Prólogo

826 88 53
                                    

1998

Dos niños de siete años reían mientras jugaban en el parque cerca de los departamentos en donde viven.

—Chifuyu-kun, no te retrases tortuga—exclama divertido el albino cuando sobrepasa a su amigo.

—Espérame Sato-kun—chilla el otro intentando correr más rápido.

Ríe por la respuesta de su mejor amigo, hasta que un repentino marea provoca que se detenga.

—¿Estás bien? —Chifuyu habla mientras se detiene a su lado y lo mira preocupado.

—Creo que estoy cansado, ¿vamos a casa?

El pelinegro a su lado asiente con una sonrisa. Toma su mano y ambos comienzan a correr nuevamente a sus hogares.

—Nos vemos más tarde Sato—habla el más alto de ellos, mientras se detiene frente a la puerta de su departamento.

—Adiós—se despide el otro avanzando tres puertas más e imitando las acciones de su mejor amigo—mami, ya terminé de jugar.

La mujer asoma su cabeza con una sonrisa, la cual se borra al ver el estado de su hijo, el cual estaba lleno de barro, sabía que había sido mala idea dejarlos salir aun cuando había llovido el día anterior. Su hijo era un amante de llegar a casa más sucio que el día anterior.

—Me ensucié un poco cuando jugaba—sonríe inocente al ver como su madre se le queda mirando.

—Si, ya lo veo—responde ella alzando una de sus cejas.

Niega con su cabeza rendida, su hijo nunca iba a cambiar.

No sabía lo equivocada que estaba y ese mismo día lo descubriría.

—Si no te bañas, no comes—advierte señalándolo.

Su hijo suelta un grito de horror y corre hacia el baño, pero es detenido por su madre.

Frunce su ceño, mientras toma la cara de su hijo y observa un pequeño moretón en su mejilla, pero se sorprende al notar su frente un poco más caliente de lo normal.

—¿Pasa algo, mami?

—Claro que no—responde para no preocupar a su hijo—vamos por tu bata de baño.

—¡Señor Ranita! —grita su hijo con entusiasmo, hace unos días su madre había comprado una bata con forma de rana.

—Vamos—toma la mano sucia de su hijo y lo guía al baño, mientras él se sienta en el retrete, ella mientras tanto, abre el agua y la coloca en una temperatura adecuada para intentar bajar un poco su fiebre—Llámame cuando termines—dice para luego salir del baño.

Se acerca al teléfono de cable y marca el numero de su esposo, luego de esperar unos segundos, él atiende.

—¿Hola?

—Hola amor, soy yo—murmura mientras se apoya en la pared—Sato tiene un poco de fiebre y quería que fueras luego de tu trabajo a comprar un jarabe para él.

—Claro cielo, no hay problema. Intentaré salir más temprano—sonríe al escuchar su respuesta, pero el grito de su pequeño llamándola provoca que termine con la llamada.

—¿Qué sucede cariño?, ¿ya terminaste? —su hijo asiente con un poco de sueño, pero cuando intenta levantarse no lo logra—¿necesitas ayuda? —pregunta preocupada.

Esto se estaba tornando cada vez más raro.

—Si, porfi.

Con fuerza levanta a su hijo y lo abriga con su bata de rana, luego toca su frente, pero la fiebre no había disminuido ni un poco.

No te rindas | Chifuyu Matsuno x male ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora