Deje de lado la vida nocturna por un buen tiempo, vendí gran parte de mis acciones a los primeros socios, los amigos de mi pecador. Todo estaba en regla y marchando a la perfección, ya no tenia que preocuparme por si había problemas, era cierto que en mis manos había dejado su gran negocio, pero di muchísimo tiempo y energía en que el club saliera adelante, los resultados eran muy notorios, había pasado de ser uno entre tantos a ser uno de los mas visitados en todo el continente, era momento de descansar.
El primer mes fue el más difícil, estaba tan acostumbrada a pasar todos mis días en ese lugar, no exagero cuando digo que había partes del loft que ni siquiera había abierto, cada día me arrepentía de andar de metiche por el departamento, todos los cuartos eran muy él, me recordaban su ausencia, no podía seguir así. Una mañana desperté con ganas de mandar todo al carajo, así que metí poca ropa en una maleta, dinero, papeles, tarjetas y me fui de ahí.
El primer lugar que visite era muy tranquilo, lo que me dio la oportunidad de sufrir en paz, de vez en cuando hacia alguna locura, pero siempre regresaba al mismo agujero. Me canse de la rutina, al final, no he nacido para vivir muerta.
El segundo paraíso era una playa, cálida, muy linda, con el agua cristalina, el único problema era que ahí se celebraban muchas bodas. Pocas personas iban solteras con ganas de pecar un poco, cada que encontraba a un grupo de personas solteras me la pasaba genial, no me duraba mucho el gusto, a la semana siguiente ya estaba sola una vez más. Me encantaba el lugar, era perfecto, pero no era mi tipo.
"Eres como una dinamita medio encendida, necesitas explotar, es lo que veo", fue lo primero que dijo, ni siquiera un "¿Cómo estás?" o un "Te invito una piña colada", no iba a mostrar lo afectada que me dejo con sus palabras, por lo que voltee con mi mirada provocativa, altanera y vanidosa, "Te voy a mostrar lo que es una explosión verdadera", tome su mano y lo lleve a mi lugar secreto. Pasamos mas de mes y medio siendo conejos, puse en el toda mi confianza, le conté todo, me sorprendió que no tratara de salvarme, de cubrir las heridas, o que no me tratara como una persona rota, simplemente entendió y avanzo conmigo. Fueron días bellos, no me hice pedazos la cabeza por saber que iba a hacer después, solo ocurría, me encantaba eso, tan espontáneo y sin limites.
"Quisiera ser una de ellas", solté el comentario, fue lleno de deseo y celos, "¿Como quienes?", pregunto y señale a la novia que estaba en el altar, la aventura del día había sido ir a una boda, no conocíamos a nadie pero nos comportábamos como si fuéramos amigos de toda la familia, era divertido. "¿Quieres casarte?", me pregunto en tono casual, "Quiero ser feliz, quiero compartir todo lo bueno y lo malo con alguien que me ame." No hablamos mas del tema, en lugar de eso disfrutamos del evento, nos tomamos en cualquier parte que fuera cómoda, uno de los mejores días, pero caí del gozo al pozo.
Había pasado una semana que no sabia nada de él, no estaba en nuestro punto de encuentro, no había ido a el hotel donde me hospedaba, ni una llamada, un mensaje o algo que me hiciera saber que por lo menos seguía vivo, ese fin de semana se celebrara una nueva boda, quería ir solo para distraerme, bendita la hora en la que tome la iniciativa.
En el mini bar del espacio donde se realizaban los eventos me encontré a la novia del día, era muy, ¿Como decirlo?, ¿Normal?, era ese tipo de chicas que ves por la calle, las miras un poco y sigues caminando, aunque envidiaba la felicidad que irradiaba por los ojos, la felicité en forma de saludo, ella solo agradeció y dijo que estaba nerviosa, luego de media hora la ceremonia por fin iba a empezar, de fondo un atardecer rojizo iluminaba el escenario. Primero llego ella, se me hizo raro, porque según la costumbre el novio es quien tiene que esperar a la novia, pero fue algo original, me gusto, bueno, no tanto.
El alma se me quebró un poco más cuando frente a mi apareció el tipo al que le había abierto mis heridas, metido en un traje negro que le quedaba de pena, mostrando la sonrisa mas falsa que vi en mi vida, tomando de la mano a una joven que había conocido en el bar, el evento se me hizo rápido, para mi fueron tres segundos, estaba tratando de entender en que momento ocurrió todo, en esos instantes el coraje, el orgullo y la soberbia me inundaron.
A mitad de la noche me acerque a la preciosa novia que tenia la carita llena de ilusión para felicitarla una vez más por su estupenda boda, ella me regalo una abrazo, quise vomitar, "En una hora nos vamos, cariño.", dijo el traicionero detrás de mi, no volteo a mirarme cuando le planto un beso, "Me tengo que ir." avise, justo cuando él volteo a verme vi su vida detenerse, vi la frialdad y el engaño carcomiendo su piel, antes de irme iba a decir lo que pensaba, ya no era la misma tonta con limites que se callaba ante lo que le parecía incorrecto u horrendo, "Una ultima cosa, bueno, tres cositas para terminar, ese vestido es perfecto para prenderle fuego, sinceramente me parece feísimo, cariño, no te queda; segundo, tu ahora esposo ha estado follando conmigo desde hace dos meses, a excepción de la ultima semana, he sentido su ausencia y más entre mis piernas; y tercera espero que tengan un futuro de mierda, ojalá les vaya mal en todo lo que hagan y que cuando quieran reproducirse, a este pendejo no se le pare, buena noche." me fui con la frente en alto, el ego destrozado y con la promesa de no volvería a abrir mi interior a nadie mas, cumpliré mis promesas y esperare el reencuentro.
Tome el primer vuelo con dirección a mi origen, regrese a mis calles, a la libertad que yo conozco.
Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
Santiago 3:16.
Envidia. La envidia corresponde al sentimiento de pesar ante el bien o el éxito de terceras personas. En ese sentido, la envidia no es simplemente el deseo de tener lo que el otro posee, sino el deseo de que el otro no tenga bien alguno.
La envidia es un vicio que lleva a desear el mal ajeno.
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Los pecados de M.
RandomM. cumplirá con todos los requisitos para lograr una merecida estadía en el paraíso. Los pecados que la corrompen serán el pase hacia su libertad.