Tribu

708 33 2
                                    

Pude sentir a Inuyasha a mi lado en el momento que desperté.

- Perfecto - Pensé para mi misma, esto quería decir que podría ir a acompañarlo a la tumba de su madre, ya que no me había quedado dormida finalmente.

- Inuyasha, Inuyasha despierta - Lo sacudí un par de veces para lograr que se despertara. Cuando finalmente abrió sus ojos.- Buenos días, ya amaneció.

- Aome.. Vaya, si que has madrugado - Me dijo entre bostezos, mientras esperaba que sus ojos se acostumbraran a la luz.

Una vez vestidos, ambos salimos por la puerta e iniciamos nuestra caminata hacia la tumba de la madre de Inuyasha. Siempre me había dado mucha curiosidad saber que hacia ahí, ya que era obvio que no podía llevarle flores todos los días, seguirían allí las del día anterior no?

La tumba era pequeña y muy apartada de cualquier otra, la verdad parecía ser la única alrededor de unos varios kilómetros.

- Este era el lugar favorito de mi madre, el anciano Myoga se encargó de que sus restos fueran sepultados aquí.- Al parecer se habia percatado de lo que estaba rondando por mi cabeza.

- Izayoi - Inuyasha reaccionó al nombre inmediatamente en el momento en que termine de pronunciarlo.- Así se llamaba tu madre, no es así?

- Si - Se podía notar perfectamente que su muerte le había afectado mucho a Inuyasha.

- Como era? - No pude evitar preguntarle.

- Mi madre?

- Si, el anciano Myoga una vez menciono que tu madre era una princesa, eso es cierto?

Tomo unos minutos para que Inuyasha respondiera a mi pregunta, ya comenzaba a arrepentirme por lo estupida que había sido preguntándole tal cosa con respecto a su madre.

- Era la princesa de su aldea. La verdad nunca supe mucho acerca de eso, el palacio donde vivía fue destruido en llamas el día de mi nacimiento. Las personas que trabajaban para mi madre sabian que mi padre era un demonio y que yo debía ser igual por lo que querían deshacerse de mi. Luego de que mi padre nos rescatara mi madre huyó a la aldea donde fui criado, pero como veras por mi condición de medio demonio yo no era muy bien recibido. Mi madre cuidaba solo de mi y yo no conocía a nadie mas que no fuera ella. Cuando me hice mayor me di cuenta que mi madre sufría porque sabía lo que me esperaba, temía que fuera a quedarme solo cuando ella ya no estuviese a mi lado.

Era la primera vez que Inuyasha se abría a mi de esa manera, no le gustaba hablar acerca de su madre, por lo que me había tomado por sorpresa su confesión.

- Suena como una increíble mujer, debió de amarte muchísimo. Me hubiese gustado conocerla.

- Le habrías caído bien - Me dice sin apartar su vista de la tumba.

- Porque lo dices? - No pude aguantar la curiosidad hacia sus palabras.

- Imagino que me he convertido en el hombre que mi madre quería que fuese gracias a ti. Veras Aome, contigo aprendi a sonreír, tener amigos y confiar en esos amigos, aprendi la amabilidad y lo que es derramar lagrimas por los demás. Me enseñaste a ser un humano.

No podía creer lo que estaba escuchando, no pude evitar el nudo en mi garganta y ya podía sentir mis ojos humedecerse.

- Nunca te lo había dicho antes pero, aquel día cuando nos encontrábamos atrapados en la perla de Shikon, esos pensamientos fueron los que despertaron a colmillo de acero y me guiaron a ti.

- Inuyasha..

No pude contener el impulso de abrazarlo, ya las lagrimas caían frenéticas por mis mejillas y no quería que me viera actuando como una tonta. Escondí mi rostro en su pecho y lo abrace tan fuerte como pude.

Amor a traves del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora