Le grito todas las maldiciones que se me ocurren en el momento, agarro mi bolso y salgo de ese horrible departamento azotando la puerta con fuerza. Si me hubiera quedado a escuchar su historia patética seguro en unos minutos ya le habría creído, en la noche dormiríamos abrazados como la pareja perfecta, al día siguiente iríamos a algún lugar bonito para que olvidara los problemas anteriores, seriamos felices por un momento y después, nada.
Estoy tan harta, no quiero ni pienso repetir ese circulo vicioso en el que había caído quien sabe hace cuanto tiempo, tomo el primer taxi que me encuentro, pido que me lleve al centro y el conductor me ve un poco raro, no me sorprende, son casi las dos de la mañana, de seguro se pregunta que carajo haría una joven en un lugar así a esta hora, en vez de estar en su casa durmiendo como la gente "normal", sin embargo me importa un demonio lo que piense y descargo un poco de mi coraje lanzándole una mirada llena de cólera para después recargarme en la ventana.
El señor me avisa que llegamos, le pago y quiero pedirle disculpas por mi actitud de hace un rato pero él se me adelanta, me regala una sonrisa, yo hago lo mismo y me despido. Camino un rato por la plaza, hasta que decido sentarme a sacar un poco la frustración, el frio me congela las piernas, traigo un vestido corto que no cubre ni la mitad de mis muslos, además de unos tacones que me van a romper los pies, quiero gritar, no, mejor aun, quiero morir.
Sinceramente he tenido una vida horrible, llena de limites, de expectativas por cumplir, de sueños rotos, falsedad, mentiras, engaños, también hay un poco de momentos bonitos, como todo, pero el peso entre lo bueno y lo malo no son equivalentes. Mi relación había sido un túnel asfixiante, hartante, perdí muchos años estando a su lado, la diversión que podía haber disfrutado, los sueños, las oportunidades, el deseo, todo se ha ido.
Siento una lagrima en la mejilla, no, no puedo llorar por ser libre, me limpio con odio, reviso mi celular y no hay ni una sola llamada, o algún mensaje. Muy bien, son las tres y media de la mañana, estoy sola como la hoja y a partir de hoy decido hacer lo que se me venga en gana.
Veo un auto deportivo iluminando la calle principal de la ciudad con dirección a lo que recuerdo los bares lujosos, donde va la gente "importante" a hacer negocios, quiero ir, solo para dopar los sentimientos que llenan mi pecho. Lo pienso por bastante tiempo hasta que una notificación hace sonar mi celular, pensé que era de él, pero no, era de una pagina sobre frases del día de Facebook. Abro la app y me quedo como si me hubieran lavado el cerebro, sé lo que tengo que hacer y no me voy a detener.Más vale reinar en el infierno, que servir en el cielo.
John Milton.
Tomo otro taxi con dirección a la zona roja, en el camino hago lo que puedo con el poco maquillaje que tengo, estoy nerviosa pero decidida. Llegamos, ni siquiera me detengo a pensar cual de todos los locales es el que me conviene. Antes de entrar escucho al guardia pedir la identificación para poder pasar, reviso mis pertenencias y no la encuentro, solo puedo maldecir la horrible noche, es mi turno, pero como no quiero detenerme trato de convencerlo, diciendo que no tengo mi credencial pero que alguien viene conmigo, y tengo que esperarlo adentro, mas sin en cambio el ser asqueroso de la puerta me insulta y me empuja, estoy a punto de caer por las escaleras cuando alguien aprieta mi brazo evitando mi caída del paraíso al limbo, me disculpo por lo sucedido y él solo ríe, ay no, que ganas de meterle el mayor golpe de su vida, pero me ayudo así que no puedo ser grosera. Estaba a punto de irme, pero me seguía apretando el brazo, no me da tiempo de hablar porque lo que hace a continuación me dejo muda y loca. El tipo despide al guardia, con toda la calma del mundo le dice que no puede dejar que alguien que maltrata a las personas o simplemente a los clientes de su establecimiento trabaje para él, así que después de esta noche ya no tiene un empleo ahí, además me cubre diciendo que el venia conmigo, en consecuencia, por su falta de respeto me debía pedir una disculpa.
No lo negare, me sentí un tanto poderosa, él se disculpo, mi vieja yo lo hubiera perdonado, la nueva versión ni de chiste lo hizo, con toda la altivez y orgullo que acumule le regale una sonrisa y un bonito "vete a la mierda". Pase de largo sin volver a mirarlo hasta adentrarme en un mundo desconocido, era la primera vez que pisaba un lugar de esa índole, no sabia como moverme, como comportarme, hacia a donde mirar, que pedir, a quien hablarle, estaba tan perdida. Nuevamente sentí una presión en mi brazo y volteé para defenderme, pero era quien ya sabia, el dueño del lugar. Me veía con expresión divertida, por cortesía me invito un trago, yo no tenia ni idea de cuanta variedad de alcohol existía, por esa razón el tuvo que pedir por los dos. Pasaba el tiempo y me fui desenvolviendo, reía por sus chistes malos, sentía explosiones dentro de mi cada que me alagaba, en una noche hizo que me diera cuenta de lo valiosa que era. Me convenció.
A las seis de la mañana los dos estábamos contra una pared de su loft, cuando decidimos tomar un respiro abrimos un gran ventanal para ver el amanecer, él me estaba hablando sobre como su paraíso favorito siempre habían sido los excesos, quería vivir una vida que quisiera recordar, y si querer ser feliz era un pecado entonces el estaba dispuesto a irse al infierno.
La noche siguiente con el autoestima más alta y peligrosa que unos tacones de Parmars complemente mi belleza con un lindo vestido, era una noche interesante, mi pecador favorito estaba esperándome en un sitio especial, según él, esta era la ocasión perfecta para ser juzgado. No sabia en que momento había conectado tan bien con ese individuo, pero sí era consciente que en él había encontrado calor y sentimientos reales, a alguien que no dudaba, que sabia lo que tenia enfrente y estaba dispuesto a explotarlo.
Llegue a sus brazos media hora antes de lo acordado, discutimos un poco sobre la puntualidad, pero no me iba a dejar, con mi carácter fatuo y necio me gane la razón. Cenamos algo ligero, una hora después me encontraba vendada de los ojos, tenia un miedo terrible, pero cuando comenzó a tocar y a alimentar mi ego con sus cumplidos me relaje, todo mi ser se estaba convirtiendo en esencia cargada de presunción. Me aviso que algunos amigos llegarían y que si estaba dispuesta a lo que sea que pasaría, le dije que sí. No me iba a arrepentir.
Escuche cuando llegaron y sentí como quisieron tocarme, me aparte planteando que primero necesitaban mi permiso antes de hacer algo, escuche las expresiones de sorpresa de los invitados, alguien pregunto algo como "¿Te crees mucho, verdad?" a lo que conteste, "No me creo mucho, soy mucho", y mi tentador me dijo al oído "Cariño, eres soberbia pura." No podía evitar sonreír mientras que la arrogancia y la vanidad se apoderaban de mi.
Terminamos muy tarde, me la pasé genial, hice cosas que nunca antes se me hubieran pasado por la cabeza, era un sentimiento de liberación el que me llenaba las arterias. Una vez mas estaba en el hogar de mi amante impenitente, hablamos un poco de los planes que teníamos a futuro, se sorprendió cuando supo que en si, yo no tenia ningún deseo, no pregunto nada, lo entendió y me apoyo diciendo que los planes no servían para nada, el punto era hacerlo, no solo lanzar las palabras al aire. Paso un rato hasta que en medio de un momento intenso me dio las gracias por ayudarlo a pecar.
Lo ultimo que le prometí fue que a partir de ahora viviría hasta quemarme.
Hay seis cosas, y hasta siete, que el Señor aborrece por completo: los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que asesinan a gente inocente, la mente que elabora planes perversos, los pies que corren ansiosos al mal, el testigo falso y mentiroso, y el que provoca peleas entre hermanos.
Proverbios 6:16-19
Soberbia: El original y más serio de los pecados capitales, es la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros.
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Los pecados de M.
RandomM. cumplirá con todos los requisitos para lograr una merecida estadía en el paraíso. Los pecados que la corrompen serán el pase hacia su libertad.