Capítulo 4

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–¿Cómo te has podido comer un kilo de pasteles de coco? –preguntó Nathan desconcertado, mientras se sentaba al lado mía.

–Estaban demasiado ricos para detenerme. –respondí con la comida en la garganta, me incorporé y suspiré.

Me encontraba tumbada en la enfermería tras haberme comido un kilo de pasteles de coco, Dylan no paraba de reírse y Nathan me miraba con reproche pero con una pequeña sonrisa. La directora Julia vino a verme en cuanto se enteró, me echó un buen sermón sobre que no lo volviera a hacer y la enfermera me explicó que debía hacer reposo.

Me habían dado un medicamento para que se me fuera la pesadez que tenía en el estómago. Lo peor es que quedaban dos horas para el duelo y yo no me podía mover de la camilla donde estaba.

–Es mejor que anules el duelo, Ewan. –comentó Dylan algo decaído. –No estás en condiciones para luchar, y el club iba a desaparecer igualmente. No contamos con los miembros suficientes.

–Es por eso que me voy a unir a tu club. –dije con una sonrisa. –Además, tengo que hacerle ver a Adara que soy capaz de lograr lo imposible. No me voy a rendir.

Ambos me miraron asombrados, me levanté de la cama y me vestí con el traje del club de esgrima que me habían prestado. Una sensación de angustia me invadió y corrí hacia el baño donde expulsé el kilo de pastel que me había comido hace unas horas.

–¿Seguro que estás bien? –preguntó Nathan desde la puerta. Dylan hizo un sonido de asco.

–Estoy muy bien, ahora que he expulsado todo estoy nuevo. –sonreí, me enjuagué la boca con agua y salí del baño. –Ahora que tengo el estómago vacío puedo enfrentar a Adara.

–Solo espero que no te haga quedar en ridículo.

–Tranquilo, Dylan. Ten confianza en mí.

Salimos de la enfermería para irnos a la biblioteca y hacer tiempo hasta que empezara el duelo, comencé a leer un libro para hacer más amena la espera de las dos horas que quedaban. Dylan se durmió al leer el segundo capítulo del libro que había escogido, y Nathan parecía absorto en la novela policíaca.

Por mi parte comencé a leer un libro sobre la edad medieval, a parte de ser un tema que me gustaba hacía que me sintiera más cerca a mi hermana Lizbeth. Pero sé que ella está bien, y haciendo la cabra loca con los amigos que ha hecho allí.

Aunque ahora que lo pienso, si mi hermana es reina de su propio reino eso quiere decir que ahora habrá algún pueblo que me pertenezca, en el sentido del castillo que esté allí, ya que soy hermana de la heredera. Le preguntaré a Luna si la vuelvo a ver, ella se marchó ayer a la edad media para visitar a mi hermana y cuando regresó me mandó un mensaje diciéndome que Lizbeth me deseaba suerte en mi misión.

Una suave sacudida en mis hombros hizo que me despertara, me había quedado dormida después del décimo capítulo. A mi lado había una chica de pelo rubio mezclado con castaño y ojos verdes, ella me miró seria y me levanté del sofá donde estaba.

–El duelo comenzará en breve, es mejor que vayas yendo. –me dijo la chica sin mostrar ninguna expresión.

–Gracias. ¿Quién eres? –pregunté mientras ambas íbamos al patio.

–Me llamo Brooke Hilton, soy una de las pocas amigas de Adara. No sé cuáles son tus planes con ella, pero no dejaré de vigilarte. Chica.

Me paré de golpe, ¿Cómo había averiguado que era una chica? Llevaba el pelo atado, me había puesto la venda para que no se notaran mis pecho, la verdad es que no aparentaba ser una chica. Brooke se despidió de mí con una leve sonrisa, mientras observaba cómo Adara estaba preparada y además habían varios alumnos rodeando el tatami donde sería el duelo.

¿Hacemos un Desmadre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora