se habían marchado con tanta prisa- Cosas de trabajo. Por favor, cobra todo de aquí -Ofreciendo su tarjeta.
Yuuji aún seguía mareado, ya no sabía si eran por las copas de vino encima o si sus ganas aún necesitaban ser apagadas. Sin pensar en lo que podría pasar tomó las manos de ambos y las llevo hasta sus mejillas, Gojo y Nanami no pudieron evitar sorprenderse por aquel rostro con cachetes rosados y ojos llorosos.
-Podemos terminar la noche en mi departamento... -Los hombres sintieron su corazón acelerarse, el chico del que los dos gustaban estaba proponiéndoles un tener trío indirectamente.
Tan pronto como Gojo recibió su tarjeta bajaron a toda prisa hasta tomar el auto de Nanami y conduciendo a una gran velocidad y dejando el carro mal parqueado en el estacionamiento tomaron el ascensor donde la temperatura cada vez subía más. Nadie pudo controlar sus ganas de continuar lo ya iniciado y acorralando al chico contra la pared besaban sus labios y cuello, ni siquiera cuando escucharon el timbre anunciar que habían llegado al cuarto se detuvieron, al contrario, solo fue una invitación para saber que ahora estaban completamente solos y la ropa comenzó a salir y volar por los aires cayendo en partes al azar de la casa.
la única luz que tenían eran los focos de la ciudad que atravesaba la gran ventana de la sala. Gojo se encargaba de bajar sus pantalones y al ver su ropa interior usó su boca para quitarla lentamente creando pequeños espasmos en el chico mientras que Nanami con cero cuidado rompió aquella costosa camisa para mandarla al suelo.
ESTÁS LEYENDO
My Sugar Daddy [Goyuu]
FanfictionLa gente suele decir que el dinero no compra la felicidad pero quien inventó esa frase es porque no tuvo el suficiente dinero para comprarla.