Capítulo 10

404 44 6
                                    

–Efectivamente, puedo confirmar que es una bomba. –dijo Fred mirándonos después de examinar la bomba.

–Creo que a eso ya habíamos llegado nosotras, Fred. –comenté con una sonrisa burlona y él me sacó la lengua de manera infantil.

–Bien, dejad de molestaros, esto es serio. –intervino Luna en nuestra pelea. –Es peligroso moverla, pero puedo contactar con uno de nuestros trabajadores experto en estos temas. Haremos lo siguiente, cuando desactivemos la bomba nos la llevaremos al futuro, una vez allí podremos analizarla e intentaremos averiguar quién la ha traído.

Por precaución, mi hermana ordenó evacuar el pueblo hasta nuevo aviso, no queríamos correr el riesgo de que explotara y muriese gente inocente, aunque nosotros no estábamos a salvo dado que teníamos que averiguar porqué había llegado una bomba hasta la aquella época. Durante las siguientes horas nos distrajimos hablando o dando una vuelta por la zona por turnos para calmar a los aldeanos que vivían en aquel pueblo.

Regresé de mi paseo con Amelia cuando vimos como a unos metros de nosotros aparecía una luz dorada para después dejar ver a un hombre con una bata blanca, barba canosa y pelo castaño con algunas canas. Él nos saludó con la mano y se acercó a la bomba examinándola con atención, le dio la vuelta sin dejar de mirarla hasta que sonrió.

–Es Hugo, experto en todo tipo de explosivos. –nos comentó Luna a Lizbeth y a mí para dejarnos claro quién era.

Hugo abrió una placa dónde estaban todos los cables, por miedo dimos un paso atrás y nuestros amigos nos imitaron. Les expliqué qué ocurriría si Hugo se equivocaba de cable y sus caras pasaron de curiosidad a miedo extremo. El experto en explosivos jugó con los cables durante unos minutos hasta que vimos como la luz roja que emitía la bomba se apagaba, haciendo que suspirásemos aliviados.

–Ya está. No hay peligro de que explote, aún así tendría cuidado con su transporte. –le dijo Hugo a Luna y Fred.

–De acuerdo. Gracias por tu trabajo, Hugo. –agradeció Fred observando la bomba con interés.

–Nos la llevaremos y en cuanto descubramos algo os avisaremos. En unos días vendré a por ti, Evelyn. –me recordó Luna antes de acercarse para ayudar a cargar la bomba, ahora desactivada.

Fred activó el portal y los tres desaparecieron en una luz dorada, dejándonos a Hans, Eros, Amelia, Lizbeth y yo solos en el lugar. Eros y Hans se ofrecieron a avisar a los aldeanos de que ya era seguro regresar a sus casas, mientras tanto nosotras decidimos regresar al castillo para avisar a nuestras amigas de que el peligro había pasado, al menos por ahora.

El resto del día pasó con tranquilidad, estuve jugando con Lysandra y los demás niños hasta que Cassandra me sustituyó para poder ir a pasar un rato con mi hermana. Lizbeth se encontraba en el patio de armas dónde vi que estaba entrenando con Dante, Eros y Hans, mientras Amelia practicaba el tiro con arco unos metros más alejada.

–¡Eve! –exclamó mi hermana al verme.

Dante aprovechó y le puso la zancadilla haciendo que cayera al suelo de espalda, comenzando a quejarse mientras los demás reían divertidos. Me acerqué con una sonrisa y no pude evitar reírme también por lo ocurrido, algo que no le gustó a mi hermana y me lanzó una mala mirada.

–Ha sido tú culpa, Evelyn.

–¿Y porqué mía? –le reclamé alzando las cejas mientras la miraba con una sonrisa juguetona. –En un combate no puedes dejar de lado a tu oponente en ningún momento.

–Lo que dice Evelyn es cierto. –dijo Dante dándome la razón. –No debes apartar la mirada de tu objetivo nunca, y aprovechar alguna debilidad que tenga para cambiar las tornas.

¿Hacemos un Desmadre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora