1. CARRERA, VELEN

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A los materialistas se les considera individuos capaces de manipular algunos factores de la materia. Cabe resaltar que ninguna persona nace siendo materialista, uno se convierte.

Hasta la fecha, no se ha encontrado la forma de obligar una conversión, o por el lado contrario, de resistirse a ella. Tampoco se ha hallado un factor determinante, ya que la conversión no distingue entre sexo, edad, preferencias, condición social, ni ninguna parecida.

La conversión es irreversible y aunque muchos han estudiado por años la forma de subsanar está condición, hoy día no se ha encontrado el por qué ocurre ni como cambiarlo. La humanidad no ha perdido la esperanza, aunque hemos aprendido a vivir con ello. Tal vez estemos cerca de descubrirlo gracias a nuestra tecnología, solo tal vez.

—Teoría Materialista I, de los Archivos Generales.

Once años después...

Corro, simplemente sigo corriendo. Siento el aire fresco golpear mis mejillas, y lo escucho deslizarse por mis oídos. Según mi reloj, llevo casi dos kilómetros de carrera. Hoy hay un cielo hermoso, así que tomo una fotografía con mis lentillas. Hoy vengo con ropa corta y toda es azul combinando con el cielo.

Amber está retrasada, aunque de seguro me alcanzará más adelante. Me aproximo a la calle inclinada de siempre, esa que me hace aumentar mi velocidad. Algunas personas pasan a mi lado en medio de conversaciones mientras que varios niños juegan con la pelota en medio de la calle tranquila, deslizadores conducen a destinos de los que jamás sabré. Al final de la calle se encuentra el mercado del barrio.

Siento mis pies calientes golpear el asfalto en cada paso, respiro con presura como si el oxígeno no fuera suficiente y mis piernas arden por el ejercicio, pero es un dolor agradable, uno de esos dolores que te recuerda lo asombroso que es estar vivo.

Mis auriculares óseos me transmiten una canción llamada "No lo detengas", la cual ha estado de moda y es sumamente rápida, lo que me motiva aún más en cada vibración que me transmite.

Llego por la pendiente al mercado. El barullo de la gente es el usual, los comerciantes se encuentran regateando y gritando sus precios a los que pasan tratando de convencerlos de comprar. El mercado se encuentra en el centro de este barrio, el que fue mi barrio en alguna ocasión y que está lleno de edificios departamentales, casi todos pintados de blanco. Se puede encontrar cualquier cosa y a un precio razonable si tienes la habilidad suficiente, o en su caso, si conoces a los mercaderes.

La mezcla de olores es increíble: carnes, pescados, especias, flores, panes, golosinas. Me encanta correr por aquí porque me recuerda los viejos tiempos, y siempre es bueno pasar a saludar a los antiguos amigos.

La zona céntrica del barrio es un gran terreno adaptado con juegos infantiles, un campo de entrenamiento y algunas cabañas para los días de campo. El mercado está junto con las escuelas de educación básica, están sobre la calle por donde pasan los deslizadores. Hay una pequeña clínica donde se atienden cosas como resfriados y dolores de estómago.

Me adentro entre los puestos por una de las tres entradas y ya comienzo a ver los rostros familiares.

—¡Velen! Piensa rápido —me dice Grela lanzando una bolsa de gomitas a media carrera, mis favoritas.

—¡Gracias!

—Para que se la lleves a Anker.

Le sonrío y continúo corriendo. Me acerco a la panadería para saludar a Lito, el panadero, que se encuentra saliendo con una charola recién horneada. Su pan es el mejor de este barrio y siempre que podemos venimos hasta acá por él. El chico que trabaja con él está cargando un costal con unos veinte kilos de harina.

RECUERDOS DE SANGRE Y PLOMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora