Capítulo 7: Sia

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—Ten cuidado hija, no quiero que te pase nada— la madre de Sia se despidió de ella.

—Sí mamá— su madre le dió un abrazo y Sia salió de la casa. Se dirigía al club de matemáticas de la escuela. Tenía que organizar algunos papeles, y la semana que viene era el comienzo de las Olimpiadas Matemáticas, por lo que tenía que apuntar los datos de todos sus integrantes.

No había nadie en la escuela, estaba la puerta abierta, suponiendo que el conserje estaría allí, pero de primeras no lo vio, estaría en alguna clase o habría salido un momento.

Agarró la llave de la sala del club de su bolsillo e intentó abrir la puerta, pero la cerradura estaba encajada y se podía abrir. Lo intentó muchas más veces hasta que pegó un tirón y consiguió abrir la puerta, dañándola un poco. Dentro estaba el conserje.

—Hola, ¿Qué hace aquí en la sala del club de mate?— el conserje no respondió. Dejó su mochila en la mesa.

—¿Hola?— el conserje, de nuevo, no dio una respuesta. Sia se fue acercándo más y más para ver si el hombre se encontraba bien. Pero solo hacía ruidos raros detrás de la estantería.

—Hey...— Sia le toca el hombro por un momento y el conserje, por fin, se da la vuelta. No, no era el conserje. e estaba comiendo un hígado. Le preocupaba porqué se estaba comiendo eso y de dónde lo había sacado. Sia se llevó las manos a la boca en modo de impacto, y dió algunos pasos hacia atrás, para no hacer ruido, pero ya era demasiado tarde. Había despertado la furia de aquel zombie.

Sia salió corriendo, y el zombie detrás suya. Creía que iba a correr más lento, pero iba a la misma velocidad que ella o incluso más. No tenía escapatoria, se encerró en el baño.

El zombie golpeaba mucho su puerta, en poco tiempo la podía derrumbar, o con el ruido podría atraer a más zombies. Tuvo una idea espontánea. Le pegó una patada a la puerta, tirándola al suelo, y agarró al zombie de la cabeza, evitando que le muerda y chocándole la cabeza con el retrete del baño. Después de unos cuantos golpes y el cráneo desfigurado, las manos de Sia quedaron completamente manchadas de sangre, pero no había tiempo para limpiar, debía irse de ese lugar.

No podía creerlo, la imagen de furia de chocar la cabeza del zombie contra el lavabo del baño, que se le salieran los sesos y el cráneo y las manos llenas de sangre... no podía irse de su cabeza. Estaba asustada.

Salió corriendo de la escuela y se topó con una tienda de armas. Desde pequeña, uno de sus hobbies era el tiro con arco, y entró dentro y agarró uno, no era muy grande, como el de los profesionales, pero era bueno. También agarró muchas flechas para tener de repuesto.

Llevaba días fuera de casa. No había visto a nadie desde entonces. Se le acababan las provisiones, tenía miedo de ir a algún lugar y que le pasase lo mismo que con el conserje de la escuela. Aún seguía con su sangre en las manos, y otras gotas de sangre de otros zombies que mató por el camino. Sí o sí tenía que ir a por provisiones.

Esa noche durmió en un callejón, haciéndose una barrera con las basuras, escondiendo su olor para que los zombies la dieran por una de ellos.

A la mañana siguiene , al encontrar un barrio que era transitado se alegró. Seguramente haya un supermercado cerca. Oyó ruidos, había alguien más allí con ella. Sia preparó su arco y una de sus flechas.

Estaba caminando por los pasillos del supermercado, encontró toallas femeninas y en silencio las metió en la mochila. También agarró algunas latas de comida para calentar y comer, pan, alguna fruta y poco más, algunas provisiones que no eran comida pero eran muy necesarias.

Pero, se calló una de las latas de la estantería, haciendo un eco enorme en todo el supermercado.

Se oyeron pasos.

El corazón de Sia se aceleraba.

Alguien conocido estaba enfrente suya, pero no le reconoció del todo.

Era Nick, su corazón dio un vuelco. Esperaba un zombie, pero no, era una persona normal.

—¿Sia?

—¿Te conozco?

Empezaron a hablar. Le presentaron al grupo, al principio no estaban muy de acuerdo con que Sia se uniera a ellos, pero terminaron aceptando.

Salieron de supermercado y una orda de zombies les esperaba de imprevisto. Nick sacó su pistola y Sia su arco, Hanniex sus cuchillos...

Disparo.

—¡Espera! ¡No me mat-!

Sia cayó al suelo con el segundo disparo que le había dado entre la clavícula y el hombro.

—¿Nick, a qué has disparado?— Haru caminó hacia Nick que sujetaba la pistola temblando y mirando al cuerpo de Sia, inmóvil— Esa chica... ¿Era un zombie?

Nick negó con la cabeza.

Hanniex también se acercó a Nick y Haru, y miró el cuerpo de Sia.

—¿¡Se puede saber que has hecho!? ¡Era Sia!— Hanniex fue corriendo hacia Sia entre sollozos, y le tocó el cuello— aún respira... ¡Nick! ¡Esto no te lo voy a perdonar!— Hanniex se dirigía hacia Nick muy furioso, con un puño fuertemente cerrado.

—Hanniex, no pegues a nadie, porfavor...

Nick seguía inmóvil, con la misma posición en la que disparó a Sia. Pero sus ojos estaban llenos de lágrimas que poco a poco caían por sus mejillas. Soltó la pistola en el suelo. Fue corriendo a Sia y la abrazó.

—Sia, lo...lo siento, lo siento mucho, te vas a poner bien ¿vale? Sí, te vas a poner bien, pronto, pronto te pondrás bien.

Todos los demás veían la escena.

—Oye— habló Nick— no podemos dejarla aquí, aún sigue viva, tenemos que llevarnosla...

—Tenemos antes que quitarle la bala del sitio, aunque va a perder mucha sangre— dijo Sakura.

—No importa, haré lo que sea para que pueda seguir viva— dio otro abrazo al cuerpo de Sia, inconsciente.

Saku empezó a quitarle la bala a Sia con unas pinzas que encontró por la tienda, sus manos temblaban, nunca había hecho eso, y estaba un poco asustada, pero la sacó.

—Ya, ya lo hice.

—Bien, ¿nos turnamos para cargarla?— propuso Vito, quién se dirigió a Sia para cargar con ella primero.

—Hay que cambiarle de...

—¿De qué?— preguntó Haru.

—De pantalón, está lleno de sangre, creo que le vino la mentruación, su mochila está llena de toallas femeninas.

—¡No pienso cambiarle de pantalones a una desconocida!— gritó Sakura.

—Ya lo haré yo, no os preocupéis, pero marcharnos a otro pasillo.

Gaby le pasó un pantalón de la tienda a Vito para que cambiase a Sia. Y le puso una toalla limpia. Después cargó con ella.

—Ya está, ¿nos vamos? Este sitio se está volviendo peligroso.

Agarraron la mochila y el arco de Sia y se fueron alejando de la tienda para buscar un refugio.



Fanfics de "El club de las cagadas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora