Capítulo 25

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Sentir la suave brisa mientras estaba tumbada en la hierva era una sensación increíble. Podía escuchar el canto de los pájaros, las voces alejadas de mis amigos y un gran silencio que en la ciudad no lo podria encontrar.

Creo que era la primera vez que podía relajarme desde que empecé con el trabajo que me pidió el señor Zarco. Durante varios meses había ido a fisioterapia para poder andar sin la ayuda de las muletas, aunque tuve que someterme a una operación de dos horas para cambiar el cartilago y el hueso de la rodilla por una prótesis de metal, ya que eso había sido lo más afectado.

Gracias a la fisioterapia podía andar y moverme como antes, pero aún cojeaba un poco cuando andaba. Lo que más me ayudó fue el apoyo de todos mis amigos y de la familia Zarco, quiénes me pagaron el costo de la operación, las sesiones de fisioterapia y la estancia en el hospital, algo de lo que me quejé pero hicieron oídos sordos a mis quejas.

–Conque aquí estabas. Tu hermana te está buscando. –me habló Amelia acercándose a mí.

Abrí los ojos para ver el cielo despejado y me giré para ver a la chica, quién me sonreía. Me levanté del suelo y la miré con una sonrisa mientras me sacudía la hierva pegada a mi ropa. Amelia me comentó que mi hermana y Cassandra habían terminado de enseñarles el castillo y los alrededores a Adara, y ahora me buscaban.

–Se me pasó el tiempo. –comenté reprimiendo un bostezo, algo que hizo reír a Amelia.

–Imagino que estarías cansada, es normal que quisieras dormir.

–Necesito unas vacaciones. Pero por suerte me las han concedido y qué mejor lugar para desconectar que aquí.

–No sé como será tu época, pero aquí la verdad es que todo es muy tranquilo desde que tu hermana se convirtió en Reina y acabó con la guerra.

–Algún día deberías venir, le preguntaré a Luna. –Amelia me miró ilusionada y me agradeció con una suave sonrisa.

Ambas caminamos por los jardines del castillo mientras charlábamos, da igual dónde llevara la vista porque todo el paraje era de un color verde bastante hermoso. Algo que echaba de menos en mi época era ver sitios como este, llenos de vida y de naturaleza por todos lados.

Cuando llegamos al patio principal vimos a Parzival jugando con todos los pequeños, Lysandra al verme me saludó con energía haciéndome sonreír, a ella le encantaba que estuviera pasando tiempo con ella. Cassandra le había dicho que yo vivía en otro reino bastante lejos, y que por eso no podía venir mucho a verla, por ahora no le contarían que venía de otra época.

Vi como mi hermana aparecía junto a Cassandra y a Adara, quiénes al parecer se llevaban de maravilla. Mi hermana al verme me sonrió y comenzó a acercarse a mí, Amelia me avisó de que iría con su esposo a vigilar a todos los niños ya que no se fiaba mucho de que estuviera él solo.

–Evelyn. –cantó mi hermana con una sonrisa. –¿Estás lista?

–Un poco nerviosa, además aún no me habéis dicho qué habéis preparado para la cita.

–Déjate llevar, hermana. Confía en mí, todo va a salir de lujo. –me sonrió con confianza y la miré cruzándome de brazos.

Junto con mi hermana nos dirigimos al interior del castillo, antes de entrar me giré para ver a Cassandra con Adara, quién me sonrió y antes de que pudiera reaccionar mi hermana me cogió de la mano y tiró de mi hacia el interior del castillo. La miré mal mientras ella sonreía,nos dirigimos a su habitación donde encima de la cama se encontraba un vestido color vino con detalles dorados y plateados en los bordes.

–Es hermoso. –dije mirando el vestido.

–¿Verdad? Le pedí a la mejor sastre que lo hiciera para ti.

¿Hacemos un Desmadre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora