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-Llévatela a la cama -todos miraron espectantes al nuevo integrante de la mesa -. Escuché la charla. Si de verdad es un juego lo que haces con ese niño, lleva a esa chica a la cama. Es gratis, un regalo de bienvenida de mi parte.

-Aprovecha Bakugō, es gratis. Además, Monoma te está ofreciendo a una de sus chicas más lindas.

Giró su cabeza observando a la muchacha de cabello celeste que estaba sentada en la barra hablando animadamente con el barman, un chico rubio de ojos azules un tanto raros.

-No es mi tipo.

-Oh dios mío... -Denki llevó ambas manos a su cara en un gesto melodramático y habló con voz trágica algo exagerada -¡Te estás enamorando!

-¡De un niño! -le siguió Sero.

-Ya les dije que no, es estúpido que alguien se enamore en una semana, y menos yo -golpeó la mesa con su puño cerrado. Las venas sobresalían en su brazo y sus nudillos estaban blancos, señal de que se estaba conteniendo, no quería buscarse un problema con la policía por armar escándalo en un país que no es el suyo -¡Simplememte no es mi gusto!

-Si tú lo dices...

-Bien -bufó ante las insinuaciones del teñido y se levantó de su lugar después de beber se de un trego el contenido restante de la botella de Denki -Les demostraré que se equivocan, bastardos de mierda.

-Eh... -murmuró Kaminari -Eijibebé, Katsuki se tomó mi cerveza y no ten-

-¡Oye tú! -señaló a un tipo que pasaba por ahí -Trae tres cervezas.

El rubio ceniza caminó varios pasos hacia la barra, donde estaba sentada la muchacha con curvas de ensueño y cabello largo. Su rostro se veía infantil, mas su cuerpo daba a entender otra cosa. Se sentó al lado de ella y comenzó con sus técnicas infalibles de seducción.

-¿Un trago para la señorita?

[•·•-·-•·•]

-¡Izuku! -era el séptimo grito y el chico seguía sin reaccionar.

Inko llegó a medianoche a casa, enojada y dispuesta a regañar a su hijo como no lo había hecho nunca antes. Sin embargo, vaya sorpresa se llevó al encontrarlo tirado en la entrada de la pequeña casa. Estaba molesta, su hijo no le respondía las llamadas, y sabía que no llegó a casa temprano, pues la vecina de enfrente asegura haberlo visto llegar algo tarde. De la boca del pecoso sólo salían quejidos de molestia.

Por fin logró despertarlo, luego de arrojarle una jarra entera de agua fría encima.

-¡Ah! ¡Mamá!

-¡No, nada de mamá, la que tiene que estar enojada soy yo! -no era usual ver a los dos integrantes de la familia Midoriya gritar, y menos uno a la otra -¡Sales sin permiso y para colmo llegas a las mil y quinientas!

Izuku miraba el suelo avergonzado. Su madre no suele regañarlo, ni cuando era pequeño. Que lo haga cuando tiene ya dieciséis años es peor aún. Ella se veía realmente molesta porque, apesar de que dejó dinero para alguna situación, no esperó que se fuera sin llamarla antes.

-Lo siento...

-¡Nada de eso! ¡Ni siquiera contestas mis llamadas y apagas el móvil! -inhaló y exhaló, para luego sonarse las sienes -Estás castigado por lo que resta de vacaciones. ¡De aquí no sales ni al puesto de la esquina! ¡Dale a tu cuarto!

-¡Pero mamá!

-¡Nada Izuku! Sabes que no me gusta regañarte, ¡pero no me des esos sustos! Ve a tu cuarto.

El Asesino De Mi Inocencia [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora