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Seokjin no entendía muchas cosas ahora mismo.

Había pasado casi toda la semana con el grupo de Namjoon, y ahora era muy amigo de todos, incluso se podría decir que les tenía cariño.

Taehyung lo tenía abandonado en la universidad por estar con un chico que conoció en la fiesta de Jackson al que parecía gustarle mucho, mientras él estaba con el grupo de Kim, por lo tanto sólo se veían los fines de semana enteros para contarse cada chisme y anécdota.

Por otro lado, su relación con el sexy líder ahora mismo era algo... rara.

Namjoon le gustaba mucho, aún que algo muy dentro suyo desconfiaba de que fuera mutuo, pero él no se concentró en esas inseguridades, no cuando el chico lo trataba tan bien y era tan sincero y cariñoso. Bueno, no volvieron a tener momentos íntimos como las dos veces que se besaron, y él en realidad lo anhelaba, pero el destino al parecer no.

Muchas chicas y chicos se le insinuaban al moreno los últimos días, pero él no podía sentir celos porque... no eran nada, y aquello le frustraba.

La pandilla usualmente no dejaba que otros se acercaran, pero cuando Kim estaba solo en lugares como el baño o dirigiéndose a clases, no había nada que pudiera hacer para librarse de las molestas muchachitas coquetas que se pegaban a su brazo e ignoraban sus gruñidos.

Él era malo, claro, pero tampoco era una bestia irrespetuosa. No quería hacer daño a ninguna mujer por más irritante o soltada que fuera, no podría. Así que se limitaba a gruñir para que sepan que no le gustaba aquello, o decirles que lo dejen en paz simplemente.

No era tan duro, pero debía rechazarlas cuando hartaban.

Además, él ya le pertenecía a Seokjin.

-

Los anillos de distintos tamaños y diseños en sus manos, sonaban contra la madera al tamborilear sus dedos impaciente.

El tipo frente a él tardaba demasiado, y no era agradable esperar tanto por una simple bolsita de su adicción favorita.

—Apúrate hermano, no tengo todo el día.

—Shh.

-Cariño no seas impaciente, irritas.

—Llevamos dos horas aquí sólo por marihuana. Hasta eso Namjoon ya se comió hasta el cabello del pobre Seokjin. Míralos, parecen dos perros hormonales.- resopló mirando fuera a los dos que reían apoyados contra la pared cargada de grafitis de la tienda oscura e ilegal.

—Déjalos, tú eras igual. Y lo seguirías siendo incluso, pero eres un cobarde.

—No le hables así, pobre gatito.

—Tú le has dicho cosas peores.

—¿Ya compraron su porquería? Queremos irnos.– Namjoon entró al lugar con Seokjin detrás suyo, no quería que éste vea aún todo aquello estridente que había alrededor de la tienda oscura.

—El tipo éste tarda milenios. ¿Por qué Jaehwan cerró su negocio? Era el mejor en ésto.

—Lo encarcelaron, ¿recuerdas? El idiota iba a vender su mercancía por cualquier lugar sin fijarse. Lleva como dos años ahí.

—Oh es cierto. Pobre chiquillo.

—Aquí tienen.– el tipo por fin extendió las bolsitas y Jeongwoo suspiró tomándolas y extendiéndole un par de sucios billetes.

—Al fin. Larguémonos.

El grupo salió al fin, sus fosas nasales respiraron aire puro después de los minutos encerrados en la mina de humo de cigarro y droga.

smoke © namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora