Prólogo

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Las iglesias solo son otro edificio más, en verdad no tienen relevancia alguna.

La religión solo es otro estúpido partido político, que te ata y te resume a un contenedor que te reprime y no te deja ser.

Pero Dios. Él es el universo, en el sí vale la pena creer, por más instintos científicos que tengas.

¿Sabes? yo a la corta edad de quince años me enfade con él, le grité y me burle, traté de ir contra él, pero al final termine caminando a su lado.

Pero créeme que ese no fue un camino fácil, no es como que aprendiera que era lo correcto en uno o dos meses, ni siquiera en un año.

Tres años, más una vida entera.

Eso fue lo que me costó entender a Dios, lo que me costó entenderme a mí misma y aceptarlo. Yo tuve que convertirme en lo que más temía para dejar de ser una miedosa.

Pero solo fui capaz de hacerlo porque empecé hacer las cosas bien... Recordándome constantemente...

» Amate tanto que puedas liberarte de todo lo que ya no quieres ser «

Pero no lo hice sola, encontré a alguien que fue capaz de entender, ayudar y sanar.

El sano una parte de mi alma fracturada, de mi piel rota, de mi cuerpo herido.

Por mucho tiempo yo solo quise hablar con alguien, pero nadie parecía dispuesto a escuchar toda la mierda que yo guardaba.

Pero sabes, yo no vine a él para que me escuchara. El vino a mi para que yo le hablara. Pero no pude hacerlo de frente.

El me contó mucho de él, cuando yo apenas mi nombre le dije, pero para él eso fue una muestra de amor, más grande que tener sexo.

Y por ese simple hecho nuestros mundos se encontraron, por el destino, por el azar y por Dios.

Nacimos enfermos, locos por naturaleza, asesinos por deseo y desquiciados solo por placer. Nunca nadie había entendido nuestras peculiares almas.

Y eso era algo que nos jodía demasiado, nadie compartiría el mismo gusto por la sangre o las conversaciones de asesinatos y crímenes perfectos. Ni siquiera el retorcido sentido del humor que nosotros tanto usábamos y amábamos.

Las personas a nuestro alrededor, los estereotipos, la civilización en la que vivíamos, ¡Ese era nuestro puto contenedor!

Pero la oscuridad llama en lo más profundo de los corazones. Y su corazón me llamo y el mío a él.

Yo lo hice mío y él ya sabía que yo era suya. Ambos nos pusimos en pedestales muy altos proclamándonos como dioses del otro.

Tome su mano, fría y temblorosa. Deje que recorriera toda mi piel, su palma quemaba cada parte de mí. Pero el ardor solo era más satisfactorio de lo que deseaba.

Y cuando su mano tomo mi cadera y me elevó por el aire, dando vueltas y traspiés. Me liberé de esa poca cordura que aún conservaba, bailar con la muerte era un ritual y si sobrevives es porque eres el elegido. Y los dos lo éramos.

Su mano aprisionando mi cuello con fuerza, no me daba miedo solo logró mandarme un latigazo de adrenalina desde la punta de los pies hasta la cabeza.

Sus ojos me miran como si fueran dagas apunto de clavarse, su expresión es imperturbable.

Coincidimos en tantas cosas, que parecía que fuéramos la misma alma en distintos cuerpos. Nuestro hilo rojo no lo era por naturaleza.

Solo estaba teñido de toda la sangre que a lo largo de nuestras vidas se fue derramada. Y lo quitamos del dedo meñique y lo enteramos en lo más profundo de nuestro corazón.

Porque los dos estábamos conscientes que ni la muerte nos separara y que los pactos de sangre, son más duraderos que una promesa de meñique.

Una vida de soledad, fantasmas en la cabeza, heridas, traumas, almas fracturadas. Eso es lo que teníamos y ¿Sabes la razón del por qué nunca pudimos estar bien...?

Porque yo no podía reparar mi alma, ni el la suya. No hasta que tuviéramos los pedazos completos, y eso solo paso cuando nos encontramos.

Yo soy tu y tú eres yo.

Ateos (Libro 2: Trilogía To Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora