XI. Mimado conejito

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Límites y control parte I.

En algún momento, casi sin pensarlo si quiera, Seokjin se enamoró de los conejos. Y realmente es culpa de Jeon porque no puede decirle que no a esos ojitos brillantes y ese precioso puchero rosado que besa justo antes de decirle "Claro, mi cielo".

Y entonces, ahí esta, con una diadema de orejitas de conejo sobre el cabello castaño y las manitas escogidas sobre su pecho, apuntando hacia el piso, dando de brincos por toda la sala.

Jungkook observa de pie y recargado sobre el marco de la puerta a su pequeño conejito dar brincos de aquí y allá, jugando a mover su pompón pegado a los shorts blancos y arrugando su naricita. Jin sube y baja sobre sus pies, seguramente pensando que esta solo en la habitación porque se supone que Daddy estaría en el estudio, hablando por Skype con gente importante de su trabajo.

Cuando, exactamente, no sabe. Recuerda que una vez, de compras vio una sudadera con capucha de orejitas de conejo y le gustó demasiado. Después le siguieron pantuflas, pijamas, un suéter azul estampado, peluches, figuritas, orejitas y hasta un pompón para pegarlo a la ropa. A todos lados Seokjin cargaba un peluche de conejito bajo el brazo, demasiado apegado a él (poquito porque él ama a todos sus peluches) y sin darse cuenta, se dejó llevar demasiado por esas adorables criaturas esponjosas.

No tenía uno porque no lo había pedido, ciertamente.

Demasiado enfrascado en su mundo de juegos y libertad, Seokjin no se da cuenta de la presencia de Jeongguk observando sus ocurrencias desde la puerta, con una media sonrisa en sus labios. El pequeño se tira en el sofá, soplando su flequillo, exhausto de ser un conejito saltarín.

—Seokjin... —lo llama, con voz suave. El pequeño da un respingo, tomado totalmente por sorpresa. —Cariño, ven un momento.

En pasitos lentos, con las manos tras la espalda y mejillas coloradas, Jin avanza sobre sus calcetines blancos hasta donde Daddy lo espera, con las manos en los bolsillos y su peso recargado en una pierna.

—¿Si, Daddy?

Los largos dedos de Jungkook se cuelan bajo sus mechones castaños, sacándole una sonrisa al menor que le provoca otra más grande al pelinegro.

—¿A que jugabas?

—A ser un conejito.

Jungkook  lo observa, de pies a cabeza y decide, que ese suéter rosa se le ve precioso pero definitivamente, se vería mejor sin él. Desliza sus dedos por el contorno del rostro de Seokjin, haciéndolo cerrar los ojos y sentir el tacto suave, inclinándose contra sus mano.

—Eres el conejito mas bonito, Jinnie.

Jin arruga la nariz, sacudiendo su cabeza muy rápido de un lado al otro. Tiene muchas ganas de decirle "no es cierto" pero eso sería hacerse daño a sí mismo con comentarios despectivos al contradecir a Daddy y además, decirle que no confía en él. Así que se limita a abrazarlo bien fuerte, hundiendo su carita en el pecho fuerte de Daddy, percibiendo su delicioso perfume.

Jungkook se ríe en un suspiro al sentir el abrazo, pero se apresura a Seokjin, sujetando su espalda. Bajando un poco la cara, rozando su barbilla en la coronilla de Jin, comienza con los mimos que sabe, su pequeño necesita.

Daddy's little boy || GgukJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora