Día 7: De universos sin fin (Tu beso no significa lo mismo que el mío)

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Desde que era una pequeña sirena, a Hinata siempre le advirtieron de no ir a las partes más oscuras del mar, sobre todo a los agujeros que podían aparecer de repente en su camino, esos eran los que debía evitar más activamente.

"Las sirenas que van ahí, Hinata, no vuelven" le advirtió su padre sombríamente en una de sus secciones de estudio destinadas a convertirla en una gran gobernante para su gente, como sus antepasados.

Y, a pesar de que estaba terriblemente curiosa por quienes –o que –podían habitar dichas profundidades, Hinata fue obediente y se mantuvo alejada de las oscuras profundidades.

Al menos hasta hoy.

Ese día había estado explorado las cercanías de los grandes de Pyroh –o como la gente de la superficie lo llamaba, la Antártida –admirando desde la lejanía como grandes pedazos de hielo caían luego de desprenderse de los icebergs a los que pertenecían.

Se supone que no debería estar ahí, no solo porque sus escamas, acostumbradas a las cálidas aguas caribeñas, eran especialmente sensibles a las bajas temperaturas de aquel lugar, sino por el hecho de que su recorrido le había costado pasar por otros dos reinos sin autorización, lo cual podía ser fácilmente un motivo de guerra.

Pero si nadie lo sabía, no haría daño ¿no es así?

Y por lo general le había ido bien, aparte de ver aquel espectáculo había jugado con algunos pingüinos y nadado las focas –una de estas últimas había tratado de comerla, pero era joven y aún no aprendía que las sirenas eran un gran no-no... ella le enseñó–.

Los problemas llegaron cuando un cardumen de peces la atropelló mientras huían, dejándola desorientada y confundida hasta que fue atrapada, junto con ellos, en una gigantesca red de pesca de metal. Mientras la red los amontonaba y elevaba, ella sacó sus afilados dientes retractiles –algo dolorosos por su anterior encuentro con la foca –y trató de morder la malla para salir, pero el material resultó ser muy resistente, así que, ya en la superficie y antes de que pudieran depositarlos en el gigantesco monstruo que se llevaba a los animales del mar, rompió aquella trampa con sus propias manos y saltó, escuchando gritos en un idioma que no podía entender.

Tan pronto como cayó al agua empezó a nadar a toda velocidad hacia el fondo, asustándose cuando zumbidos empezaron a pasar a su alrededor.

Gritó y miró su aleta; había una barra de metal abrezándola.

Y luego, empezó a ser jalada hacia arriba.

Trató de liberarse, pero no lo logró hasta que, en su desesperación, terminó jalando de su cola, provocando un gran corte en ella que le impidió seguir nadando, hundiéndose en su lugar. Más arpones pasaron por su lado, y cuando uno venía directamente hacia su cabeza, cerró los ojos, se cubrió con los brazos y esperó el impacto.

Pero no llegó.

Cuando abrió los ojos todo siguió permaneció en oscuridad.

El dolor en su aleta desaparecía poco a poco hasta que ya no pudo sentirlo, sin embargo, aquello en lugar de aliviarla la puso más ansiosa.

"Tranquila"

Era una voz, masculina y profunda.

"¿Qu..." intentó hablar, pero las palabras simplemente no salían de su boca.

"Te he curado" dijo la misteriosa voz "Te ayudaré a salir de aquí"

Sintió una mano palmeada tomar la suya y hacerla nadar por aquella oscuridad.

A pesar de que estaba insegura de aquella extraña voz, se dejó arrastrar, temerosa de aquella oscuridad que no parecía tener inicio ni final.

No supo cuánto tardaron, pero una mancha opaca empezó a dilucidarse en la distancia, volviéndose más y más grande hasta que se dio cuenta que era luz.

Salió de la oscuridad con dificultad, sus ojos adoloridos por el repentino cambio.

Al poder de nuevo ver, se volvió hacia donde había salido, encontrándose con un gran agujero negro del cual un rostro se hizo visible, saliendo poco a poco un tritón, cuyos hombros y algunas partes de su rostro estaban cubiertos con escamas negras.

"¿Has sido quien me ayudó?" preguntó sin aliento, admirando lo majestuoso que se veía aquel ser de oscuridad.

"He sido yo" confirmó.

Ambos se observaron.

"¿Cuál es tu nombre?" le preguntó, más bajito y tímida.

"Sasuke"

Ella asintió.

Tomó todo el coraje que necesitó para hacer lo siguiente.

"Yo, Hinata Hyuga, princesa de las sirenas de Terath, te agradezco a ti, Sasuke, el haberme salvado de una muerte segura" dijo, y estiró sus manos hasta tomarle el rostro "Por favor, toma este gesto de agradecimiento de mi parte" y dicho esto, unió sus labios a los de él.

Fue un contacto corto, pero profundo, y cuando finalmente se apartó de él, se dio la vuelta y se alejó nadando a toda velocidad, roja como una langosta.

Mientras se retiraba, él se quedó observándola y estiró una mano para tocar sus labios.

"Hinata Hyuga de Terath" repitió, hundiéndose lentamente "Sabrás de mi nuevamente, muy pronto" dijo para sí mismo.

Porque si bien eso en la cultura de ella era un agradecimiento, en la de él era una propuesta de matrimonio, y como un príncipe en su propio derecho, él aceptaría y buscaría a su reina pronto para comenzar con la ceremonia de cortejo.

Entonces, desapareció completamente en la oscuridad y cerró el camino que había abierto para sacarla de sus tierras.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2021 ⏰

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