Capítulo 19

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En medio de aquella oscuridad, la niña esperaba en silencio mientras el que parecía ser el líder, hablaba con los demás de su especie. Con tanta calma, la pequeña no pudo contener el sueño, llegando a dormirse. Algunas horas después es despertada por el anciano, que le ofrece distintos frutos, al parecer esto era lo que mando a traer.

Dejándole comer los frutos traídos, el "anciano" retira su "trono", mostrando una entrada más estrecha hacia algún lado. Las demás criaturas se adentran a la misma uno tras otro. Al final solo quedaba el viejo y la pequeña.

Quienes se tomaron un poco más para pasar. La niña llevaba en una mano una manzana que comía de a poco, mientras se sujetaba con la otra del manto del anciano. Caminando en medio de la oscuridad, pudo ver brillar los ojos escarlata de las criaturas que los veían desde distintos puntos.

— todos están confundidos por tu presencia — comenta el viejo, refiriéndose a la extraña condición de la humana.

La aludida se mantuvo en silencio mientras avanzaba. Iba a darle una mordida a su manzana, pero tropieza perdiendo el equilibrio y dejando caer su fruta. Perdiéndola en la oscuridad. El anciano al sentir el tirón que le dio a sus ropas, se detuvo a ver lo sucedido. Viendo a la niña tantear en la oscuridad en busca de la manzana.

— Ten — dice este, tomando la manzana y entregándosela.

La niña toma el fruto con alivio viendo hacia aquellos ojos carmesí que la observaba desde la profunda oscuridad, sonriendo a los mismos. Ya no parecía tener más miedo, mostrándose con bastante confianza hacia quien quiera que fuera aquel.

— Vamos — ordena el viejo extendiendo su mano hasta tocar la de la pequeña

Esta asiente sujetándose de la mano del tipo y dándole una mordida a la manzana. Tras unos minutos más, el anciano se detiene frente a una inmensa oscuridad, viendo hacía por un momento hacia la misma.

La peliverde continúa comiendo la manzana, siguiendo los pasos del tipo sin mucho cuidado. Después de observar lo que para la pequeña no era más que oscuridad, doblan a la izquierda, volviendo a caminar.

La curiosidad le hacía preguntarse qué era aquello que el anciano había visto allí. Aun así se mantuvo sujeta al mismo, hasta que volvió a tropezar soltando la manzana. Esta vez intento atraparla antes de que cayera al suelo, soltándose sin saber de su único apoyo en esa oscuridad.

Cuando por fin logro alcanzar el fruto. Sintió como algo golpeaba sus piernas y luego un vacío inmenso. Supo que caía a algún lado por el aire que golpeaba su rostro. Asustada, cerró los ojos con fuerza mientras su pulso se disparaba. Intentando parar ello comenzó a girar en el aire. Aquella caída se hacía eterna en toda esa oscuridad.

Oscuridad que en un instante se iluminó para la niña, quien sintiéndose a salvo, abrió los ojos. Viendo sobre si un "cielo" lleno de destellos dorados y plateados en un lienzo negro que parecía infinito. Poco después vio correr la pared a su lado, seguía cayendo, pero la oscuridad había desaparecido, más no su miedo.

Haciendo un esfuerzo giro por última vez antes de ver como un suelo gris se acercaba a ella. Volvió a cerrar los ojos y sintió como se estampaba contra algo mullido aunque con una superficie rígida.

Tardo un poco en abrir los ojos, sintiendo un dolor en todo su cuerpo. Desesperada, creyendo que se había roto todos los huesos del cuerpo comenzó a llorar mientras intentaba ponerse de pie sin muchos resultados. Durante todo ello, el anciano no había podido hacer mucho. Al momento que se soltó solo pudo maldecir viéndola caer por aquel acantilado de cientos de metros. Apresurándose en bajar y ver como termino aquel extraño espécimen.

Para su sorpresa, la niña había dejado de ser humana. Su cabellera verde se tornó rojo intenso, su piel delicada y aterciopelada ahora era rígida como la roca, con un tono verdoso. Tenía las características de uno de ellos.

The Walker and the God library - [PROYECTO MM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora