Día 2: Northern lights

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Tw: muerte de un personaje. 

Al inicio aquel viaje no le convenció del todo, es decir, ¿un crucero en Alaska?, ¿qué demonios, Kotaro Bokuto?

Eso fue hasta que abordó y fue impresionado por demasiadas cosas que no había experimentado jamás, ya que era su primer viaje de este tipo. 

Se dedicó a explorar los atractivos que ofrecía su carísimo paquete de viajes, los cuales absolutamente valieron la pena para dejar casi en bancarrota al pobre veinteañero. Desayunó y almorzó en completa tranquilidad, sin preocuparse por los mareos debido a que sus amigos le aconsejaron hasta el cansancio qué hacer en esos casos, no querían que un simple disgusto arruinará sus vacaciones. Kuroo y Atsumu eran bromistas en muchas ocasiones, pero cuando Bokuto les comentó sobre su travesía desde Japón hasta su destino al otro lado del mundo, demostraron una ligera preocupación la cual él no comprendía. Tenía un sueño qué cumplir, no tenía más opción que utilizar esas cortas dos semanas libres de entrenamiento para embarcarse en una aventura. 

Aquello que lo había llevado ahí... 

Era bastante curioso a su parecer, el de repente no sentir esa vibra tan emocionante que solía cargar encima, la que era capaz de animar estadios enteros y que era lo que lo caracterizó desde pequeño. Podría atribuírselo a que estaba cerca de los treinta. 

Pasajeros, se les invita a la cubierta principal a nuestra celebración por el primer día de navegación. 

En la agencia de viajes le explicaron que solían realizar un bufete para celebrar el primero de cinco días en los que cruzarían las aguas del océano Pacífico. Él les repitió que no estaba interesado en ello y prefería conocer el mejor lugar para observar el cielo, lejos del ruido de los numerosos pasajeros y la voz del capitán agradeciendo por acompañarlos en otro exitoso viaje. Ese lugar era al que se dirigía en ese momento en lo que los demás bajaban apresuradamente las escaleras para no quedarse sin un poco de la comida que ofrecía el servicio. 

− Creo que aquí vamos a estar bien. ¿O no, Akaashi? 

Observó el gran cielo azul que no le devolvía ninguna respuesta, justo como el viento que lo rodeaba y le erizaba los vellos de su piel al enfriarla considerablemente. Justo ahora, el mar estaba calmo, todo estaba en perfecta sintonía tranquila donde Bokuto existía para observar el evento que había esperado por meses. 

¿No sería genial ver las auroras boreales? 

− ¿Auroras boreales? ¿Akaashi, qué es eso? ¿Es algún tipo de cuadro que quieras ver en el museo? ¡Podemos ir en este preciso momento, si es lo que quieres! −. Tal y como sucedía siempre que el ojiazul sugería una idea, Bokuto haría lo que fuera por cumplirlo en el menor plazo posible. 

− No es algo que podemos ver hoy mismo, Bokuto-san. Ni siquiera estoy seguro de si existe un destino turístico aquí en Japón para que el que pudiéramos separar fecha a fin de mes. Es solo que tuve que realizar una nota sobre ello y me interesó, no te preocupes. Solo preguntaba. 

Luego de más de 8 meses, él tampoco se había tomado el tiempo de investigar más sobre aquel fenómeno, solo leyó la nota en el periódico local donde Akaashi hacía sus pasantías temporales y se dedicó a planificar un viaje hacia el mejor destino turístico donde pudieran disfrutar de aquellas luces que jugaban con sus formas danzantes en el cielo. 

Eso hasta que sus planes se fueron tan rápido como llegaba el amanecer y las auroras desaparecían. 

− Son preciosas, Akaashi.− No le agradaba hablar solo, sin embargo aquello no era lo que le decían habitualmente para consolarlo. Él no soltaba palabras al aire, Keiji siempre estaría a su lado para escucharlo y argumentar sobre lo que fuera así como para apoyarlo y estar de acuerdo con él en otras cosas, sobre aquel loco viaje que ofrecía el escenario perfecto para gozarse del cielo y sus luces, ¿él estaría de acuerdo?, ¿también lo hubiera apoyado solo por querer cumplir una de sus ilusiones? Lo que respondería su ser más preciado, ahora nunca lo sabría. 

− Podría ser este un buen momento para decirte lo que he estado haciendo... ¡Fuimos a los juegos olímpicos, Akaashi! ¡Fue genial! Aunque perdimos contra Argentina, eso dolió, nos sacaron de competencia, pero al menos tenemos la medalla de tercer lugar. Shoyo y Tobio parecían tristes, pero luego de una conversación con el armador del equipo contrario no han dejado de entrenar día y noche. Dicen que definitivamente ganarán. No estoy seguro de lo que pasó, solo que estoy de acuerdo con ello.  

Mientras seguía contando sobre las travesuras de sus compañeros y el como los días pasaban, la voz se le hacía más temblorosa, el volumen bajaba y su pecho se oprimía levemente. Tantos recuerdos y él no había estado a su lado como se supone que lo debería haber hecho. 

− Las luces son hermosas como tus ojos Akaashi, ya sabes, el cielo es azul y ellas tienen tonalidades ligeramente verdes, es la clase de brillo que oscilaba cuando observaba ese par de orbes tan encantadores que tienes... O bueno, disculpa, tenías. Nunca supe qué color eran exactamente solo que cuando dormía, Keiji, siempre me observaban velando de mis sueños. No soy bueno con las palabras, eso era lo tuyo, pero lo que ahora te dije creo que hubiera sido lo más cercano a mi discurso en una pedida de mano. Luego Atsumu se reiría y Kuroo se enojaría conmigo por no haberle consultado sobre esa parte de lo que planeaba decir. − Se limpió las lágrimas con el suéter café que lo abrigaba en medio de la fría noche en una de las terrazas del crucero, − Ya sabes, ellos vivían prácticamente en el departamento, − soltó una ligera risa ahora que recordaba que definitivamente Kuroo se había mudado a la habitación sobrante y Atsumu invadía su sofá como si no tuviera una cama propia en su propia casa.  

Era doloroso si pensaba en el anillo que ahora descansaba en su bolsillo, la propuesta que nunca se dio y la respuesta que jamás pudo escuchar. Todos los planes a futuro que se esfumaron cuando sucedió el accidente de tráfico arrebatándole la vida de la representación de su mundo, Keiji Akaashi. 

Desde ese momento, era solo un piloto automático el que manejaba su vida. 

− Ha pasado tan poco desde tu partida que aún busco cómo manejarme, incluso lo que hice al principio se siente tan antinatural, ¿por qué habría qué contarte cosas que pasaron cuando estabas a mi lado? Claro si ignoramos el hecho de que, ¡no estás aquí y jamás volverás!−. Su exclamación resonó en sus oídos y se arrepintió en el acto, no tenía por qué gritar, él no era así, era alguien que podía afrontar cualquier cosa y con calma a pesar de que parecía algo tonto para manejar otras situaciones. 

Sin embargo, ya no sabía cómo ser él mismo. 

− Te extraño, Akaashi. Te amo, Akaashi. Te quiero, Akaashi. ¿Por qué no estás a mi lado, Akaashi? ¿No me vas a felicitar de nuevo por pronunciar bien tu nombre, Akaashi? ¿No quieres que prenda el televisar y veamos ese programa que tanto te gusta? ¿No quieres ir por otra aventura al zoológico para ver a los búhos, Akaashi? Vuelve, Akaashi, te necesito. 

Era una curiosa despedida si lo pensaba con claridad luego de gritar todo lo que llevaba encerrado en su corazón. Esperaba poder ser capaz de avanzar, ser capaz de visitar la tumba de su amado, tener la valentía de deshacerse de algunas de sus cosas, o tal vez visitar a su familia y explicar que ya estaba mejor, que no se preocuparan, que ahora podía hacerse cargo de sí mismo, decirle lo mismo a sus dos mejores amigos quienes vivían con él por temor a perderlo del todo en lo que ahora era un mundo sin auroras boreales porque todas se las había llevado Keiji en sus hermosos ojos los cuales se cerraron para no ver a Bokuto nunca más. 

− No creas que te estoy olvidando, al contario, te amaré siempre con toda mi alma, Keji Akaashi. 

Luego de ello, Bokuto se quedó un momento más en compañía del espectáculo de las auroras antes de descender hasta su habitación y sumergirse en el mundo de los sueños donde Akaashi también se despedía entre risas y palabras dulces antes de perderse entre los patrones de luz que decoraban el frío cielo de Alaska. 

1417 palabras

Nota*: Akaashi falleció antes de los juegos olímpicos, lo que contradice al canon, eso fue una libertad que me tomé para escribir esto. 

BokuAka Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora