Un pequeño obsequio.

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La mañana llegó a Metrópolis, los rayos del sol se hicieron más y más fuertes, el clima frío cambiaba radicalmente a uno cálido. Extraña y desafortunadamente, ninguno de los dos adolescentes se había levantado y ya eran las siete y veinte.

Un claxon levantó al pequeño, pero peligroso, heredero Wayne, quien inmediatamente guió su vista hacía su reloj de muñeca, apretó sus ojos con la esperanza de estar equivocado y que solo sea un efecto de estar recién levantado, los abrió lentamente, mientras escuchaba otro claxon y vio un pequeño cambio, ahora eran las siete y veintiuno.

Se levantó rápidamente, mientras se preguntaba por qué rayos su alarma no había sonado. Él era de esa clase de personas que podían hacer lo que sea en minutos, así que no habría mucho problema.

Antes de iniciar a hacer cualquier cosa, se dirigió a la habitación del menor, con la intención de levantarlo y si estaba levantado...

¡Pobre de él!

Afortunadamente, dormía plácidamente, Damian, no dudó ni un segundo y le gritó que se levanté.

En menos de 5 minutos, Jonathan Kent y Damian Wayne se dirigían hacia la salida, sin desayunar, con el uniforme muy desordenado y sin planchar, la mochila abierta con cuadernos sobresaliendo, y ambos con caras somnolientas.

Jason y Tim vieron a los dos estudiantes correr rápidamente hacía el carro, el primero sonreía ligeramente al ver el estado de ambos, mientras Tim pensaba la razón por la cual no había sacado su licencia: "La maldita mayoría de edad", faltaba poco, sí..., pero aún faltaba.

- ¡Buenos días! - Saludó Jonathan de manera animada, acompañando con un movimiento de saludo con su mano, mientras subía al carro en la parte trasera.

- ¿Qué pasó? ¿Acaso el gallo de Damian no los levantó? - Preguntó sarcástico Jason, mientras veía como Damian subía. - ¿Siquiera han desayunado? Nosotros sí, comimos carne de res, ¡has tenido bien alimentado a la bat-cown! - La cara de Damian cambió radicalmente, parecía que iba a matar a Jason.

- ¡NO! Damian, no hemos desayunado tu vaca, eso sería muy pesado en el desayuno. - Le tranquilizó Tim a Damian, haciendo que este último respirará un poco más aliviado, pero sin abandonar su posición de ataque. - Lo haremos en el almuerzo.

¡Listo! La gota que rebasó el vaso, que ya estaba extremadamente lleno.

El carro, en ocasión de segundos, estalló en peleas, discusiones, patadas y una que otra cachetada, despertando a Jonathan, quien en cuestión de segundos se durmió luego de poner un paso en el vehículo.

- Eh..., ¿chicos? – Interrumpió Jonathan la pelea que estos tenían. - ¿No tenemos que ir a clases?

Los hermanos Wayne lo pensaron y rápidamente el carro avanzó, no sin antes enviarse mutuamente miradas asesinas.

Llegaron a la escuela de Damian y Jonathan, estos bajaron rápidamente, para dirigirse a sus clases.

Damian, caminaba tranquilo hacía su clase de ciencias sociales, sumido en sus pensamientos, pero, su "nuevo amigo" vino a hablar con él. Interrumpiendo sus pensamientos y tal vez a agotar su paciencia.

- ¡Hola, Damian! – Saludó el pelirrojo. – ¿Damian? Se supone que cuando yo digo: "¡Hola, Damian!", tú debes de responder: "¡Hola, Colin!"

- Hola, Colin. – Respondió Damian, pero con un tono muy, pero muy diferente al de Colin, este era seco y frio.

- Bueno, es un progreso. – Admitió el anteriormente nombrado. - ¡Ah! Venía a decirte que me enteré de que habías entrado al equipo de soccer y pues adivina qué.

¡¿Niñero?! - JonDami/DamiJon | EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora