Día 10: Libre

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La vejez no era, de lejos, una de sus etapas favoritas. 

Su piel se arrugó, su cabello ahora escapaba de sus manos todos los días y ni qué decir de su visión la cual desde la juventud halló su decadencia al obligarlo a utilizar lentes de medida, ahora con años más avanzados, era incapaz de distinguir algo si no los utilizaba. Incluso se avergonzaba en admitir, pero su audición también lo estaba abandonando progresivamente. 

Todo sonaba a pesadilla. 

Sin embargo, para Akaashi todo eso no iba más allá de lo físico y no se comparaba con todo aquello que ganó a través de los años. Desde tener la valentía de defenderse cuando era necesario a conocer a la persona que lo acompañaría hasta estos días en los que no quería más que recostarse en la hamaca del patio a recibir el sol por las tardes. 

Durante su adolescencia creyó que todo era duro, no obstante la adultez llegó a casi destruirlo debido a las obligaciones que debía tomar y el poco tiempo que disponía para asimilarlas. Cuando lo piensa, todo pudo haberse distraído si no hubiera tenido la fuerza de voluntad para avanzar aun si cada paso parecía llevarlo hacia atrás, es por ello que le agradecía en silencio a su pareja por acompañarlo cuando se encontró en el más profundo abismo. 

Bokuto Kotaro era aquella estrella que lo iluminó cuando quería rendirse, desde que fue adolescente hasta ahora que no es más que un viejo hombre en espera de la muerte. 

Toda una vida juntos y jamás se cansaría de verlo despertar por las mañanas, sus malos chistes, la escandalosa risa y esos abrazos que parecían romper su columna vertebral. Adoraba al hombre que representaba una parte de su alma en este mundo y agradecía el que el ser supremo que cuidaba de ello no se lo haya llevado antes que a él, pues no lo soportaría. De la misma forma en que el otro sufriría si sucediera lo contrario. 

En la tranquilidad de la casa de campo ubicada a las afueras de la ciudad, Akaashi se permitió traer al presente su caótica juventud al lado del que se convirtió en el amor de su vida. 

Iniciando, fue sorpresivo el descubrir que le atraían los hombres. Años después, no definió qué tan seguro estaba de ello, pues solo ha amado a Bokuto. Sería injusto englobar a todos los hombres. Durante los años de preparatoria se preocupó mucho más por ese sentimiento y sus nuevas preferencias que por conocer más a fondo a su compañero en sí, creyó que si y solo si se aseguraba por completo de ello podría inclinarse por la ilusión del inocente amor juvenil, sin embargo, el tiempo lo traicionó y en lo que esperaba que otra persona captara su interés como lo hacía el capitán del equipo, este se despedía de sus años de preparatoria para iniciarse en el mundo adulto donde Akaashi aún no pertenecía. 

Posterior a su graduación, sus esperanzas sobre Bokuto casi habían desaparecido por completo, solo que el peligris definitivamente no sabía como interpretar un año de ausencia en el que solo asistió a animar unos cuantos partidos por lo que cuando fue el día de enfrentar que el mundo adulto se lo comería vivo, su ex-capitán apareció con un gran ramo de flores para felicitarlo. Desde ahí solo pasaron más y más tiempo juntos, similar a los días en que jugaban vóley como un equipo, sin embargo ahora todo era distinto. Inevitablemente, sus sentimientos reaparecieron como si un elixir los hubiera activado una vez más, pero esta vez no se sentía nervioso o inseguro por su existencia, ahora agradecía que siguieran ahí para hacer estallar su corazón cada que Bokuto se acercara más de lo usual a él o en las ocasiones en que se quedaban en el departamento del otro dado que era más cómodo que volver a la soledad del propio. 

Doce años más tarde, se encontró frente a un padre en una iglesia acompañado de su estrella en una ceremonia que los uniría para siempre. La sensación de poder dar la vida por alguien, querer cada uno de sus defectos y querer acompañarla de por vida, jurar hacerlo ante un altar, la capacidad para imaginarse una vida junto a esa persona, el hecho de que solo con recordar su olor sentirse cómo en casa, el sentir el dolor en carne propia al ver al otro sufrir, dar tu felicidad únicamente por la suya, dar todo de ti y ser solo de esa persona. El día en que se casaron fue el más feliz de su vida. 

Si bien se les presentaron dificultades luego de oficializar su inquebrantable unión, tal como el casi despido de Bokuto por un escándalo que armó la prensa al salir a la luz que su esposo era un hombre, eso no era impedimento para la felicidad cuandoacababas de encontrar al ser del cual las leyendas dicen que el gran y poderosoZeus separó por el gran miedo a lo que juntos pueden lograr, el Ying del Yang,la luna y el sol, todas las leyendas se hacen realidad cuando ambos cuerpossienten la caliente presencia del otro y el corazón entra en sintonía con sugemelo. Y es por ello que agradeció el nunca irse de su lado o siquiera considerar el abandonarlo, no encontraría perdón de haberlo hecho. 

-¿Qué tanto miras por la ventana, Kaashi? ¿Cambió el paisaje o algo?-. Sintió otra presencia a sus espaldas y la envejecida voz de su amante, quien ahora lucía, tal y como se describiría él, ardientemente acabado. Akaashi solía reñirle diciéndole que no estaba acabado, solo que debía ser consciente de su edad y la imposible hazaña que representaba practicar vóley. 

-No, sigue siendo el mismo cielo azul, el mismo campo verde y los mismos árboles que llevamos viendo por los últimos diez años. 

-Sigue siendo lindo. 

-Lo es. 

-¿Es lo que te gustaría ver cuando sea el momento?-. Sabía a qué se refería. 

-No, claro que no.-Recordó lo que se había pasado casi todo el día haciendo, el repasar sus memorias junto a él.-Si tuviera que elegir definitivamente serías tú.

-Yo tampoco pienso irme de este mundo si no es observándote, aunque claro no me molestaría si es aquel balón con el que ganamos los juegos olímpicos.-Akaashi lo miró mal antes de unirse a su risa. 

Lo cierto es que había llegado el punto en que no le importaba mucho el cómo abandonaría la vida, luego de atravesar por una preciosa historia en la que fue consciente de la existencia de las almas gemelas, el destino podría hacer lo que quiera con él. Ya había recibido mucho. 

Sin embargo, aquella noche el destino le concedió su último deseo al permitir que lo último que guardara en su gran biblioteca de recuerdos fueran esos ojos dorados que le devolvían la mirada con la misma jovialidad que cuando se conocieron a pesar de ahora estar rodeados por arrugas y marcas de expresión. 

Ambos abandonaron el mundo, satisfechos de lo que hicieron y lo que aprendieron, a la vez en que se prometían encontrarse en la próxima aventura una y otra vez pues sus almas se pertenecían y adoraban tanto que incluso el universo conspiraría a su favor para nunca separarlos. 

1214 palabras 

Nota del autor: 

¡Muchas gracias, lector, por acompañarme en esta week! He valorado cada voto y comentario que han dejado en los one-shots que conforman esta obra, el apoyo que recibí me conmovió y pienso que vale cada minuto que he invertido en escribir a pesar de no encontrarme totalmente conforme con lo que he subido. De todas formas, espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. 

Una vez más, ¡gracias!



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