—Te quiero.
—Yo más —le dije acariciando su nuca.
—No, no, yo más.
—¡Qué no bobo! Yo te quiero más y lo sabes.
—Pero no tanto como te quiero yo.
Dábamos asco, sí, pero el amor es así. Lo aborreces hasta que te llega a tus brazos y entonces lo amas.
—¿Está es la pareja que se quiere divorciar? —nos preguntó formal el abogado de mi madre.
—Se supone que sí —dijo la madre de Aidan.
Yo no les hice ni el mínimo caso. Estaba sentada en el regazo de mi maridito y sin apartar mis ojos kiwi de él.
—¿Han traído el contrato matrimonial? —quiso saber el abogado.
Aidan lo cogió y se lo pasó arrastrándolo por la mesa de cristal. Luego volvió a mirarme y juntó sus labios con los míos suavemente.
—Hay algo que no cuadra.
Dirijimos la mirada hacia el abogado, el cual se ponía las gafas para repasar el contrato.
—Ustedes no están casados.
¡¡¡¡¡¿Qué?!!!!!!!!!
—¿Cómo dice?
—Lo que oyen, cuando se casaron ella no firmó por segunda vez lo cual significa que jamás se han casado.
Tenía que ser han tomadura de pelo. Todas esas malditas semanas pensando que me había casado con mi mayor enemigo cuando...
—Entonces, no nunca fuimos un matrimonio —se dijo a si mismo Aidan con la voz rota.Un momento.... ¿No nos casamos ayer por segunda vez?
—Te equívocas, Aidan. Si que somos un matrimonio, llevamos desde ayer casados.
Epílogo- Aidan ❤
—Pásame de nuevo la botella de vodka —me pidió ella desde el asiento trasero de mi descapotable.
—Quedamos en en que sólo sería un trago —le recordé.
—Oh, por Dios, a veces parece que no concoces a tu mujer, Mr.Gallagher.
—Eres una tramposa, ¿lo sabías?
—Por eso me quieres —me calló robándome un beso al mismo tiempo que me arrebataba la botella de la mano.
Solté mis labios de los suyos para sentarme a su lado. T/n colocó los pies en el asiento delantero y se hundió para mirar al cielo estrellado.
—¿Cuándo empiezan? —me preguntó.
—¿La verdad? No tengo ni idea.
Soltó una risotada y me pasó de nuevo la botella. Yo desvié mis ojos para verla. A la luz de la luna era inculuso más preciosa
Se hizo el silencio. Sólo se oían los sonidos de la noche hasta que... Pum. Comenzaron a encenderse.
—¡Ya han empezado!
Cómo todos lo años era tradicional ver lo fuegos artificiales en Vingstone. Pero aquella noche decidí llevar a T/n a la parte más alta del pueblo para que desde el coche pudiésemos contemplar el espectáculo.
—Oh, mira ese, es turquesa —me dijo señalando un de los fuegos que explosionaba en el aire repartiéndose en miles de partículas que se apagaban en el cielo.
Lo cierto es que no me arrepentía de no haber firmado el divorcio tras enterarnos de que llevabamos a penas un día casados. Quería pasar el resto de mi vida con T/n, volvernos viejos y canosos y con una petaca en la mano. Sería una imagen divertida.
—¿Quieres dejar de mirarme? —inquirió —. ¡Te estás perdiendo todo!
—Lo siento, lo siento. No volverá a ocurrir, creéme cielito mío —dije con ironía cómo si fuéramos un matrimonio de esos en los que la mujer controla al hombre
—Botella.
Se la pase de nuevo y le dio un rápido trago.
—Alcohólica.
—Pareces mi padre. T/n no puedes beber mucho, T/n no puedes...
—O te callas o te callo —la advertí.
—Me quedó con... La segunda.
—Tú lo has querido.
Me puse de rodillas sobre el asiento trasero y con una mano sosteniendo su barbilla la besé hasta dejarla sin aire. Era mía, ni de Peter, ni de Blake, ni de nadie. Sólo mía.
—¿Y ahora qué? —me dijo cuando volvimos a centrar nuestra atención en los fuegos.
—Pues había pensado que podríamos irnos después de las clases de viaje, todo el verano o unos meses. No tuvimos una luna de miel en condiciones.
—Umm, ¿a dónde?
—Te dejó escoger.
Se paró a pensar durante unos minutos hasta que dijo:
—Podríamos ir al Caribe. ¡No! Espera, a Tailandia —no se decidía nunca. Era la chica más indecisa del planeta—. Ah, no. Ya lo tengo. Nos iremos a Hawaii.
—¿Hawaii?
—Umm, palmeras, mojitos, cocos y amacas. ¿Qué puede salir mal?
¿Qué que puede salir mal? Dejemos que el destino lo decida.
The end
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Yo Os Declaro Enemigos - ADAPTACIÓN - Aidan Gallagher
Aléatoire• Del odio al amor no hay un paso, sino muchas locuras • Si te despiertas una mañana con un dolor de cabeza espantoso, un pedrusco encajado en el dedo y tu peor enemigo durmiendo a tu lado, entonces preferirías volver a dormirte y, si hace fal...