Capítulo XXVI - Ibiza (Parte final)

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El sol de la playa "Cala bassa" me pegaba directamente en la espalda. Íbamos por el cuarto día en Ibiza y no paraba de enamorarme de sus hermosos paisajes, y claro de la compañía de Rubén, Mangel y Emma. Era un magnífico día, el sol calentaba pero no quemaba, las olas estaban perfectas para cualquier deporte acuático, y ese era nuestro fin, montar motos de agua. Mangel y Rubén eran los más emocionados con la idea, pues de seguro ya estaban hartos de acompañar a Emma de compras, o de beber cocteles dulces en los bares (Que también eran elegidos por Emma); querían una actividad que los hiciera sudar testosterona, o algo así. 

- ¡Muy buenas criaturitas del seño'! - Saludaba Rubén a su móvil, desde que habíamos llegado quería hacerle un Vlog a sus criaturitas - Estamos en Ibiza madafaca, party time bitch - Movía sus manos con swag - ¡Pues estoy con mi mahe, ay mi mahe! - Enfocaba al chico que caminaba a su lado. 

- Dileh yah que vamoh a haceh hoy...  

Como no tenía intenciones de que las criaturitas llegaran a saber que estaba con Rubén, adelanté el paso con Emma, para que Mangel y Rubén hicieran lo suyo con eso de los vídeos. Llegamos al lugar donde rentaban las motos de agua, después de grabar un rato decidimos que rentaríamos una para Rubén y yo, y otra dos para Mangel y Emma por separado, pero no antes de que Mangel y Rubén hicieran el gilipollas en una antes de nosotras, que nos daba un miedo de los mil cojones, pero parecieron tan divertidos que lograron convencernos de probarlo. 

- Vale, entonces ¿Qué pasa si me suelto? - Le decía a Rubén.  

- Ni de coña, si te sueltas mueres - Me decía en plan divertido. 

- Ah, pues parece seguro - Me descojonaba sentada tras él en la moto. 

Comenzó a aumentar la velocidad y yo chillaba como una adolescente por toda la adrenalina que sentía al sentir la brisa marina y el agua que salpicaba la moto en mi piel.  

- ¡Que esto mola un montón! - Le gritaba a Rubén. 

- ¡Ah que sí! - Giraba su cabeza para besarme.  

- ¡Soy feliz! ¡Pero feliz de verdad! - Grité como si mi vida dependiera de ello. 

El sentimiento de libertad que me daba era maravilloso, molaba un montón pensar en todos los momentos que me esperaban al lado de este hombre ahora que era mi novio. Pero fue como si me hubiera sentenciado con decir que estaba feliz, pues acto inmediato escuchamos un grito ensordecedor a la lejanía, mi mirada buscó inmediatamente el lugar de dónde venía el quejido en cuestión para encontrarme con la moto acuática de Emma que salía desprendida de ella unos cuantos metros por el aire para caer cerca de unos roqueríos cercanos al límite del balneario. Sentí mi cuerpo temblar, un escalofrío recorrió mi espalda en cuestión de milisegundos e imaginé lo peor. Tardé en reaccionar para avisarle a Rubén, este ya había visto todo y aceleraba la velocidad de nuestra moto de agua, Emma a lo lejos aún gritaba en la superficie, y cada uno de sus gritos me hacía desesperar más y más. En el momento en que logramos llegar cerca de dónde estaba Emma, la vimos hundirse por última vez en el agua. Mangel por su parte ya estaba ahí hace unos pocos segundos antes que nosotros, al ver la escena de Emma sumergida en el agua soltó un grito ensordecedor.  

- ¡¿La ves Mangel?! - Gritó Rubén. 

- ¡Por acá! - Mangel aseguró su chaleco salvavidas y se lanzó al agua. 

Mangel intentaba sumergirse, pero el chaleco salvavidas le impedía bajar. Desesperado comenzó a intentar quitarlo de si, cuando logró despojarse de él se sumergió como un pez en el agua. Los segundos eran eternos, sentía mi propio pulso aumentado mil veces en mis oídos. Todos mis sentidos estaban apagados, lo único que me recordaba que seguía viva era mí agitada respiración que no me ayudaba en nada, Emma estaba ahí abajo y yo no tenía ningún control de mi cuerpo para ayudarle. Mis rodillas parecían hechas de goma, intenté pararme pero fue en vano. 

Tras el lente. (Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora